“Quería cambiar el mundo, eso fue lo que siempre me propuse hacer”, la historia de “Tato” Bigio, el emprendedor que logró U$S 170 millones para su startup que convierte basura en tesoro

10 marzo, 2022 , , ,
Cortesía.

Por Alan Kronik

Como varios de los Olim, Tato llegó a Israel solo con 17 años sin casi saber hebreo. Jamás imaginó que algunas décadas más tarde fundaría su start-up, UBQ Materials, cuyo producto iba a ser reconocido como “ el material más verde del mundo” al convertir toda la basura doméstica en un plástico alternativo a los convencionales hechos de petróleo.

Al principio vino a estudiar Economía a la Universidad Hebrea de Jerusalem “para probar y vivir una experiencia”. Pero esa experiencia luego se fue extendiendo, hizo su MBA también en la misma universidad, a la que constantemente le agradece por la oportunidad que le dio, donde pudo costearse sus estudios como Jefe de Prácticas en Economía. Vivió en Nueva York, donde conoció la banca de inversión y Wall Street, pero una nueva oportunidad lo hizo volver a Tel Aviv para trabajar en finanzas y convertirse eventualmente en CEO de un importante grupo económico. Allí conoció el mundo empresarial y tuvo la visión de que las energías renovables eran el futuro, que tarde o temprano eso iba a ocurrir. 

Durante 5 años se dedicó a liderar proyectos en este campo, hasta que sintió que era momento “de volar con mis propias alas” y volver a emprender sin saber que años después su pequeña startup recibiría USD 170 millones de dólares de inversión del fondo más importante de impacto social del mundo, del que forma parte Bono de U2; y que marcas como Mercedes Benz, Pepsico y McDonald’s confiarian en su visión y se transformarían en sus clientes. 

¿Cómo era la vida de ese joven “Tato” en Lima?

Yo crecí en Lima, Perú, y estudié en el único colegio judío de Lima, la comunidad allá a pesar de ser chiquita, siempre estuvo muy organizada. Teniamos un colegio, dos tnuot, 3 sinagogas, un club y una comunidad muy sionista y abierta. Vivimos un ambiente muy bonito. La tnua fue parte de mi identidad toda mi vida y me provocó esas ganas de venir a Israel. Sabía que Israel era un país adelantado y pujante en esa época, donde ya se empezaban a destacar todos los avances, por ejemplo, en la agricultura, pero ni en mis mejores escenarios se iba a convertir Israel en la potencia que es hoy. Por eso cuando cumplí 17 años decidí “venir a probar” si me gustaba, de última podía volver a Perú, por eso yo estaba viniendo a conocer Israel y a aventurarme, no es que me estaba escapando de Lima.

¿Y viniste solo?

Si, vine solo, pero mi hermana mayor ya estaba acá, ella había venido también a estudiar. Al principio saque una visa de estudiante para aprobar a ver si me gustaba.. Estudié economía en la Universidad Hebrea de Jerusalem y fue muy difícil, la carrera era en hebreo y yo al principio casi no hablaba nada. Esa experiencia fue muy importante, para conocer la vida real, y adaptarme a la sociedad Israelí. Cuando terminé mi primer título, ya le había tomado el gusto al idioma y por eso decidí hacer mi maestría acá también. Mientras hice mi MBA fui jefe de trabajo de práctica en “Introducción a la Economía”, eso me permitió costear todos mis gastos y poder desarrollarme acá. Toda esa etapa socialmente fue fundamental para mi, ya había entendido el idioma, tenía un grupo de amigos, me sentía más en casa.

¿Cómo pudiste insertarte en el mercado laboral?

Cuando terminé mi maestría, surgieron varias preguntas, no sabía donde iba a trabajar, tenía 23 años y me gustaban las finanzas. Entonces apliqué para irme a trabajar a Wall Street al Citibank, después de varios procesos terminé quedando pero aparentemente mi destino estaba en Israel. A los pocos meses de empezar mi entrenamiento en el banco, me contactó Yossi Maiman, quien terminó siendo mi gran mentor. Él nació en Alemania, en medio de la Segunda Guerra y su familia se escapó a Perú  donde como la comunidad siempre fue chica, nos conocíamos todos. Él luego se fue a vivir a Israel y tenía buenas referencias mías por conocidos en común, por eso cuando me ofreció la oportunidad de venir a trabajar con él a Tel Aviv, ni lo dudé y volví para trabajar ya desde otro lugar.

Cortesía


¿Qué recordás de esa primera experiencia?

Esa experiencia fue espectacular, fueron 12 años maravillosos, ahí aprendí la importancia del trabajo duro, la perseverancia y de formar buenos equipos. El equipo de trabajo era muy unido y estábamos todos muy comprometidos, tuve el privilegio de estar rodeado de gente muy capaz y experimentada, eso me permitió estar en lugares de toma de decisiones que terminó siendo muy nutritivo para mí. En 2002, Yossi adquirió una importante compañía de inversiones que tenía participaciones en diferentes industrias y me dio la hermosa oportunidad de ser el CEO de esa empresa con solo 36 años. Todavía me acuerdo cuando fue la primera reunión del directorio en Nueva York y todos los directores me vieron entrar y pensaron que era un asistente. Esos años realmente fueron maravillosos, viajé mucho, conocí muchas industrias y aprendí a desarrollar la parte de producto en una compañía. En ese momento empezaba a ver que iba a ver un cambio muy grande en el mundo con respecto a la energía y el medio ambiente y que las energías renovables iban a ser la tendencia en las próximas décadas. Era muy claro para mi que hacia ahí iba a ir el mundo, hacia un mundo circular y energías verdes.

Ahí descubriste tu mercado…

Un poco si, por eso cuando vi lo que empezaba a darse en el mundo de la energía le propuse a Yossi que abriéramos una empresa relacionada al sector. Había mucho para explorar sobre las distintas formas de energía alternativa que empezaban a aparecer y así fundamos Merhav Renewables. Esta etapa fue muy interesante, fueron años donde hicimos proyectos de energía solar, eólica, bio-etanol, generando mucho valor, atrayendo inversionistas y luego, cuando vendimos esa empresa, me di cuenta que era el momento de volar con mis propias alas. Veía que empezaba a asomarse todo el ecosistema startup israelí, donde aparecían emprendedores con grandes ideas y mucha creatividad pero sin experiencia en la ejecución. Y esto es fundamental, la ejecución es muy importante, es lo que hace transformar una idea en un realidad. Al mundo del startup le faltaba esa parte también, aparecen buenas ideas pero no saben qué hacer con eso, y yo ya había jugado bastantes partidos en la cancha por eso empecé a hacer consultoría, para que esos proyectos se transformen en realidades.

¿Cómo fue el inicio de UBQ Materials?

En mi etapa como consultor, se me presentó una compañía que tenía la idea de convertir basura en algún material reutilizable, pero le pasó lo que a la mayoría de las startups le pasa que no terminan funcionando. La mayoría de la gente conoce los casos exitosos de los emprendedores, pero estadísticamente por cada caso de éxito hay 20 que fracasan y esta empresa también fracasó, pero me quedó la idea que tenían porque ahí veía mucho potencial. Me contacté con uno de los que había sido inversionista en la startup y le propuse que vuelva a invertir, porque la visión era correcta y comenzamos. Nosotros queríamos transformar toda la basura en un material útil y reciclable y con la cooperación del Prof. Oded Shoseyov de la facultad de Agricultura y Nano Bio-Tecnología arrancamos el trabajo. Tener la validación en el aspecto tecnológico-científico fue clave, porque nos daba la certeza de que se podía hacer. En ese momento, en 2012, fue cuando junto a mis socios, Yehuda Pearl y Eran Lev decidimos fundar UBQ Materials en una pequeña oficina en Petah Tikva.

Ahí comenzaste una nueva aventura..

Si, así como me la jugué con 17 años cuando vine a Israel a los 45 me la volví a jugar. Desde que empezamos en Petah Tikva, literalmente hicimos todo lo que teníamos que hacer durante años, muy enfocados en nuestra tarea sin distraernos en nada, ni página web teníamos, porque aún no había nada completo para mostrar. Durante 6 años trabajamos en el proceso de conversión para desarrollar nuestro producto y certificar todos los procesos internos, queríamos tener todo validado y lo hicimos sin decirle nada a nadie, Nosotros sabíamos que teníamos que salir a mostrar resultados reales y concretos, y no salir a presentar ideas. Eso fue parte importante de nuestro éxito, durante todo ese tiempo nos enfocamos en desarrollar la tecnología, las patentes, en tener certificados todos nuestros procesos, a armar un directorio de lujo con hasta un premio nobel en química y a rodearnos de los mejores profesionales para agregar valor a la compañía. Cuando traes gente que sabe más que uno, un equipo de primera, terminas siendo el Barcelona. Por eso hoy estoy orgulloso del equipo que formamos, con talento de primera, que trabaja en equipo y con una calidad humana extraordinaria.

¿Durante toda esa época entonces mantuvieron la empresa “casi en secreto”?

Es que si, solo hicimos nuestra página web en el momento que estábamos listos para mostrar y vender, a principios del 2019. Por eso nuestros primeros clientes se sorprendían y nos preguntaban de dónde habíamos salido porque no sabían ni que existíamos. Pero veían que el producto funcionaba, nos pedían las certificaciones y las teníamos, nos exigian ver las verificaciones, las patentes y estaban, no podían creer que teníamos todo preparado. Ahí se dieron cuenta que éramos serios, que realmente éramos ganadores, que veníamos a ganar no solamente a hablar. Cuando toda empresa ve un ganador, automáticamente quieren trabajar con vos, y eso fue lo que nos pasó.

¿Qué es lo que hace UBQ?

UBQ es un nuevo plástico altamente sostenible que está hecho enteramente de basura. El proceso innovador y patentado de UBQ convierte la basura doméstica destinada a los basurales, incluidos los restos de comida, plásticos mixtos, cartones, papeles y pañales sucios sin necesidad de separación, en un plástico alternativo a los plásticos convencionales que están hechos de petróleo. UBQ está certificado como el material más verde del mundo.

Así lograron que el fondo más importante de impacto social del mundo les invierta U$S 170 millones…

Con mucho trabajo, porque lograr este tipo de inversión y confianza no es así nomás, no es menor. Invertimos mucho tiempo y muchos recursos para lograrlo había que pasar ciertos exámenes y requisitos. Ese proceso fue bárbaro, porque revalidó mucho de lo que ya veníamos haciendo, que siempre fue hacer lo correcto y jamás tomar un atajo. Nosotros pensamos siempre enfocado en el cliente, por eso cuando salimos al mercado, no hay preguntas de las cuales no tenemos respuestas. De entrada hay que hacer todo bien hecho, sino ahí te das cuenta que no estás listo y eso a nosotros no nos pasó”.


Después de todas experiencias vividas, si le pudieses decir algo a ese Tato que con 17 años preparaba su valija para “venir a probar” a Israel, ¿que le dirias?

Le diría que haga lo mismo, que se la juegue siempre, que el desafío siempre vale la pena. Más allá de las comodidades que podemos tener en casa, acá en Israel también nos sentimos en casa. Obviamente no es fácil y fue mucho más difícil de lo que imaginé pero si me encontrase a ese Tato, le diría que no lo dude ni dos veces, le diría que arriesgue.

¿Y qué le dirías al resto de los Olim que está leyendo esta nota?

No es fácil irse a un país nuevo y arrancar de cero, no hay trucos ni atajos. Pero lo que nunca falla es seguir la pasión que tenemos, muy probablemente sean mayores las chances de éxito si uno hace lo que le gusta, pero hay que tener la energía y la fuerza para seguir tirando siempre hacia adelante. Se trata de correr una maratón, para hacer los 42 kilómetros no hay ningún atajo, hay que seguir corriendo. Tener como objetivo la plata misma, no es una decisión correcta, porque no te va a acercar a lo que te gusta. No todos tienen ese fuego interior, pero si lo tienes, entonces hay que jugársela. Si haces otra cosa que además no te gusta, van a haber otros muchos mejores que tú. Tienes que sentirte a gusto con lo que haces. Si uno hace las cosas bien hechas, el éxito va a venir, no es al revés. Es como dice el dicho “con paciencia y con saliva, al elefante se lo come la hormiga”. Hay que tirar para adelante sin parar y sin tirar la rienda. Lo dijo Ben Gurion, uno de nuestros líderes más importantes, “los milagros existen, pero hay que ayudarlos a que ocurran. La satisfacción llega cuando arriesgamos, y sentimos que dejamos todo por nuestras pasiones. En lo personal jamás imaginé que podía estar en este lugar, y es lo que también le digo hoy a mis 4 hijos, que siempre sigan intentando que ahí va a aparecer la verdadera satisfacción. Nosotros queríamos cambiar el mundo, sabíamos que si lo ejecutamos bien íbamos a cambiar la historia. Eso es lo que estamos haciendo, cambiar al mundo para bien.

Compartir
One thought on ““Quería cambiar el mundo, eso fue lo que siempre me propuse hacer”, la historia de “Tato” Bigio, el emprendedor que logró U$S 170 millones para su startup que convierte basura en tesoro”
  1. Que interesante Historia de esfuerzo , perseverancia y Logros . Es cierto cambiar de un escenario a otro por conocer es Dificil pero No imposible !!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.