El Ministerio de Finanzas, junto con el Ministerio de Protección Ambiental y la Autoridad Tributaria de Israel presentaron en septiembre un borrador para renovar la concesión de la empresa Dead Sea Works, actualmente parte del grupo ICL, cuyo contrato expira en 2030, para la explotación comercial del Mar Muerto.
El contrato presentado otorga derechos exclusivos para extraer minerales como potasio y usar amplias áreas circundantes del Mar Muerto.
ICL es una empresa subsidiaria de Israel Corporation que genera entre el 53% y el 64% de sus ganancias operativas del Mar Muerto, con un promedio anual de entre $690 y $830 millones de dólares entre 2017 y 2023.
Los expertos ambientales adivirtieron que su actividad ha dejado un importante impacto ambiental, desde la construcción de bancos de arena y vertederos de sal hasta el abandono de infraestructuras a medida que el mar retrocede. Desde 1976, el Mar Muerto ha perdido la mitad de su tamaño, y la principal causa de esto es el bombeo industrial y la desviación de aguas dulces que alimentaban al mar.
Una de las organizaciones que criticaron la propuesta gubernamental fue Adam Teva V’Din, que argumentó que la empresa debería reparar los daños ambientales, y que el contrato no lo establece como una obligación.
Además, piden que ICL cumpla con su compromiso de remover la sal acumulada en el fondo del estanque de evaporación más grande y se acelere el mapeo estatal de los daños ambientales antes de la renovación de la concesión.