Ocho libros para entender el Holocausto húngaro

13 mayo, 2024 , ,

El Holocausto húngaro fue vertiginoso, pues en apenas once meses 565.000 personas -el 70% del censo hebreo- fueron enviadas a los campos de la muerte o asesinadas por los fascistas húngaros con la ayuda de los alemanes. 

por Ricardo Angoso

Sin destino, por Imre Kertesz. Es uno de los libros imprescindibles para entender no solamente el Holocausto húngaro, sino en general recomendado para un mejor conocimiento de lo que significó  la Shoá en Europa. Se trata de una obra que, desde la mirada inocente de un niño judío de quince años, expresa la incomprensión por la tragedia que está viviendo y el final de la inocencia de una manera violenta al ver la falta de humanidad de sus captores y verdugos.

En este contexto, donde nada tiene explicación y la brutalidad se impone sin remedio ante la impotencia de sus víctimas, esta historia terrible es un espacio inexplicable donde convergen la lógica de un plan asesino trazado previamente, la humillación, la injusticia y el crimen. Desde esta óptica, Imre Kertész traza una historia bien narrada, esculpida desde su propia experiencia en los campos de exterminio y concretamente en Auschwitz, y alcanza una calidad literaria excepcional y me atrevería a decir que también una precisión sobria acerca del destino anónimo de millones de víctimas del Holocausto en esa Europa trágica y terrible. La novela expresa de una forma bien gráfica la degradación moral y ética de los victimarios y la impotencia de unas víctimas atrapadas en el hado de una fuerza terrible e implacable. 

Kadish por el hijo no nacido, por Kertész. Ya el título elegido por Kertész tiene algo de absurdo porque el kadish es una plegaria del judaísmo que se reza en público y una de cuyas variantes es la oración para los difuntos, es decir, para aquellos que han vivido y han fallecido. No se dedica un kadish a alguien que no ha nacido y ahí, en ese aspecto, y jugando con esa figura literaria delirante de dedicar esta oración a un no nacido, radica quizá la verdadera intención de explicar lo inexplicable desde la absurdidad irracional de lo que significó el Holocausto. 

Para el profesor Andreas Ilg, Kadish por el hijo no nacido “se trata de una novela que, a través de la escritura, condensa, por un lado, una fuga musical que suena y obliga a seguir cavando, como aquella fuga tocada por una orquesta en los campos de concentración, por el otro, una oración judía a la vida para los que ya cesaron, para los hundidos, los salvados, para los que no habrán podido ni hundirse ni salvarse; final y primordialmente para un hijo, el hijo no nacido”.

Memorias de Violeta Friedman. Este libro lo incluyo en esta selección porque la obra de Violeta Friedman aborda uno de los temas menos conocido del Holocausto: las matanzas y la tragedia de los judíos de la Transilvania ocupada por Hungría durante la Guerra Mundial. Violeta Friedman, que fue una de las víctimas del Holocausto húngaro y varios de sus familiares perdieron la vida en el mismo, nos relata de una forma desgarradora y muy gráfica el sufrimiento de miles de víctimas a manos de los arbitrarios y crueles verdugos voluntarios húngaros de Hitler, quienes, junto con los alemanes, cometieron y perpetraron el exterminio de los judíos de esta olvidada región.

Su destino, como el de tantos otros, acabó en Auschwitz. Así recordaba a este gran campo de concentración Violeta Friedman: “Tengo la sensación de vomitar cada vez que digo estas palabras. Auschwitz-Bikernau. Vomitar un monstruo que llevo dentro. Pero debo contener mi náusea y tratar de explicar cómo era ese lugar con nombre de infierno”. En estas memorias lo explica con una precisión certera no exenta de grandes dosis de humanidad ante el dolor propio y ajeno.

Crematorio frío, por József Debrecczeni. Es uno de los grandes libros sobre el Holocausto húngaro y el autor fue un superviviente del Holocausto, que después de la Segunda Guerra Mundial vivió en Yugoslavia y siguió ejerciendo el periodismo y la literatura, tanto en sus facetas poética y narrativa. Debreczeni registró sus experiencias en estas memorias, una de las acusaciones más crueles y despiadadas contra el nazismo jamás escritas. Este escalofriante documento, casi un acta notarial de lo ocurrido, redactado con estilo conciso y desprovisto de sentimentalismo de un periodista consumado, es un testimonio de una calidad literaria incomparable.

El libro “durmió” durante seis décadas hasta que lo hemos podido conocer ahora, ya que fue publicado en Hungría con escaso éxito y “olvidado por las autoridades comunistas que no querían escarbar en las responsabilidades criminales  de miles de húngaros en el Holocausto, en una historia muy parecida a la que pasó con las memorias de  Wladyslaw Szpilman y su antológica obra El pianista del gueto de Varsovia”. La verdad siempre es amarga y nadie quería escarbar en sus propias culpas. Ahora, habiendo sido traducida a quince idiomas, el tiempo ha hecho justicia a estas memorias cuya reedición es un homenaje póstumo a un autor absolutamente desconocido en Europa y cuyo texto es una obra maestra que describe el horror de una forma magistral. 

El ángel de Budapest, por Julio Martín Alarcón. Al igual que Diego Carcedo, el autor de este libro indaga en la vida del diplomático español Angel Sanz Briz, llamado también por algunos el Oskar Schindler español. Ambos libros, me atrevería a decir, se complementan y aportan ángulos diferentes sobre esta auténtica aventura cargada de heroicidad y también peligros que acechan al tener que tratar con enemigos despiadados.

En definitiva, el libro relata la epopeya de los miles de judíos que tuvieron la fortuna de sobrevivir y salir del país gracias a la ayuda de los diplomáticos, y también un trabajo repleto de reveses y tramas, entre los despachos y las calles de Budapest, los asesinos húngaros del Partido de la Cruz Flechada y los propios nazis, con uno de sus dirigentes más emblemáticos a la cabeza. Angel Sanz Briz, a pesar de ejercer como funcionario de un estado en cierta medida colaborador de los nazis, consiguió aplicar sus convicciones y su determinación a las normas de la diplomacia y el derecho: la burocracia fue la herramienta y el ideal humanitario el objetivo que guió sus actos. Por el libro se pasea la sombra asesina de uno de los arquitectos del Holocausto, el teniente coronel Adolf Eichmann, un tipo siniestro y desalmado que, en contraposición a Sanz Briz, carece de todo atisbo de humanidad y sentimiento humanitario hacia los demás. 

Un español frente al Holocausto, por Diego Carcedo. La historia que narra Diego Carcedo es la del diplomático español Angel Sanz Briz.El encargado de negocios de España en la Hungría de entonces, Ángel Sanz Briz, emplearía una técnica muy parecida a la del también diplomático  sueco “salvador” de judíos Raoul Wallenberg. Escandalizado ante lo que estaba ocurriendo y consternado por la brutalidad de los fascistas húngaros, Sanz Briz creó toda una red de casas y viviendas protegidas por la embajada española y también otorgó, acogiéndose a un decreto del dictador Miguel Primo de Rivera que había concedido protección a los sefarditas españoles, numerosos salvoconductos y pasaportes españoles a miles de judíos húngaros.

Se calcula que más de 5000 judíos húngaros, tal como relata Diego Carcedo en este libro, salvarían sus vidas por la valiente y decidida acción de Briz, un comportamiento que no fue ni prohibido ni tolerado por un régimen que simpatizaba con el nazismo, pero que era consciente de que Alemania había perdido irremediablemente la guerra. Briz, una vez terminada su misión en Budapest ya como ex jefe de la legación y clausurada la embajada española en la capital húngara ante la inminente llegada de las tropas soviéticas, pudo regresar a España y después ocupó numerosos destinos diplomáticos. En 1991, una vez reconocida mundialmente su labor y homenajeado por los gobiernos de Hungría y España, el parlamento de Israel le concedió a título póstumo la orden de Justo de la Humanidad. Este libro, bien documentado, narrado y estructurado, nos cuenta toda esta historia.

Raoul Wallenberg, por Ingrid Carlberg.“Raoul Wallenberg, un hombre de negocios de treinta y dos años, miembro de una destacada familia de financieros suecos, aceptó el trabajo como diplomático en Budapest en unos tiempos turbulentos. Fue nombrado secretario de la embajada sueca en Budapest, tuvo el apoyo de Estocolmo y de la Junta de Refugiados de Guerra. Llegó a la capital de Hungría en julio de 1944, justo cuando Horthy detuvo las deportaciones. Para cientos de miles de judíos, este hecho tuvo lugar demasiado tarde, pero todavía quedaban los judíos de Budapest. ¿Y quién sabía cuándo volverían a rodar los trenes? No había tiempo que perder”, escriben los investigadores Deborah Dwork y Jan Van Pelt.

Desde su llegada a Budapest, Wallenberg creó una red de rescate para los judíos que quedaban en Budapest, dándoles refugio en una serie de viviendas protegidas por su embajada y emitiendo unos “pasaportes protectores” que salvaron la vida de miles de personas. Sin embargo, cuando la situación se hizo especialmente grave, durante el breve período en que gobernaron los fascistas húngaros, estos pasaportes no fueron respetados ni por los alemanes ni por la policía húngara. Entonces, Wallenberg, con la ayuda de los empleados de la embajada, se enfrentó a las autoridades húngaras y a los alemanes y se encargó de llevar a cabo una labor de vigilancia en las fronteras y en los puestos de control, llegando a exigir a las dos partes que respetasen los documentos emitidos por su embajada. La embajada sueca en Budapest entregó entre 15.000 y 20.000 pasaportes, sin que en ningún caso importase que el judío en cuestión tuviera o no relación con Suecia. Fue la institución más activa de todas las que había en ese momento en la capital húngara en la salvación de los judíos perseguidos. Además, en las casas protegidas por los suecos y creadas por Wallenberg se cree que se escondieron hasta un máximo de 70.000 judíos que, tras la llegada del Ejército Rojo, pudieron estar a salvo y evitar una muerte segura. Este libro, de Ingrid Carlberg, es la historia pormenorizada de este gran héroe del Holocausto húngaro, desaparecido después de la guerra de una forma enigmático y sin que al día de hoy se tenga noticia del diplomático. 

Nueve maletas, por Béla Zsolt. La historia de las nueve maletas de Béla Zsolt, con las que viajó desde París a Budapest y de la capital húngara a los campos de la muerte, es una historia casi surrealista y con un final trágico, pues fue su mujer quien se empeñó en volver a su país para interesarse por la suerte de sus padres y una hija de un matrimonio anterior en unos tiempos fatídicos. Los nazis habían invadido Hungría e instalado una administración de corte fascista que colaboraría en la “solución final del problema judío” y el matrimonio Zsolt sería deportado a los campos de la muerte. Era la primavera de 1944. Los padres y la hija de su esposa acabarían sus días en Auschwitz, mientras que el escritor y su esposa salvarían milagrosamente sus vidas porque fueron comprados a los nazis por algunos judíos que colaboraban con los mismos. 

En la novela Las nueve maletas de Zsolt se narra sus años en Ucrania como trabajador forzado para el ejército húngaro, los meses que pasaron en un gueto en Nagyvárad (actual Oradea, en Rumania), esperando la deportación a Auschwitz, y su fuga del gueto en la primavera de 1944. Así detalla el momento en que entiende su fatal suerte tras haber escapado de París: “Bueno, de todas formas, ahora ya da lo mismo, por la mañana nos llevarán. Nos despediremos para siempre de esta ciudad digna de vergüenza, de esta patria loca y perdida, de esta época demente, de una vida que así no vale nada”. 

Sobre su estancia en el gueto de Budapest, instalado en las inmediaciones de la calle Dohány, escribiría: “Estoy echado sobre un colchón, en el centro de la sinagoga, al lado del Arca de la Alianza. La lámpara cuya bombilla el médico jefe, el doctor Németi, pintó anoche con tinta azul para asegurar un cierto ambiente de hospital, se apaga por momentos. Fuera, en la ciudad, siguen los bombardeos; pero eso a nosotros no nos interesa. La estrella amarilla, ese estigma, no solamente nos excluye de los beneficios de la vida sino también de sus temores. No tenemos miedo a los bombardeos, no tenemos miedo a ninguna forma de muerte. Yo estoy rodeado por doquier de cuerpos muertos”.

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One thought on “Ocho libros para entender el Holocausto húngaro”
  1. Desgraciadamente estamos viviendo nuevamente en BERLIN 1938, nadie habla de la masacre medieval del 7 de octubre, nadie habla de los rehenes, que no se si queda algunos con vida, solo ataques a Israel, no es mas que un antisemitismo milenario disfrazado de antisionismo; la ONU se ha convertido en un instrumento del islamismo fanatico, lo que augura su final autodestruccion, como siempre fué estamos solos.

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