Por qué Freud dijo que Moisés no era judío

9 agosto, 2024 , ,
circa 1935: Sigmund Freud (1856 - 1939) the neurologist and founder of psychoanalysis. (Photo by Hans Casparius/Hulton Archive/Getty Images)

Por Patricia Kolesnicov

En «Moisés y la religión monoteísta», el padre del psicoanálisis desarrolla una hipótesis en que el héroe del Éxodo es egipcio. Cómo leerlo gratis en cualquier computadora, tablet o teléfono.

Moisés y la religión monoteísta” se puede descargar gratis de Bajalibros clickeando aquí

Además de el-padre-del-psicoanálisis, Sigmund Freud es un autor que cuenta cuentos y los cuenta muy bien. Casos, ideas o, como en este caso, alguna hipótesis sobre la historia. Mantiene la tensión y sorprende con las resoluciones que va proponiendo: un gran escritor

Pero lo que quiero contar es otra cosa: me metí a leer Moisés y la religión monoteísta, una idea que Freud va desarrollando en tres ensayos y que parte de una afirmación difícil de aceptar: ¡que Moisés el principal héroe judío, no era judío!

Los primeros dos ensayos los escribió en Viena en 1934 y 1936. El último —donde de alguna manera toma lo que ha ido pensando en los anteriores y lo desarrolla— lo redactó en Londres. En el medio, los nazis habían invadido Austria y el judío Freud ya no tenía patria. Él no se hace el distraído y alude a esto.

En fin, que ya ves: gran momento eligió Freud para tratar de entender el monoteísmo. En el tercer ensayo cuenta: “Convencido de que ahora ya no se me perseguiría tan sólo por mis ideas, sino también por mi ‘raza’, abandoné con muchos amigos la ciudad que fuera mi hogar durante setenta y ocho años, desde mi temprana infancia”.

Así que la historia de este libro también es la de ese recorrido: el del intelectual judío que por un golpe de la historia tiene que dejarlo todo. Como parte de un éxodo, claro.

Como se sabe, Moisés es el personaje central del relato que cuenta la salida de la esclavitud en Egipto, de su mano, y el paso a la libertad. En ese paso, en el camino del desierto, tras el gran episodio de la apertura de las aguas del Mar Rojo, Moisés le da al pueblo judío las tablas de la ley, la religión.

Cómo es la historia

Esto dice el relato “oficial”: el Faraón había ordenado matar a los bebés varones judíos para librarse de futuras amenazas. En este contexto nace un niño que la madre se niega a matar; entonces lo disimula en una cesta y lo apoya en el río. Las aguas lo llevan o queda entre juncos y un poco más allá se está bañando (o llega) la hija del Faraón, que lo ve, lo recoge, lo cría como uno más en palacio. Moisés crece en la realeza, como un príncipe egipcio, pero un día ve cómo un capataz castiga a un esclavo; la injusticia lo rebela y huye a Madián —en el desierto de Sinaí—, donde trabaja de pastor y se casa con la hija de un sacerdote. Volverá cuarenta años después, cuando Dios se le revele en la forma de una zarza ardiente y le ordene ir a liberar a su pueblo. Habla con el Faraón… nada. Dios mediante manda piojos, ranas, oscuridad, sangre… muerte de los primogénitos. El Faraón abre paso pero los hace perseguir y cuando el pueblo judío tiene a los soldados atrás, Moisés —con el brazo divino— abre las aguas y ya están del otro lado.

Qué dice Freud

El tema es que Freud arranca con una idea revulsiva: que Moisés efectivamente ERA egipcio. Una prueba es el nombre: Mose, dice, es “niño” en idioma egipcio. Y era el final de muchos nombres, como “Ptah- mose”, que significa “niño de Ptah”.

¿El libertador sería un hijo del opresor? ¿Y por qué querría soltar a los esclavos? Pero yendo más lejos: si los soltara y les diera una religión, ¿no sería la suya? Además, la religión egipcia, recuerden, es cualquier cosa menos monoteísta… ¿entonces?

Freud muestra que hubo en la época —1375 antes de Cristo— un joven faraón, llamado Amenhotep que quiso imponer una religión monoteísta, la primera religión monoteísta que se conoce. Que eso, dirá, tenía que ver con la expansión de Egipto: un pueblo que conquista a otros necesita un dios que funcione para todos. Ese dios se llamaba Aton, cuenta el creador del psicoanálisis y hace notar la similitud del nombre con “Adonai”, una de las maneras de nombrar al dios judío hasta hoy.

Entusiasmado con su nueva fe imperial, el faraón cambió su nombre por Ikhnaton, que significa algo como “de gran utilidad para Aton”. Pero el monarca murió en 1358 antes de Cristo y con él su religión, que no prendió en su pueblo.

Moisés habría sido uno de los adláteres del faraón, uno de los suyos. Tal vez —ya que estamos haciendo hipótesis— el gobernador de una provincia fronteriza donde se habían asentado tiempo atrás unos semitas. Decidió —dice Freud— empezar de nuevo, darle un nuevo pueblo a su dios Aton. Eligió a esos semitas —el “pueblo elegido”— y allá fue con el monoteísmo y con algo más: la circuncisión. Se llevó ese dios y esa costumbre que entonces se practicaba en Egipto.

Hay mucho más, mucho más. Freud muestra los vaivenes de la Historia y cómo el Moisés que conocemos es, en realidad, la suma de dos personajes. Al Moisés de Egipto, dice, lo mataron los suyos.

El otro “Moisés”  tiene que ver con otro pueblo y otro dios, menos inmaterial. En la realidad ese otro dios, que no era distinto del de sus vecinos, se impuso. Pero en el fondo del recuerdo quedó el de Moisés y su singularidad. Los profetas lo rescataron.

La humanidad, dice Freud, valora lo espiritual sobre lo material, la contención de los instintos a su despliegue. O, en definitiva —ay, Freud— lo paterno, que es un supuesto —durante gran parte de la historia quién era el padre de alguien era incomprobable—, a lo materno, que es sólido y concreto.

El análisis llega al Cristianismo y cómo modifica esa idea monoteísta absolutamente inmaterial por una más atenuada y por qué la religión del Padre se vuelve la del Hijo.

Se va apoyando en estudios históricos y arqueológicos y desplegando su imaginación teórica, que es deliciosa.

Mis subrayados

1. «El abandono en la caja es una inconfundible representación simbólica del nacimiento: la caja es el vientre materno; el agua, el líquido amniótico. En incontables sueños, la relación padres-hijo es representada por el extraer o salvar de las aguas».

2. «En todos los casos a nuestro alcance, la primera familia, aquella que abandona al niño, es la ficticia; la segunda, en cambio, la que lo recoge y lo cría, es la verdadera. Si nos atrevemos a conceder vigencia general a esta regla, sometiéndole también la leyenda de Moisés, advertiremos de pronto con toda claridad: Moisés es un egipcio, probablemente noble, que merced a la leyenda ha de ser convertido en judío».

3. «(…) no es fácil conjeturar qué puede haber inducido a un encumbrado egipcio —príncipe quizá, sacerdote o alto funcionario— a encabezar una horda de inmigrantes extranjeros, culturalmente inferiores, para abandonar con ellos su país».

4. «Con la creencia en un dios único nació casi inevitablemente la intolerancia religiosa, extraña a los tiempos anteriores y también a largas épocas ulteriores».

5. «Al preguntarnos de dónde les llegó a los judíos la costumbre de la circuncisión, tendremos que seguir contestándonos: de Egipto. Heródoto, el ‘padre de la Historia’, nos informa que la costumbre de la circuncisión existía en Egipto desde mucho tiempo atrás, y sus palabras han sido confirmadas por los exámenes de momias y aún por las figuras murales de las sepulturas».

6. «Estudiando al profeta Oseas (segunda mitad del siglo VIII), halló rastros inconfundibles de una tradición según la cual Moisés, el institutor de la religión, habría tenido fin violento en el curso de una rebelión de su pueblo, tozudo y levantisco, que al mismo tiempo renegó de la religión instituida por aquel».

7. «Tanto Moisés como lkhnaton sufrieron el destino de todos los déspotas ilustrados. El pueblo judío de Moisés era tan incapaz como los egipcios de la dinastía XVIII para soportar una religión tan espiritualizada (…)».

8. «Entre los preceptos de la religión mosaica se cuenta uno cuya importancia es mayor de lo que a primera vista se sospecharía. Me refiero a la prohibición de representar a Dios por una imagen; es decir, a la obligación de venerar a un Dios que no es posible ver».

9. «En todo caso, esta prohibición tuvo que ejercer, al ser aceptada, un profundo efecto, pues significaba subordinar la percepción sensorial a una idea decididamente abstracta, un triunfo de la intelectualidad sobre la sensualidad y, estrictamente considerada, una renuncia a los instintos (…)».

10. «En efecto, tanto nuestros niños como los adultos neuróticos y los pueblos primitivos presentan el fenómeno psíquico que denominamos creencia en la ‘omnipotencia del pensamiento’. A juicio nuestro, se trata de una supervaloración del influjo que nuestros actos psíquicos -en este caso los actos intelectuales- pueden ejercer sobre el mundo exterior, modificándolo».

11. «Más tarde aun ocurre que la espiritualidad misma es dominada por el curiosísimo  fenómeno emocional de la fe, llegándose de tal modo al famoso credo quia absurdum».

12. «La religión que comenzó con la prohibición de formarse una imagen de Dios evoluciona cada vez más en el curso de los siglos, hasta convertirse en una religión de la renuncia instintual. No es que exija la abstinencia sexual; se conforma con una limitación sensible de la libertad sexual».

13. «(…) habíase apoderado de todos los pueblos del Mediterráneo como un sordo malestar, como una premonición cataclísmica cuyo motivo nadie acertaba a que sólo ha llegado a captar las causas ocasionales y accesorias de aquella distimia colectiva. Fue también el judaísmo el que despejó esa opresiva situación. En efecto, a pesar de los múltiples brotes y asomos de esa idea en los diversos pueblos, fue en la mente de un judío, de Saulo de Tarso —llamado Pablo como ciudadano romano—, en la que por vez primera surgió el reconocimiento: ‘Nosotros somos tan desgraciados porque hemos matado a Dios Padre’. Es plenamente comprensible que no atinara a captar esta parte de la verdad, sino bajo el disfraz delirante del alborozado mensaje: ‘Estamos redimidos de toda culpa desde que uno de los nuestros rindió su vida para expiar nuestros pecados'».

14. » La fuerza que esta nueva fe derivó de su arraigo en la verdad histórica le permitió barrer todos los obstáculos; en lugar de la gozosa sensación de ser el pueblo elegido, aparecía ahora la liberadora redención».

Fuente: INFOBAE

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One thought on “Por qué Freud dijo que Moisés no era judío”
  1. Interesante articulo, Moises en efecto no era judio de acuerdo a la epoca que vivio. era Israelita e de la tribu de Levi y no de Juda , Ademas la figura de Moises trasciende al judaimo. ya que es un figugura muy importante entre los Cristianos y musulmanes

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