Por Yohanan Tzoref
El 21 de enero, las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) lanzaron la Operación “Muro de Hierro” en el campo de refugiados de Yenín para “mantener la libertad de acción” en toda Cisjordania y neutralizar las infraestructuras terroristas amenazantes, según declaraciones del portavoz militar.
El primer ministro y el ministro de Defensa añadieron que la operación se llevó a cabo bajo la directiva del Gobierno para frustrar el terrorismo y fortalecer la seguridad en Judea y Samaria, enfatizando que Israel está “actuando sistemática y decisivamente contra el eje iraní dondequiera que extienda sus brazos”.
El Ministro Smotrich incluso señaló con orgullo que esta operación es parte de los objetivos de guerra añadidos a petición suya durante la reunión del Gabinete del 18 de enero, tras el mortífero ataque en la aldea palestina de Funduq el 6 de enero, en el que fueron asesinados tres israelíes.
Esta operación se produce en el contexto del alto el fuego en la Franja de Gaza, una decisión cuya aprobación por parte del Gobierno israelí ha encontrado gran resistencia y desafíos para la estabilidad de la coalición.
Los ministros que vieron el alto el fuego como una futura amenaza a la seguridad exigieron la expansión de las operaciones de las FDI en Judea y Samaria.
Paralelamente, durante más de un mes, las fuerzas de seguridad palestinas han estado llevando a cabo una operación a gran escala en el campo de refugiados de Yenin, apuntando a lo que describen como “infractores armados de la ley” que alteran el orden en el campo y arrestando a individuos buscados por las FDI.
Esta medida es notable dadas las actuales tensiones crecientes y el deseo de la Autoridad Palestina (AP) de demostrar determinación ante una creciente pérdida de control y la percepción de su debilidad, particularmente en zonas volátiles como Yenín.
La operación de las FDI se lleva a cabo mientras las fuerzas de seguridad palestinas todavía están presentes en la zona, después de haber impuesto un asedio al campamento de refugiados y haber alcanzado un acuerdo de alto el fuego con las facciones armadas de su interior.
Sin embargo, los militantes violaron el acuerdo, alegando que las fuerzas de seguridad palestinas no retiraron a sus francotiradores de los alrededores del campamento y colaboraron efectivamente con las FDI, que simultáneamente llevaron a cabo ataques aéreos selectivos contra individuos buscados dentro del campamento.
Las fuerzas de seguridad palestinas abandonaron el campamento humilladas al comienzo de la operación, tras haber recibido notificaciones de las FDI a través de bípers (buscapersonas) anunciando el asalto.
Mientras tanto, Zaher Jabarin, un alto dirigente de Hamas con base en Turquía que actualmente es responsable de las operaciones de Hamas en Cisjordania, está utilizando la operación para criticar a la Autoridad Palestina (AP) y vincular Gaza con Cisjordania.
Afirma que Israel no hace distinción entre las diferentes facciones palestinas ni entre Gaza y Cisjordania, e insta a la Autoridad Palestina a convocar una conferencia nacional para declarar la unidad palestina.
La Autoridad Palestina, por su parte, sigue comprometida con su enfoque político y se niega a jugar en manos de Hamás.
Recientemente, incluso lanzó una campaña contra Hamás, destacando sus supuestos “logros” y el inmenso sufrimiento que ha causado a los palestinos con sus acciones el 7 de octubre.
Parece que la operación de las FDI llega en un momento muy inconveniente para la AP, fortaleciendo la argumentos de sus rivales, como Jabarin y otros, que advierten que el Gobierno de Israel está intentando generar su colapso.