Ser judío laico

Baruch Benedictus Spinoza - Foto: Wikipedia - Dominio Público

Shimon Edenburg

Estos días en los que la prestigiosa universidad de Harvard elige por primera vez en su historia un capellán judío, rabino, devoto ateo, rabino Greg Epstein de 44 años de edad, que no cree en la pre-existencia de D-S y dice: ”Considero que el concepto de un D-S sobrenatural es algo que los humanos crearon y no a la inversa”.

¿Sería disruptivo introducir nuevos valores? Podríamos valernos de conceptos como: construir un mundo mejor, luchar por la justicia, ser buenas personas, pensar creativamente, honrar al que trabaja, amar/ayudar al prójimo, respetar a los mayores, ser consecuentes con nuestras ideas. Y donde todas estas premisas hacen más al ser judío/humanista, que la repetitiva lectura de los libros sagrados, que mantienen su valoración. Además, estos preceptos mencionados son “también predicables”.

Por otra parte, podría parafrasear a Primo Levi: ”¿Dónde estaba D-S en Auschwitz?”. Y también muchos párrafos en la mismísima Biblia que arremeten contra el abandono del pueblo hebreo en muchas ocasiones a través de la historia, que renace una y otra vez de sus cenizas y no es una parábola literaria.

El pensador y filosofo judeo-argentino Santiago Kovadlof dijo en su ensayo “Ejercicio judío de la literatura” que: ”Si somos como tantas veces se ha dicho -el pueblo del libro- no es porque lo hayamos escrito, que también, sino porque no cesamos de escribirlo”. Lo que no tiene sentido para un judío laico es la repetición de frases y versículos hechos para nublar el verdadero “oficio” de serlo.

En cambio prefiero la idea de renovar, revivir, rehacer, redefinir, refundar. Todos ellos conceptos enraizados en la historia de nuestros padres y ancestros, dándoles nueva vida, creando nuevos significantes que agreguen luz en cada rincón de nuestros lugares, ese “lugar” que ocuparemos siempre mientras exista una llama que ilumine el camino.

Andar, caminar, investigar, fotografiar, discutir, analizar, y sacar conclusiones; como hacían los estudiosos del Talmud no es solo un invento del judío laico o religioso, es “esa” nuestra “religión”.

A veces somos más hijos de Epicuro que de Moisés, porque mientras este último fijó las bases de las prohibiciones (principalmente con la idea de frenar lo irracional en el pueblo que vagaba 40 años por el desierto de Sinaí camino de la tierra prometida de Canaán, desilusionado y cansado). Y aquí viene Epicuro y nos propone evitar la apatía y el cansancio buscando salidas desde dentro, sabiendo que solo existe materia, átomos dispuestos de distinta manera en el vacío. En esta visión física no hay hueco para ningún D-S vengador y malvado, ni Juicio Final ni Reencarnación, ni 72 vírgenes esperando al yihadista.

No debemos tener miedo a la muerte, según Epicuro, porque si estoy aquí: ella no está, y si aparece la muerte: yo ya habré dejado de estar.

No sería posible, por otra parte, derivar en este mar de inseguridades, continuas crisis y obstáculos sin ejercer de abogados del diablo de nuestro deambular por este mundo. Que, desde lo personal, también juega esta partida, ya que haber nacido en Argentina, ser israelí y vivir en España, habla por sí misma del carácter de este, mi pueblo, y de mi propia raigambre humana laica, cuestionadora y errante.

 Me permito este piccolo preámbulo sobre el ser judío y laico, y me obligo a traer al ruedo a Baruch Benedictus Spinoza que sin duda perfiló el camino de pensadores, filósofos, sociólogos y políticos, sentando las bases sólidas del racionalismo transgresor del siglo XVII. Este pensamiento se contrapone al dualismo que Platón sostenía; donde habría un mundo superior y otro imperfecto replicado, aquí abajo. En filosofía es muy complicado sostener que hay vínculos entre ese arriba perfecto y lo terrenal.

El cristianismo lo intenta con mucho éxito, poniendo a Jesús como nexo, ser humano, transgresor, vinculante entre su Padre y su gente: Los “hijos pecadores”.  Y por tanto ser sin duda la conexión sine qua nonque de cierta manera soluciona esa dicotomía entre lo sobrenatural del ámbito celestial y lo terrenal, que venía angustiando desde el Génesis a la sociedad. Quizás así podríamos entender el éxito indiscutible del Nuevo Testamento.

Un D-S, o sea la naturaleza, según Spinoza, o el alma y el cuerpo serian, parte de lo mismo para el filósofo. Espíritu y materia son dos facetas en las que el mundo se manifiesta, y hay muchas más. La dualidad en su manera de entenderla, es solo parte de infinitas formas posibles en que la realidad se manifiesta a los seres humanos. La realidad tiene infinitas formas y nosotros solo percibimos dos: espiritualidad/cuerpo.

Spinoza fue excomulgado de la comunidad judía de Ámsterdam por transgredir las ideas reinantes en la comunidad del siglo XVII y por haber dudado filosóficamente de D-S CREADOR DE TODO, que es deconstruido por él, aunque de todas maneras lo designa con esa misma palabra, seguramente para no terminar de asustar a la comunidad a la que pertenecía, aunque no lo acepta como lo único; ya que todo, o sea la naturaleza, es infinita y de aquí lo que hay en sí, es infinito.

El mundo no empezó de la nada.

Creatio ex nihilo que Spinoza propone, no existió como tal, como “creada”, sino que estuvo ahí siempre. D-S no es trascendente, la verdad está aquí y es inmanente, es decir es parte indivisible de la Naturaleza.

Newton, después de Galileo, que ya proponía que el mundo era una esfera en movimiento alrededor del sol, idea Copernicana, durante el mismo siglo, propuso y fundamentó la idea de que la gravedad es la clave de la existencia del mundo. Por ejemplo, la atracción entre la Tierra y la Luna es directamente proporcional al producto de sus masas, e inversamente proporcional al cuadrado de la distancia que las separa.

Entiendo que Spinoza estaba influenciado y fue parte de un siglo en que se pusieron las bases racionales y metódicas que nos llevan a la capacidad actual de apoderarnos científicamente de lo aún desconocido, con nuevas certezas y razonando filosófica, matemática y físicamente. La razón humana puede pretender alcanzar el mismo tipo de totalidad, que existía con D-S y que a través de la matemática y el razonamiento científico también se podría confiar en que hay un poder en la razón que reemplaza al Poder unívoco y Total.

La “substancia única e infinita es la realidad que tiene infinitos atributos y esto es D-S o sea la naturaleza”.  Y desde aquí la contraposición que lleva al statu quo judío a expulsarlo de su comunidad, y él: Baruch Benedictus Spinoza seguirá siendo judío porque ha nacido como tal y seguirá siendo un judío laico, de facto.

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