En diálogo con Aurora, René Lima repasa su paso por la liga de Israel con el Maccabi Haifa, así como también las implicancias de la vida en Medio Oriente. Gracias a su ex entrenador Ronni Lewis, el ex mediocampista zurdo pudo experimentar un país totalmente distinto para él, a miles de kilómetros de su hogar.
Sus vivencias, su comida favorita, la grave enfermedad que lo hizo retornar a su país y una anécdota imperdible, en este mano a mano.
- ¿Cómo se dio tu llegada a Maccabi Haifa?
«Mi llegada al equipo se da por un interés del entrenador (Ronni Lewis) que vino de gira a la Argentina y de ahí se contactaron conmigo. Fueron apenas seis meses pero resultó una grata estadía».
- ¿Por qué duró tan poco tiempo?
«Tuve la mala suerte de enfermarme, y tuve que volver de urgencia a mi país. Tuve un cáncer testicular que me descubrieron allá, pero decidí venir a operarme acá para estar cerca de mi familia. Fue la experiencia más dura de mi vida».
- ¿Qué sensaciones tuviste? ¿Qué fue lo primero que se te vino a la cabeza?
«Empecé con dolor y el médico me dijo que vayamos hacer un estudio. Y se me vino a la cabeza lo peor de todo. Por suerte salió todo bien, pero fue un susto grande. Yo era joven y estaba lejos».
- ¿Qué te pareció Israel como país y para vivir?
«Israel es un país hermoso, me encantó su cultura, su gente y sus playas. Pero lo mejor de todo eso fue comer falafel en los carritos de la calle. Me volvía loco el sabor».
- En esa época no era normal irse de River Plate a una liga tan exótica, ¿por qué aceptaste?
«Acepté porque me pidió el director técnico del equipo (Ronni Lewis), y en River Plate no iba a ser tenido en cuenta por el cuerpo técnico de ese momento, así que encajó todo».
- ¿Cómo ves a Maccabi Haifa en la actual Champions League? ¿Puede llegar lejos?
«Lo veo bien para hacer una competición digna, sabiendo que corre de atrás contra los grandes de Europa».
- ¿Tenés alguna anécdota para contar en ese corto tiempo viviendo en Haifa?
«Sí, sí, anécdotas tengo miles. Pero bueno, la más graciosa es la primera vez que sonaron las sirenas por un simulacro y me tiré abajo de la cama. Solo me asusté, y después de un tiempo, cuando se apagó, llamé a un amigo argentino que vivía allá hace tiempo, y se reía. Me dijo que no pasa nada, que me acostumbre».
- ¿Fue complicado cambiar de país, idioma y cultura?
«La realidad es que yo era muy joven, y era la primera vez que salía de casa. Creo que si me hubiera llegado esa oportunidad, hoy, más maduro, sería diferente. Más allá de todo, la cultura y la sociedad hacen de Israel un país maravilloso que me encantaría volver».
