Sobre la guerra de Gaza

Segunda Guerra Mundial. Foto: Wikipedia - Dominio Público

Armando Azulay Tapiero.

Siempre las guerras han finalizado de dos formas distintas: o bien se derrota al enemigo o bien éste último se rinde deponiendo las armas y aceptando las condiciones impuestas por el vencedor.

Una vez concluida la guerra se acepta un nuevo orden y se procura, aunque no siempre se consigue, una convivencia pacífica. Esto es lo que ha sucedido en la última gran Guerra Mundial en la que los pueblos perdedores asumieron y aceptaron su derrota concluyendo todo ello en una buena relación que se prolonga en el tiempo entre los países aliados vencedores y los vencidos, Alemania y Japón.

En las guerras en las que se ve implicado el Estado de Israel se pretende imponer una nueva forma de atajar el conflicto, procurando que no haya ni vencedores ni vencidos; se trata de lograr una paz “negociada” cuando uno de los implicados está cerca de derrotar al enemigo. Ambos contendientes se reúnen presionados por países intermediarios y llegan a unos acuerdos con la intención de facilitar un cese de las hostilidades. En el mejor de los casos se da por concluido el conflicto armado, lo que no significa que se logre la paz, y se convive en una tensa calma que estalla ante la más mínima provocación de una de las partes.

Vistas estas dos modalidades, la historia demuestra que en el primer caso el conflicto se resuelve de una forma más rápida y las generaciones siguientes viven en mejores condiciones con largos periodos de paz que puede llegar a ser definitiva; no hay más que ver la situación actual de Alemania y Japón, dos de las sociedades más avanzadas y prósperas del mundo, cuando hace aproximadamente 80 años sus principales ciudades estaban completamente arrasadas.

En la segunda modalidad no se llega a una fase de aceptación por ninguna de las partes y lo único que se consigue es un débil equilibrio que a lo largo del tiempo provoca más guerras, más víctimas y mayor sufrimiento que se transmite de generación en generación; no se olvida el daño sufrido y el odio entre las dos sociedades es cada vez más intenso y las reacciones más crueles, llegando a niveles inhumanos y con intenciones genocidas tal y como demuestran las masacres perpetradas el pasado día 7 de octubre en Israel.

Es envidiable observar la buena relación actual entre Alemania y los EE.UU. cuando hace unos 80 años se masacraban mutuamente en comparación con la existente entre Israel y los palestinos que hace 75 años empezaron a combatir y a día de hoy continúan. Los primeros terminaron su guerra y zanjaron sus diferencias, los segundos no, no se les permite.

La intromisión de terceros países, se supone que siempre con buena intención, no facilita las cosas, sino que las entorpece. Sin ninguna intromisión extranjera, la guerra que inició Gaza ya habría finalizado hace muchos meses con una victoria contundente de Israel y el número de víctimas en ambas partes sería mucho menor. Con la derrota o rendición de Hamás el pueblo gazatí tendría la oportunidad de vivir en unas condiciones dignas, no le iba a faltar la ayuda internacional que siempre se le ha prestado pero que ha sido utilizada exclusivamente para la guerra y adiestrar en el odio a los judíos, no sin antes asumir la responsabilidad de sus dirigentes, siguiendo el ejemplo de los alemanes y japoneses al finalizar la II Guerra Mundial.

Sin el apoyo político de muchos gobiernos considerados influyentes en el ámbito internacional que se ponen del lado de los que han iniciado esta guerra sabiendo de antemano que no tienen ninguna posibilidad de poder ganarla, Hamás ya se habría rendido y depuesto las armas o en caso de persistir en su utópico empeño de derrotar a Israel, la organización terrorista ya habría sido derrotada y eliminada.

Gobiernos como el de España, Irlanda o Sudáfrica, otros con una postura ambigua como Canadá o Australia, partidos políticos casi siempre de la extrema izquierda, Tribunales Internacionales que creen estar en posesión de la verdad absoluta en lo que se refiere a este complejo conflicto, medios de comunicación antisemitas que emiten noticias falsas sin contrastar ignorando el sufrimiento de personas que están siendo secuestradas, torturadas, violadas y asesinadas, acusaciones de un genocidio inexistente por no deseado, proclamas de otro genocidio (“desde el río hasta el mar”), éste deseado pero imposible etc… bloquean el fin de esta guerra aumentando el sufrimiento del pueblo palestino porque están dando alas, esperanza y apoyos morales y económicos a los agresores que no tienen ninguna posibilidad de vencer, apoyos que impiden su rendición y alarga el conflicto en el tiempo dejando como única salida a Israel su aniquilación, de la que además quieren sacar rédito exponiendo a su población civil, niños incluidos, al mezclarse con ella en una sociedad densamente poblada.

Las guerras que empiezan deben acabarse con vencedores y vencidos y la experiencia demuestra que es lo más efectivo y lo que más beneficia a las generaciones futuras tanto de un lado como del otro.

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