El Rabino Shlomo Aviner.

¿Es el nuevo plan del siglo bueno?

“Pobre de aquel que tenga una respuesta positiva a esta pregunta”.

Y hay cuatro razones para esto, que se dividen así y todas tienen algún punto de verdad: la razón divina, la moral, la religiosa, la nacional.

Analizaremos la parte nacional del asunto. Un pueblo que está dispuesto a dar parte de su tierra a otro pueblo pasa por un delito nacional. La nación y la tierra son una esencia única de la existencia, quien corta y divide la tierra corta a la gente.

Entonces, ¿cómo existimos como pueblo en el exilio sin tierra? Existimos en virtud de la memoria del pasado. Una parábola del hombre que no puede vivir sin oxígeno. Y cuando se sumerge en aguas profundas, aún sobrevive, gracias al oxígeno que respiró antes, hasta que ese oxígeno se termine. El oxígeno del pueblo de Israel en el exilio se termina, experimentamos un terrible holocausto, después del cual experimentamos otro terrible holocausto espiritual de asimilación. La voluntad de establecer un estado árabe en el 70% de Judea y Samaria es algo sin precedentes en toda la historia.

A quien pregunte si no es esencial que los estadounidenses reconozcan nuestra soberanía sobre el valle del jordán y otros lugares, la respuesta es No!. No necesitamos reconocimiento. La tierra de Israel es nuestra, sin necesidad de pruebas. ¿Acaso los estadounidenses no leyeron la Biblia, y que ni siquiera los musulmanes leyeron el Corán?

En cualquier caso, es suficiente que nosotros reconozcamos la soberanía, y luego las naciones del mundo responderán Amen.

Y hay otras personas débiles que nos quieren convencer con un ejercicio político diciendo: “fingiremos que estamos de acuerdo, y después aplicaremos la soberanía. Y por cuanto que los árabes no cumplirán sus compromisos: de desmantelar a Hamás, cesar los pagos de sueldo a terroristas y reconocer al Estado de Israel como estado del pueblo judío, no tendremos que establecer un estado palestino.”

Esta sugerencia no tiene en cuenta que los árabes son buenos mentirosos. Todos los acuerdos que firmamos con los palestinos fueron violados por ellos. Por supuesto, tienen la autorización para ello de Mahoma que en su guerra contra la ciudad de Medina, les dice que esta permitido y hasta es una obligación religiosa romper los pactos para ganar en la guerra.

Pero este no es el problema fundamental, sino la firma de un documento en el cual entregamos una parte de nuestra tierra para formar un estado ajeno.

Nuestra tierra no es algo negociable, esta es nuestra propia vida, y para eso, necesitamos heroísmo nacional, no un síntoma de trapo. En particular, en una época en la cual estamos creciendo financiera, militar e internacionalmente de año en año. Y, como es bien sabido, todos los países árabes se burlan de los palestinos, excepto Irán.

Si hubiéramos tenido esta política de trapo de piso en el pasado, ningún estado de Israel habría existido, y no habríamos entrado en la guerra de liberación, que en ese momento era una guerra de existencia muy peligrosa.

En resumen, además de ser un acuerdo muy poco rentable, también es un acuerdo criminal, porque con la tierra no se negocia.

Es sorprendente que las personas buenas y honestas no lo entiendan.

El Rabino Eliezar Melamed

Desacuerdos distintos acompañan al «Plan del Siglo» promovido por el presidente de los EEUU amigo de nuestro país y de nuestra tierra, Donald Trump, junto con el primer ministro Benjamín Netanyahu.

Los defensores del plan, afirman acertadamente que aplicar la soberanía a las comunidades judías con el apoyo estadounidense es un gran logro, lo que permitirá un mayor impulso de asentamiento en la mayoría de las comunidades. Además, por primera vez, el reclamo árabe de un estado depende de su adhesión a las normas, políticas y morales que van en contra de su concepto básico lo cual es poco probable que las cumplan.

Los detractores afirman acertadamente que, en principio, el establecimiento de un estado árabe en los territorios de Judea y Samaria no debe ser acordado, tanto por la prohibición de “traición” a la Tierra de Israel, como por el riesgo de seguridad involucrado. Además, argumentan en contra de la congelación que se aplicaría a las comunidades aisladas, y en contra del dibujo de mapas, que por un lado incluyen el área de soberanía israelí aldeas árabes, y por el otro, redujeron la construcción y expansión de las comunidades judías.

Aparentemente, mientras nosotros, los judíos, no lleguemos a un amplio consenso sobre nuestros objetivos, tendremos que avanzar por un camino sinuoso y lleno de baches. Pero para no confundirse, es apropiado examinar cada plan para la tierra de Israel, en relación con la mitzvá (precepto) de asentarse en la Tierra de Israel, y examinarlo preguntándonos: ¿Nos favorece el plan en el asentamiento de la tierra, tanto a corto como a largo plazo, tanto en la expansión de asentamientos como en el fortalecimiento de la soberanía?

Parece que, en nuestra situación actual, a pesar de los errores cometidos por el primer ministro al depositar el trazado de los mapas a personalidades indignas, el programa básicamente nos está haciendo avanzar.

Sin embargo, debemos luchar y presionar con todo el poder para mejorar el plan, de modo que en todas las localidades sea posible continuar construyendo, y que a las aldeas árabes no se les declare soberanía mientras existan áreas judías que puedan unirse antes.

Además, el principio en el que se basa el plan debe combatirse, y ser fijado como «base para las negociaciones para promover la soberanía judía en Judea y Samaria, para regular el estatus de los árabes», y no como como esta escrito hoy en día ”un compromiso para la creación de un estado palestino».

De esta manera, el programa puede ser aceptado, ya que nos promueve tanto en el campo de la soberanía como en el de los asentamientos.

Traducción: Jony Meller

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