Tras las elecciones del 23 de marzo pasado, el presidente Reuvén Rivlin, encargó al primer ministro, Benjamín Netanyahu, la tarea de formar el nuevo gobierno en un plazo de 28 días.
Netanyahu debería armar la nueva coalición gobernante con al menos 61 diputados, el número “mágico” que se precisa para obtener la mayoría en la Knéset (Parlamento), compuesta por un total de 120 legisladores.
Sin embargo, quedan dos semanas y Netanyahu aún no ha logrado conseguir la mayoría en la cámara legislativa para romper el estancamiento, o bloqueo, político y formar el nuevo gobierno.
Netanyahu parece estar abandonando la idea de reclutar el apoyo del partido islamista árabe Raam para formar la coalición debido a la fiera oposición de sus aliados de ultraderecha en el partido Sionista Religioso.
“No necesitamos a Raam”, expresó Netanyahu durante una conferencia de prensa. “Necesitamos elecciones directas para que podamos formar el gobierno”.
Pero, los analistas calculan que si Netanyahu no consigue mayoría para formar gobierno, tampoco es claro que la logre para un proyecto tan complicado como el que implica cambiar el sistema electoral.
Se estima que si Netanyahu no logra formar el nuevo gobierno, Rivlin transferirá el mandato a la Knéset, sin designar un nuevo candidato.
No obstante antes de tomar esa decisión, probablemente contactará a los líderes de los partidos políticos para que lo actualicen sobre posibles apoyos a eventuales candidatos para el puesto de primer ministro.
Si Rivlin devuelve el mandato a la Knéset y no puede designar un primer ministro, la cámara se disolverá y convocará a nuevas elecciones: ¡los quintos comicios en menos de dos años!
Teóricamente, Netanyahu puede pedir otras dos semanas de prórroga para formar el gobierno. Pero, para ello debe explicar por qué cree que tiene buenas posibilidades de tener éxito.