Irmgard Furchner, la exsecretaria del campo de exterminio nazi de Stutthof que se convirtió en 2022 en la primera civil condenada por complicidad en el Holocausto murió el pasado mes de enero a los 99 años.
La noticia, avanzada por medios locales, fue confirmada por la portavoz de la Audiencia Provincial de Itzehoe.
Furchner fue condenada en 2022 por ese tribunal del norte del país a dos años de prisión conmutable por libertad condicional, por complicidad en el asesinato de 10.505 personas y por complicidad en cinco intentos de asesinato.
Fue juzgada conforme a la ley juvenil ya que en el momento en el que empezó a trabajar en Stutthof contaba apenas 18 años.
El caso generó una enorme atención mediática ya que fue la primera civil procesada por complicidad en el Holocausto y porque al comenzar antes de la primera vista se dio a la fuga de la residencia de ancianos en la que vivía en Hamburgo (norte).
Furchner trabajó como estenotipista del campo nazi de Stutthof, en la actual Polonia, entre junio de 1943 y abril de 1945 y la Audiencia Provincial de Itzehoe la halló culpable de haber ayudado con su trabajo al plan de asesinato sistemático de los prisioneros.
Entre otras cosas, la labor de Furchner incluía la elaboración de listas de deportación y la realización de pedidos del gas Zyklon B empleado para gasear a los reclusos.
La condena fue ratificada el año pasado por el Tribunal Supremo (TS) alemán, que rechazó un recurso interpuesto por la defensa de la nonagenaria, que argumentaba que no se podía demostrar que Furchner estuviese al corriente de lo que ocurría en el campo.
En Stutthof, cerca de la actual ciudad polaca de Gdansk, estuvieron internados entre 1939 y 1945 110.000 personas. Cerca de 65.000 fueron asesinadas. EFE y Aurora
Muere la “secretaria del mal” de un campo de exterminio nazi tras ser condenada por complicidad en más de diez mil asesinatos

Hace unos años emitieron un reportaje de televisión sobre el campo de concentración de Mauthausen en Austria, donde estuvieron la mayoría de los presos republicanos españoles, no así muchos judíos o los nazis se cebaban con los pocos que llegaban y eran asesinados en poco tiempo. Solo cuando se acercaba el final de la Segunda Guerra Mundial, también trasladaron a todos los supervivientes judíos de los campos de Polonia y otros, los que sobrevivieron a las marchas de la muerte. En el reportaje aparecían testimonios de los civiles austriacos que vivían cerca del campo, al parecer los guardas nazis SS hacían vida normal entre los civiles, eran admirados y el objeto de deseo de las entonces jóvenes del pueblo, o al menos de algunas, porque otra mujer austriaca ayudó a los presos españoles escondiendo en su casa las fotografías que lograron sacar del campo y que sirvieron como una de las pruebas principales en los juicios de Nuremberg. Pero no parece que este caso aislado fuese la causa de que los nazis incluyeran a su propia población civil nazi austriaca en el último gran plan de exterminar a todos los presos supervivientes y a los testigos de sus crímenes ante la llegada de los aliados, el denominado plan Feuer, o mechero en español, según aparece, relatado con detalle, en el bestseller español del 2005 “Los últimos españoles de Mauthausen”. A muchos civiles nazis se les rompería el corazón de conocerlo, no parece que los guardas nazis tuvieran muchos miramientos ni con los suyos si no pertenecían a la élite SS.