vie. Dic 13th, 2024

Miguel Giner, el Oskar Shindler de Altea

27 de noviembre de 2024 , , ,

por Dr. Israel Jamitovsky

Durante mas de dos décadas, tuve el honor y privilegio de participar en simposios judeo- cristianos e hispano-israelíes que se celebraron cada dos años en España e Israel respectivamente y en el que tomaron parte  académicos e intelectuales de ambos países. Recuerdo que en más de una oportunidad, historiadores españoles e israelíes disintieron en la postura de Franco hacia los judíos que aspiraban a ingresar a España durante la Segunda Guerra Mundial.

Mientas que los españoles sostuvieron que el régimen español había cumplido con su deber, la parte israelí sostuvo que la España Franquista pudo y debió hacer mucho mas por el colectivo judío que aspiraba a radicarse en su espacio o en tránsito hacia otros destinos. En otro espacio y contexto, recuerdo que el Prof.Raanán Rein afirmó en cierta oportunidad, que aproximadamente unos 40 mil judíos atravesaron España durante la Segunda Guerra Mundial.

Invoco todo esto en mérito a esta emotiva y breve historia que voy a delinear y que acredita lo complejo y los dilemas que afrontaban quienes detentaban cargos públicos y administrativos en aquella funesta época.

El protagonista es Miguel Giner quien nació en  Altea, España en 1900 .Al cumplir 25 años de edad aprueba las oposiciones al Cuerpo Pericial de Aduanas.En 1928 contrae enlace con Dolores de cuya unión nacen Vicente(1930) e Isabel(1931).Al estallar la Guerra Civil lo trasladan a Barcelona, el matrimonio se encamina al espacio catalán, dejando a sus hijos al cuidado de la familia de Altea. Al finalizar la Guerra Civil, habida cuenta que Barcelona era zona roja, Miguel Giner es expedientado y desterrado por el régimen franquista. Ante ello se traslada con su familia al Valle de Arán, al puesto fronterizo de Les perteneciente a la comunidad autónoma de Barcelona y que linda con la frontera francesa(comunas de Artigue y Sode).A principios de 1940, Miguel Giner fue designado administrador del puesto fronterizo, toda la familia residía en la misma Aduana en la que estaba la oficina y la finca. Conoció al oficial de la Wehrmacht quien vigilaba la frontera del otro lado y era el responsable del cuartel de Bagnéres-de-Luchos y en tanto aduaneros de ambas partes de la frontera, la relación entre ellos fue correcta.

                     Topándose con la cruda realidad

Todo transcurría normalmente hasta que junio de 1943 sucedió lo siguiente. Sobre las 9 de la mañana Miguel Giner escuchó voces en la carretera, algo que por cierto no era muy habitual. Seguido de su mujer e hijo, dejó su despacho y se apercibió que se trataba de varias personas-incluidos niños-que hablaban un idioma extranjero y que se desplazaban rápidamente

Uno de ellos haciendo uso de un español muy pobre le solicitó que los dejaran ingresar a España aunque carecían de visado. Se lo suplicaron llorando pero Giner les explicó que tenía que cumplir con las instrucciones recibidas de no dejar ingresar a nadie en España que no tuviera visado. Entre tanto, su hijo jugaba con los niños judíos en tanto que su señora les dio de comer a todos los inmigrantes e incluso una vecina les hizo llegar sendos  vasos de leche .Se trataba de un grupo de judíos polacos que provenían de Francia.

Años mas tarde el hijo de Giner señaló que sin pretender justificar la postura de su padre, habida cuenta que  al finalizar la Guerra Civil, fue considerado un rojo por el franquismo y de haber permitido el ingreso de ese colectivo, corría el peligro de ser fusilado o en el mejor de los casos  de ser apresado.

Cuando llegó el camión para recoger a los prófugos,  los alemanes le aseguraron a Giner que nos los iban a exterminar sino trasladarlos a un campo de trabajo. Según señala su hijo Vicente Giner, la escena fue dramática,  con todo este  colectivo judío llorando al marcharse.

Cabe consignar que ya en aquel momento, España se había declarado neutral,   pero  a la vez afloraron grandes dificultades para la obtención de visados para judíos, habida cuenta que se les consideraba enemigos del régimen junto a masones y comunistas. De ahí que Manuel Giner no se atrevió a actuar de otro modo amén de la promesa que había recibido de los alemanes que a este colectivo judío no le iba a suceder nada. Una  semana después el oficial de la Wehrmacht le comentó con toda naturalidad, que las personas que Giner devolvió habían sido fusiladas en Toulouse.

                        Un cambio radical en su aproximación

Su hijo Vicente recuerda ese momento, su padre empalideció, se lo comentó a su señora-una mujer con agallas-quien lo instó a modificar su postura. De ahí en adelante decidió que no se devuelve a nadie más e hizo saber su decisión a sus funcionarios así como lo que le había revelado el oficial de la Wermacht. Pese a las órdenes impartidas por el Gobierno de Franco, no iban a detener a nadie que llegara a la frontera y sus funcionarios fueron cómplices de su decisión.

Cabe igualmente el reconocimiento y el cálido elogio al pueblo de Les .Cuando sus vecinos tomaron conocimiento de la decisión de Miguel Giner, comenzaron a acoger y dar cobijo a otros grupos de judíos que estaban huyendo. Los ocultaban en sus propias fincas, les proporcionaron comida y los hacían pasar el puerto de la Bonaigua, sabiendo que había gente que los ayudaba después a llegar a Barcelona, Vigo y Portugal.

Su hijo Vicente Giner estima que los siguientes dos meses y medio y asumiendo enormes riesgos, su padre dejó cruzar  la frontera a entre 300 y 500 judíos carentes de visado y que felizmente no fueron interceptados. Solían huir de los alemanes, se resguardaban  por la noche en las montañas y al amanecer descendían a Les.

Miguel Giner fue el cabecilla de esta memorable acción, pero fue invalorable y fundamental el rol desplegado por la población  de Les. Entre los tantas personas que le deben su vida, cabe invocar a Inge Berlín con apenas 19 años de edad así como a la joven madre Esther Guita con su hija Francoise Bielinsky.

                      Las razones de su hermetismo

El Estado de Israel  reconoció el valor y coraje desplegados por Miguel Ginar y emitió un sello en su nombre. Su quehacer fue igualmente reconocido por la Fundación Wallenberg.

Su hijo Vicente señaló que de aquel funesto día de junio de 1943 hasta su muerte acaecida en 1970 en Alicante(su posterior residencia) y la de su esposa Dolores fallecida en 1980, ni él ni su hermana  ni sus padres comentaron el episodio pero tampoco invocaron su memorable despliegue  y a la gente que salvaron.

¿Cómo explicar tal conducta? En primer término porque temieron las eventuales reacciones del régimen franquista y quizás porque Miguel Giner pese a su valiente  quehacer,  aún sin saberlo y desearlo, le remordió la conciencia al  enviar a la muerte a cerca de veinte personas, entre ellos niños, los mismos niños que pocos días antes jugaban con sus propios hijos.

                             ____________________

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.