Sobreviviente de Auschwitz alerta en Alemania contra el antisemitismo, incluido el odio a los israelíes

Anita Lasker-Wallfisch Foto: Ilse Paul Wikimedia CC BY-SA 4.0 i

Anita Lasker-Wallfisch, sobreviviente de los campos de exterminio de Auschiwtz y Bergen Belsen, llamó al Parlamento alemán a no tolerar el negacionismo del Holocausto ni bajar la guardia ante las nuevas formas de antisemitismo, incluido el odio a los israelíes.

«Juré no volver a poner mis pies en suelo alemán. Mi odio a lo que era Alemania no tenía límites. Pero, como ven, entré en razón ya hace muchos años. Y no me arrepiento. El odio es simplemente un veneno y al final acaba envenenando a uno mismo», dijo ante el Bundestag, en una ceremonia para recordar a las víctimas del Holocausto.

Con cuatro días de retraso, el Parlamento alemán conmemoró el 73 aniversario de la liberación de Auschwitz, campo al que sobrevivió Lasker-Wallfisch porque, como relató, «se le necesitaba» como violonchelista en la «orquesta femenina» del campo de exterminio.

A sus 93 años, entró al hemiciclo del brazo del presidente alemán, Frank-Walter Steinmeier, y luego se apoyó en un bastón para llegar a la tribuna, pero su voz no tembló.

Lasker-Wallfich alertó del «virus» del antisemitismo, que tiene más de 2.000 años y «al parecer es incurable», y pidió combatir a quienes ponen en duda la maquinaria asesina del nazismo, uno de los capítulos de la historia más documentados.

Entre llamadas de atención, quiso también elogiar la acogida de más de 1,3 millones de refugiados en Alemania en los últimos dos años, palabras que escuchó desde su asiento la canciller, Angela Merkel, y que no fueron aplaudidas desde los escaños de la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD).

Tras recordar que a los judíos se les cerraron «herméticamente» todas las puertas, destacó el gesto «humano, increíble, generoso y valiente» de Alemania en un mundo hoy «lleno de refugiados».

Acompañada de su hermana, Renate, sobreviviente también de Auschwitz y Bergen Belsen, y de su hijo, que tocó el violonchelo en la ceremonia, defendió en su discurso a Israel y lamentó que se use ahora la palabra «israelí» como antes se usaba «judío»

«Los judíos son criticados por no haberse defendido y son criticados cuando se defienden hoy», señaló.

Anita Lasker-Wallfisch Foto: PumpingRudi Wikimedia GFDL

Hija de un abogado y una violinista, Anita nació en Breslavia (hoy Polonia) en 1925 y su vida fue un «idilio» hasta la llegada del nacionalsocialismo al poder.

De no poder ir la piscina o sentarse en los bancos del parque se pasó a la obligación de llevar la estrella de David y de ahí a la Noche de los cristales rotos, en 1938, cuando su padre quiso por primera vez abandonar el país y «ya era demasiado tarde».

Cuando deportaron a sus padres ella tenía 16 años y comenzó con su hermana Renate a trabajar en una fábrica, donde conocieron a presos de guerra franceses.

Empezó entonces su carrera como «falsificadoras de documentos», la que les llevaría a prisión y la que, a la postre, les abrió una puerta de esperanza en Auschwitz, donde llegaron no como judías, con la muerte casi garantizada, sino como delincuentes.

Anita fue destinada a la «orquesta femenina» y vivía en el bloque 12, «a un par de metro del crematorio» y de las columnas de humo de las cámaras de gas. Para unos, la música en Auschwitz era «un insulto», para otros, «la posibilidad de soñar con otro mundo», explicó.

Ante el avance de las tropas soviéticas, fueron trasladadas a Bergen Belsen, donde esperaban la muerte cuando el campo fue liberado por los británicos.

«Yo tenía 19 años», dijo al final del relato de su martirio, después del cual se estableció en Londres.

«Lo que pasó, pasó, y no puede borrarse con un tachón. Se trata de tener la seguridad de que nunca jamás pueda pasar algo así de nuevo aquí», recalcó recordando una experiencia desagradable en una reciente visita a Baviera, cuando un hombre se acercó a la mesa del restaurante en la que se encontraba y protestó pues «esas historias de «Auschwitz» estropeaban el ambiente.

El presidente del Bundestag, Wolfgang Schäuble, subrayó que de la «culpa» nace la «especial responsabilidad» de Alemania ante los judíos, una responsabilidad que deben asumir también los inmigrantes.

Schäuble se preguntó qué habría pasado si tras los pogromos contra los judíos en 1938 miles de alemanes hubiera salido a la calle a protestar y subrayó la necesidad de mantener «una posición consecuente contra toda exclusión, antes de que sea demasiado tarde». EFE

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