El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, garantizó anoche al inicio de la reunión del Gabinete de Seguridad que “no hay ni habrá cambios en el ‘status quo’“ de la Explanada de las Mezquitas de la Ciudad Vieja de Jerusalén.
Según el ‘statu quo’ vigente desde 1967, el recinto está reservado exclusivamente al culto de musulmanes, mientras que los judíos solo pueden entrar como visitantes. Su interior está custodiado por Jordania y vigilado por Israel.
De hecho, el Gran Rabinato de Israel prohíbe a los judíos rezar en ese lugar, y estipula que sus oraciones sean realizadas solo en el adyacente Muro de las Lamentaciones.
Por eso, Netanyahu insistió a todos sus ministros que no visiten el Monte del Templo sin su aprobación previa a través de su secretario militar.
Lo mismo aseguró ayer el presidente israelí, Isaac Herzog, quien enfatizó “el compromiso inequívoco de Israel de preservar el ‘status quo’ en el lugar según los acuerdos políticos establecidos desde 1967 y el espíritu transmitido por rabinos y figuras destacadas“.
Sin embargo, este verano el ministro israelí de Seguridad Nacional, Itamar Ben Gvir, aprovechó algunas fechas señaladas del calendario judío para irrumpir en diversas ocasiones en la zona acompañado de colonos y escoltados por la Policía.
“Hemos logrado avances significativos en la soberanía de Israel aquí. Nuestra política es permitir la oración judía“, dijo el ministro el pasado mes de julio.
Ben Gvir aboga por que se permita el derecho de los judíos a orar con el establecimiento de una sinagog, algo que provoca el enfado de la población musulmana puesto que es su tercer lugar más importante de culto.
Agencias contribuyeron con este artículo de Aurora.