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París recuerda la mentira que dio alas al antisemitismo: Dreyfus como símbolo de la verdad

15 de marzo de 2025 , , , ,
Capitan Alfred Dreyfus Foto: Wikimedia Commons Dominio Público

Más de 130 años después del caso que cambió la historia de Francia y que dio alas al antisemitismo en Europa, una exposición en París recuerda a Alfred Dreyfus, el capitán francés judío acusado falsamente de alta traición y encarcelado durante cinco años, como un símbolo moderno de la verdad.

El Museo del Arte y la Historia del Judaísmo de la capital francesa alberga desde esta semana la muestra, titulada ‘Alfred Dreyfus. Verdad y justicia’, veinte años después de la última exposición dedicada a este caso judicial y político, que dividió y conmocionó a la sociedad francesa.

Con una fuerte ambición estética e histórica, la exposición presta más atención al contexto histórico, con el influjo ultranacionalista de la época, y tiene como novedad la voz del personaje en primera persona contando su historia como hilo conductor.

“Le damos una nueva dimensión a Dreyfus, tanto histórica como humana”, explica Isabelle Cahn, una de los curadores de la exposición, que añade que en estos veinte años han conocido más detalles sobre las “maquinaciones” detrás del caso y sobre su primer abogado.

Estos nuevos documentos forman parte de los sesenta escritos de la colección que, junto con los objetos y las obras de arte, suman 250 piezas procedentes tanto de su propio archivo como del Museo de Orsay y, en menor medida, de los Archivos Nacionales, la Biblioteca Nacional de Francia, el Museo del Ejército o el Museo Carnavalet.

Este museo recupera este caso, que fue uno de los gérmenes del movimiento sionista, en momentos en el que el antisemitismo ha ganado fuerza, en Europa y en Francia, tras los atentados terroristas de Hamas de octubre de 2023, contra las comunidades del sur de Israel.

En primera persona

A lo largo de una docena de salas, Dreyfus relata su vida de forma cronológica e intercalada con el contexto de una República francesa debilitada tras la derrota en la guerra franco-prusiana y a las puertas de la Primera Guerra Mundial.

El militar judío, que nació en la región de Alsacia, cedida a Alemania en el Armisticio de Versalles, quiso mantener igual que su familia la nacionalidad francesa y se enroló en el Ejército por un ferviente sentimiento patriota.

En 1894, un consejo de guerra lo declaró culpable de espionaje a favor de Alemania, en un proceso judicial repleto de irregularidades incomprensibles sin tener en cuenta el movimiento nacionalista, racista y antisemita que crecía en Francia y en los países europeos a finales del siglo XIX.

En un cartel de las elecciones legislativas de 1889, cinco años antes, que forma parte de los cerca de 250 objetos y documentos expuestos, se puede leer una de estas consignas antisemitas que proliferaban en la Francia de la época: “Los judíos solo son grandes porque estamos de rodillas”.

“Evocamos el contexto histórico de antisemitismo de finales del siglo XIX, que es un antisemitismo racial”, incide Cahn.

La exposición recuerda que este caso fue uno de los motivos que llevaron al periodista austríaco Theodor Herzl, que siguió el juicio, a impulsar el concepto del sionismo, la creación de un Estado judío en la Tierra de Israel (Eretz Israel).

Antes de ser recluido en la Guayana francesa, Dreyfus fue despojado de los galones e insignias de su uniforme de oficial en una ceremonia humillante en el patio de armas de la Escuela Militar, ante los ojos del público y de los lectores de la prensa, cuyos ejemplares originales se pueden visitar en la exposición.

A pesar de que ni el propio Dreyfus ni su familia dejaron de reivindicar su inocencia y de pedir que se reabriese el caso, no fue hasta la absolución del verdadero culpable de traición, el comandante de origen húngaro Ferdinand Walsin Esterharzy, que se desencadenó una fuerte reacción de los intelectuales franceses y de la opinión pública.

En enero de 1898, el escritor Émile Zola publicó en el diario L’Aurore una carta al presidente de la República, Félix Faure, en la que denunció la confabulación de la institución militar para acusar al militar judío en base a pruebas falsas que luego encubrieron para lavar su imagen.

En la exposición, que estará abierta hasta julio, se presenta un ejemplar original de esta famosa pieza de Zola, titulada “J’Accuse” y que desencadenó, tras vender más de 300.000 copias, todo un campo de batalla en la opinión pública francesa con ‘dreyfusianos’ y ‘antidreyfusianos’ confrontándose en la prensa, la literatura, las calles y los carteles populares.

Aunque finalmente el presidente amnistió a Dreyfus y se reinsertó en el Ejército francés, la mayor preocupación del militar siempre fue el daño que había sufrido su honor y el recuerdo que quedaría de su nombre, ya que la falsa etiqueta de “traidor” no le abandonó.

Hoy, en un clima de posverdad y noticias falsas, este museo de París recuerda el impacto del caso Dreyfus en el cine y el imaginario popular, y refleja el peligro y el alcance de las mentiras que, impulsadas por ideas de odio, siguen resonando en el presente.

“Dreyfus fue acusado de traición sobre todo porque era judío”, reitera Cahn. EFE y Aurora

3 thoughts on “París recuerda la mentira que dio alas al antisemitismo: Dreyfus como símbolo de la verdad”
  1. Cuando parecían que el antisemitismo medieval y el inmediatamente posterior de la Santa Inquisición Española habían quedado atrás o que eran cosas de atrasados, el relativamente reciente antisemitismo más criminal no tanto comenzó con los criminales nazis alemanes, el estereotipado judío de la Alemania nazi también aparecía en el periódico antisemita francés La libre parole, fundado en 1892 por el conocido antisemita Édouard Drumont. La Libre parole estuvo involucrada en la campaña en contra de Dreyfus,​ así como otras hasta 1924 que dejó de publicarse.​ También publicó una traducción de Los protocolos de los sabios de Sion. Uno de los mejores libros para intentar explicar lo que ocurría durante el nuevo resurgir del antisemitismo en esta época, a finales del siglo XIX, es «A vueltas con la cuestión judía» (2011) de Elisabeth Roudinesco, conocida psicoanalista francesa, judía de origen rumano. Aunque la autora es de izquierdas, como lacaniana que es, no es una lectura que parezca comunista ni del enrevesado psicoanálisis, más bien transmite un gran conocimiento. La tradicional discriminación de los judíos, más bien religiosa, habría pasado a odio visceral hacia mediados del siglo XIX precisamente en la culta e ilustrada Francia. Sorprendía que en Francia hubiera tantos intelectuales antisemitas o los que colaboraron aportando sin pretenderlo otro argumento para los antisemitas, además lo mismo los que se sumaban a la causa eran de izquierdas que de derechas, o ateos, católicos, protestantes, o muchos de estos eran judíos que renegaban de ser judíos. No pocas veces se contradecían, o entre ellos utilizaban los argumentos de otros aun siendo de ideologías incompatibles, su único nexo en común era el antisemitismo. Otras veces manipulaban reinterpretando a su manera a escritores muy populares como Victor Hugo, o al mismo Nietzsche, cuando en realidad criticó duramente a los antisemitas y a los que utilizaban sus libros para justificar el odio a los judíos, o el que se toma como su mejor amigo era el judío Paul Rée, incluso a veces se pueden leer especulaciones sobre que eran amantes o que montaron un trío más allá del meramente intelectual con la escritora Lou Andreas-Salomé, o también era judío el crítico y filósofo danés George Brandes, que al contrario que las rara avis que menciona Roudinesco, no parece que pudiera tirar piedras contra su propio tejado, es decir, contra los judíos. Si bien, el nihilismo tiene la curiosa característica de que cada uno lo reinterpreta como le viene en gana, no solo los perturbados fascistas y nazis, o la alarmante falta de educación y cultura provocan los desvaríos de lo que es simple filosofía o como mucho cultura o arte como bien podría afirmarse que la autodefinió el propio Nietzsche. Pero, al igual que ocurrió con el nihilismo de Nietzsche, la tomaron con los judíos, les dio por ahí, lo mismo que les pudo haber dado por darse cabezazos contra las paredes o por chupar bombillas, y no había forma de quitárselo de la cabeza. Razonaban su odio contra los judíos con justificaciones o expresiones cultas y científicas, pero naturalmente con unas bases absurdas, y llegaban a justificar cualquier error propio o de causa desconocida como otra vez con origen en los judíos.

  2. En el caso del francés antisemita Drumont, según la autora su libro «La Francia judía» todavía hoy forma parte de «la trilogía del odio» junto con el «Mein Kampf» de Hitler y «Los protocolos de los sabios de Sión». Hitler sería el que llevó al extremo o hizo realidad el deseo de todo este antisemitismo que se inició en la culta Francia, aunque la mayoría de los franceses en principio no albergaban fines tan criminales, eran más intelectuales o teóricos. Igual de sorprendente es que hoy día, en pleno siglo XXI, aun con internet y con tantos avances, tengan cabida estas ideas tan anacrónicas, repitiendo los mismos argumentos absurdos sin fundamento alguno. Francia pasó de ser el país de la Ilustración, de la Revolución, de la República y la democracia, a dejarse arrastrar por esta panda de reaccionarios, monárquicos absolutistas, ultranacionalistas, racistas católicos y cristianos, llevando a Francia hacia una vuelta atrás en el tiempo hasta algún punto de la Historia que considerasen ideal, en el caso de Francia a la Edad Media, como los fascistas y nazis españoles, si bien estos locuelos españoles también dan muchos otros saltos espacio-temporales, probablemente con tecnología alienígena, copiando a otros compadres incluyen viajes a la antigua Roma, o a los tiempos celtas de las brujas o druidas de su raza aria superior de los gallegos, o seguramente muchos otros van a otros planetas o a la Luna donde según algunos entre los más perturbados residen los nazis alemanes y tienen OVNIs, es solo que las actuales potencias democráticas lo mantienen oculto al mundo con su gran poder manipulador. Según Roudinesco, «Aunque se proclama europeo en su cruzada contra los Judíos, Drumont califica de judío todo lo que no es «francés». En consecuencia, los inmigrantes son Judíos. Pero esto no basta. Para que un no Judío pueda equipararse a un Judío, tendrá que ser o francmasón, o ateo, o republicano, o protestante, o jacobino. Así, Cambacérès es considerado judío porque se considera francmasón, y lo mismo sucede con Léon Gambetta, porque es republicano y de origen italiano. Por obra y gracia de este razonamiento, Francia estaba «judaizada» por los cuatro costados, toda vez que, por culpa de Voltaire y del abate Grégoire —el primero por anticristiano y el segundo por apóstata —, los Judíos se apoderaron de todo a causa de su emancipación», con este último término está refiriéndose a la tendencia entre los judíos de la época por integrarse en las sociedades laicas de los estados europeos, vistiendo y comportándose como los europeos del país, incluso permitiéndose el lujo de ser ateos. La emancipación fue una costumbre común entre los judíos o una actualización a los tiempos que a la postre les supuso que les fuese aun peor comparado con las persecuciones que vivieron los judíos anteriormente en Europa. Los fascistas y nazis actuales no son distintos de aquellos criminales que llevaron a Europa al precipicio, los que tiraron todos los valores europeos por la borda, les daba igual ya que ellos mismos junto con sus ideologías o creencias estarían por encima de todo, para conseguir sus fundamentalistas objetivos finales no importaban los medios. Elisabeth Roudinesco menciona en su libro no solo los orígenes del antisemitismo, también del negacionismo o la equiparación de antisionismo con antisemitismo, lo que une a diversas ideologías aparentemente antagónicas: a los islamistas que apoyan a grupos terroristas árabes, a fascistas, a neonazis, a izquierdistas, a anarquistas, etc., por ejemplo el conocido gurú de la izquierda Noam Chomsky es un ferviente antisionista que escribió el prólogo de un libro del antisemita Robert Faurisson, el libro que dio origen al negacionismo más moderno o a su justificación intelectual. No hay que olvidar que los comunistas y los anarquistas, los de todo el mundo y también los españoles, no solo suelen creer todos los disparates que va soltando Chomsky, también suelen repetir lo de la conspiración mundial de judíos y judeomasones, por ejemplo a través de sectas secretas como el archifamoso Club Bilderberg. Quizás los comunistas están algo más centrados en la parte del dominio económico mundial mientras que los fascistas y nazis, o también los ultracatólicos, gustan más mezclarlo todo en esas mismas conspiraciones, es decir, mezclan los dineros con el control político, con el de la salud de la población y el control mental mediante las farmacéuticas, también con el ocultismo, los poderes paranormales, o con los secuestros, orgías, violaciones y sacrificios de niños para las adoraciones al Demonio. O la teoría de «el gran reemplazo» es una gran conspiración con la que judíos y masones, junto con sus afines de partidos de izquierdas, aunque otros nuevos antisemitas como los perturbados americanos de QAnon denominan a todos estos con el eufemismo de «las élites», quieren exterminar a la raza blanca mediante sus políticas laxas con los inmigrantes, con el aborto, con los homosexuales, etc.

  3. El profundo nacionalismo excluyente de la Francia del Siglo XXI y hasta, al menos, la primera mitad del Siglo XX, produjo un racismo tan intenso que el antisemitismo es, con todo y su crueldad, sólo la punta del iceberg. No se libraba nadie que no fuese tan francés con el queso gruyere, incluidos sus agujeros.

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