Opinión: Atentado a la coexistencia

Camilo Torres Perl – Director de Política y Comunicación de Israel Sin Fronteras
La tragedia, fruto del odio brutal, vuelve a golpear a dos familias israelíes, a Israel y al pueblo judío.
A menos de un mes de que Khalil Jabarin, un adolescente árabe palestino de la aldea de Yatta, asesinase a Ari Fuld, apuñalándolo a sangre fría por la espalda a las afueras de un supermercado en Gush Etzion; este domingo 7 de octubre a primera hora de la mañana, Ashraf Walid Suleiman Na’alwa de 23 años,  residente de la aldea árabe palestina de Shweiki, ató las manos de sus compañeros de trabajo, Kim Levengrond Yehezkel y Ziv Hajbi; y luego les disparó a quema ropa.
Kim Levengrond Yehezkel, se desempeñaba como asistente del gerente, Ziv Hajbi, trabajaba en el departamento de contabilidad y el asesino era electricista. Los tres eran compañeros de trabajo en la empresa Alon Industries ubicada en la zona industrial de Barkan, la cual se encuentra en Samaria y se caracteriza por la convivencia entre judíos y árabes palestinos. Se calcula que en el parque industrial de Barkan trabajan entre 7.000 a 8.000 personas y que cerca del 50% son judíos y el otro 50% árabes palestinos.
Kim de 28 años, residente de Rosh Ha’ayin, estaba casada y era madre de un niño de 18 meses. Ziv de 35 años, residía en Rishon Letzion, estaba casado y era padre de tres hijos pequeños.
El terrorista, poco antes de cometer el atentado, habría posteado en su perfil de Facebook: “Alá, dame el mensaje que espero de ti, tú eres el más grande pastor”. Suleiman Na’alwa trabajaba en la fábrica desde hace 7 meses y contaba con todos sus papeles en regla.
Las fuerzas de seguridad israelíes aún no han podido dar con el paradero del terrorista y continúan en su búsqueda realizando varios operativos en la zona.
“Wafa”, la agencia de noticias oficial de la Autoridad Palestina no ha publicado ninguna condena al atroz asesinato y hasta el momento las únicas referencias al hecho fueron tres publicaciones, la primera daba cuenta del “cierre de las entradas a los pueblos aledaños”, por parte de la “ocupación” (término usado para referirse a las fuerzas de seguridad israelíes), debido a la muerte de dos “colonos” luego de una “operación armada”.
La segunda publicación hablaba de la “invasión de la ocupación a varios poblados árabes para investigaciones” y la tercera referencia al asesinato, ha hecho referencia a que la “ocupación” ha detenido a un joven del poblado de Shewiki”.
Como era de esperarse ante este tipo de actos terroristas, en varias calles de Gaza, algunos árabes palestinos han salido a repartir caramelos a los transeúntes para celebrar el asesinato de los dos israelíes. Por otro lado los voceros del Hamas han expresado que “este atentado es un nuevo capítulo en nuestra resistencia en Cisjordania”.
“Este incidente prueba que los intentos de la Autoridad Palestina de normalizar relaciones con la ocupación sionista son infructuosos” y añadieron que “la juventud palestina desea confrontación”.
Si bien no se han adjudicado autoría en este atentado, sin embargo, Hamas ha dejado clara su aprobación al mismo.
Este nuevo atroz capítulo en Israel genera más de una duda ante la posibilidad de la coexistencia.
Años de permanente trabajo de diferentes organizaciones gubernamentales y no gubernamentales, iniciativas privadas y públicas que promueven la convivencia, el trabajo conjunto, estudios formales e informales, deportes, actividades culturales y artísticas que buscan acercar a judíos y árabes se ven desmoronadas ante estos trágicos eventos.
Líderes israelíes políticos  y civiles han levantado su voz de indignación ante la permanente instigación al odio por parte de diferentes organizaciones y estamentos de la Autoridad Palestina.
Estados Unidos  y Europa han cortado desde hace meses el financiamiento a la Autoridad Palestina, ante la evidencia de una estructura financiera que estimula el terrorismo mediante el pago de subvenciones económicas a las familias de los terroristas y material didáctico que se imparte en las escuelas palestinas, que instiga el odio hacia Israel y los judíos.
Pero aún falta mucho, demasiado por hacer.
La solución jamás vendrá de fuera ni menos aún de sus vecinos israelíes. Son los mismos árabes palestinos quienes deben demostrarse a sí mismos que desean vivir en paz.
Sin embargo, mientras los árabes palestinos no cambien de mentalidad ni  de líderes; mientras no concentren sus esfuerzos en construir una sociedad libre de odio gratuito y sigan enseñando a sus hijos en hogares y escuelas que su máxima aspiración en la vida, debe ser asesinar judíos y redimir la “causa palestina”; todos los esfuerzos que las mismas minorías árabes palestinas hagan junto a sus pares israelíes, no servirán de nada si la estructura y la mayoría de la sociedad árabe palestina solo sueña con muerte y destrucción.
Mientras tanto el dolor de estas tragedias seguirán golpeando duramente a familias israelíes, a todo Israel y al Pueblo Judío.
 

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