Nuevos hallazgos en un foso de 3.500 años de antigüedad aportan nuevos datos de las fortificaciones de Jerusalén

Murallas de la Ciudad Vieja y Torre de David en Jerusalén, Israel. Foto: Pudelek, CC BY-SA 4.0, via Wikimedia Commons.Murallas de la Ciudad Vieja y Torre de David en Jerusalén, Israel. Foto: Pudelek, CC BY-SA 4.0, via Wikimedia Commons.

Recientemente, un grupo de arqueólogos encontraron en la excavación arqueológica del Estacionamiento Givati, adyacente al sitio arqueológico de la Ciudad de David, descubrieron un enorme foso de más de 3.500 años de antigüedad que separa la Ciudad de David de las secciones superiores del Monte del Templo y el Ophel (colina al sur del Monte del Templo).

A partir del descubrimiento, la Autoridad de Antigüedades de Israel (IAA) y la Universidad de Tel Aviv, con el apoyo financiero de la Asociación Elad, estudiaron los acantilados y comprobaron que estos marcaban el límite norte de las fortificaciones de la ciudad baja.

Yuval Gadot, de la Universidad de Tel Aviv, y Yiftach Shalu, de la Autoridad de Antigüedades, explicaron que el foso data desde la época del Rey Josías, durante el reinado del Reino de Judá, y que funcionaba para separar la ciudad extendida hacia el sur, donde residían los habitantes de Jerusalén, de la Acrópolis al norte, donde se encontraban el palacio y el Monte del Templo.

El director de la Autoridad de Antigüedades de Israel, Eli Escusido, destacó que estos descubrimientos continúan revelando el ingenio de las antiguas civilizaciones que habitaron Jerusalén hace casi 3.800 años.

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