Rabino Elchonon Wasserman y los talones del Mesías

Elchonon Wasserman - Foto: Wikipedia

Ikveta de Meshíja.

No cabe duda que todo tiene su causa. Mi curiosidad por los libros y la lectura, seguramente heredada de mis padres Samuel y Aida Daitch (de bendita memoria), y haber encontrado un libro apasionante del genio y erudito Rab. Wasserman, justamente titulado «Los Talones del Mashíaj».

Biografía

Y si buceamos un poco en la vida de quien fuera discípulo del Jafetz Jaim, tendríamos que recordar que nació en Lituania en 1875, cumpliendo funciones como Rabino y Rosh Yeshivá (director de una Academia Rabínica), tuvo una postura contraria al sionismo (obvio un punto para discutir), pero fue autor de importantes obras de análisis del Talmud (compendio de sabiduría judía), cuyo estudio continúan aún vigentes en muchas Yeshivot (centros de estudio de Torá y Talmud) en todo el mundo.

Citando a Wikipedia podemos mencionar: Kovetz Heoros, Kovetz Shiurim, y Kovetz Maamarim.

Los Talones del Mashíaj.

Volviendo al título de la presente, que se refiere a los días del final del Galut (diáspora), y los días previos a la venida del Mesías, es una mención y una visión cuya base puede encontrarse tanto en ciertos lugares en el Tanaj (Libro de los Salmos), en la Mishná (ley oral), en el Talmud (que amplía y explica la Mishná), en los Midrashim (o relatos) y obvio en la Kabalá (misticismo judío o las profundidades y secretos de la Torá).

Igualmente debemos agregar que el libro del Rabino Wasserman trata también temas de Emuná (fe) y de musar (moral).

Cara y rostro.

Con ayuda del diccionario, vemos que podrían ser sinónimos, aunque la cara se refiere más a lo físico, mientras el rostro a la apariencia.

Y según los sabios los días previos a la llegada del Mesías será una generación que tendrá el rostro como el de un perro. Nada más coincidente con estos tiempos de convulsión social, de subversión o inversión de los valores morales y principios rectores de toda sociedad, junto a una verdadera debacle cultural, ética y económica.

Ver a jóvenes insultando ancianos, o de hijos afrentando a sus padres, es moneda corriente en nuestro presente. A lo que se suma, mayor aislamiento impuesto por la pandemia, con el consiguiente aumento del egoísmo, junto a la ofuscación y la agresividad (con tantos soledosos) de muchos ante pequeños o mínimos estímulos o nimios, que sin embargo en muchos casos provocan explosiones atómicas o verdaderas catástrofes o respuestas de una violencia inusitada y siempre desproporcionada.

Una vieja película.

Viena 1923, y una reunión de grandes rabinos del viejo continente. Y en ese corto, que hace poco tiempo vio la luz, es que podemos ver al Rabino Jafetz Jaim Z»L, y al Rab. Elchonon Wasserman, reunidos junto a otras luminarias del judaísmo ortodoxo europeo.

Un rabino mártir. Reflexión final.

El Rab. Wasserman regresa a una Europa sometida a la bota nazi, para acompañar hasta el final a sus discípulos, alumnos o talmidim. Pensar en esto provoca en muchos de nosotros un estremecimiento profundo. Y si pudiéramos hilar o conectar con un cordel invisible pero real las palabras: korbán o sacrificio, Kidush Hashem o santificar el nombre de D’os, lealtad hasta el final y total. Y si bien, nuestra religión no incentiva el martirio, ya que el Kidush Hashem también puede hacerse con actos provida, esto también es la completitud de este judío, en las buenas y en las malas. Donde su entrega total, nos hace evocar a otro grande Janusz Korczak (Henryk Goldszmit) médico y reconocido pedagogo, que pudiendo salvarse él, rechaza la propuesta del nazi y acompaña a los niños de su orfanato a su muerte en el campo de muerte de Treblinka en 1942.

El Rab. Wasserman en mucho se constituye en un epítome (ejemplo ideal o paradigmático de una cosa), y según testigos frente a la muerte emite una impresionante proclama a sus alumnos: «Estamos siendo ofrecidos como sacrificios ante el Creador, aceptamos con amor su decreto para así salvar las vidas de nuestros hermanos en América, y que no lleguen las garras nazis hasta ellos».

Para concluir, este coloso de la Torá es asesinado en su Lituania natal, junto a muchos de sus talmidim, el 12 del mes de Tamuz de 1941. Y entonces, la definición de martirio para cierre de esta breve reflexión: «muertes o sufrimientos que se padecen por creer en una doctrina y defenderla, especialmente si esta es religiosa».

Las palabras del Rab. Wasserman Z»L se cumplieron, la contienda mundial dio un vuelco definitivo en 1942, y después de mucho sacrificio y vidas perdidas los nazis fueron aniquilados hacia 1945.

Desde lo profundo de lo profundo.

Aprovecho este mes de Menajem Av (el que consuela), para pedir que siempre tengamos la posibilidad de hacer muchos Kidush Hashem en vida, y nunca más tengamos que enfrentar situaciones límites, ser probados ante peligros extremos, acechados por esta clase de odiosos y bestiales enemigos, ya que tenemos una religión de vida, y somos dichosos de tener ese hermoso GPS o brújula que es la Torá que nos impele a hacer el bien siempre para nosotros y nuestras familias y nuestros semejantes.

Que el padecimiento de nuestros hermanos en la Shoá y en la actualidad, sean parte de los Talones del Mashiáj, la antesala a la salvación final y completa y definitiva, la venida del esperado redentor, la reconstrucción del Sagrado Templo de Jerusalén, y la reunión de las diásporas. Amén.

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