Un malicioso graffiti calificando al presidente Reuvén Rivlin de “apóstata nazi” fue pintado en la pared de un edificio de la ciudad ultra ortodoxa de Bnei Brak.
La policía lanzó una investigación del incidente y se cree que el acto de vandalismo y discurso odioso es resultado de una disputa interna dentro del ámbito haredí (ultra ortodoxo) sobre el estatus del presidente y el Estado.
Se trata del segundo incidente de este tipo en una semana. Días atrás, un grafiti en el patio de una escuela de la ciudad tachó al presidente de “ídolo en el recinto” (Tzelem Beheijal), lo que en el judaísmo implica abominación e impureza en un sitio sagrado.
Rivlin visitó la escuela hace dos meses para celebrar el comienzo del año escolar. El ex diputado del partido ultra ortodoxo sefaradí Shas, Yigal Guetta, lo criticó posteriormente por visitar una escuela askenazi y no una sefaradí.
Los haredíes de Israel no logran sobreponerse a la pérdida de un derecho, a su tiempo otorgado a 300 estudiantes, y que con el paso de los años se transformó en un claro y oprobioso abuso por cobardía.