Menosprecio al acto de graduación

23 mayo, 2024 , , ,

Beatriz W. de Rittigstein.

En el mes de mayo, tradicionalmente, numerosas universidades de EE.UU. celebran las graduaciones de sus diversas carreras y especializaciones.

En el presente año, las circunstancias no son alegres ni satisfactorias, pues desde el 7 de octubre de 2023, tras la atroz masacre perpetrada en Israel por el grupo terrorista Hamás, una creciente ola de odio antisemita se está extendiendo por el mundo y tiene una virulenta repercusión en una cantidad considerable de universidades a lo largo y ancho del territorio norteamericano, las cuales convirtieron al Estado y al pueblo judío en su foco de calumnias y tergiversaciones de los hechos históricos, al punto que, de alguna manera, han afectado varias ceremonias de graduación.

No cabe duda que una buena parte de esta situación se debe a los billones de dólares donados por Qatar, los que sirvieron para tener gran influencia en todo el acontecer académico, como la apertura de campus en Doha. En ese sentido, llama la atención el funcionamiento desde 2008, de la facultad de periodismo de Northwestern en Qatar; la pregunta es: ¿qué puede enseñar una tiranía como la catarí (portavoz de terroristas), a los alumnos que disfrutan de plena libertad de expresión en su propio país?

Además, Catar tiene injerencia en la inauguración de nuevos cursos y programas que responden a ideologías anti estadounidenses en el propio suelo americano; exige la contratación de profesores que no vienen a enseñar, sino a adoctrinar; decide la impresión y circulación de libros y materiales convenientes a una monarquía absolutista; la escogencia de oradores invitados y la realización de eventos ajenos al sistema democrático, en los que, de forma recurrente, repiten una narrativa distorsionada que se corresponde a un guión preparado para obtener estos rabiosos resultados en los que se demoniza al pueblo judío y se ilegitima al Estado de Israel.

De acuerdo a un estudio realizado en el propio campus por antiguos alumnos de Harvard, todo ello ocurrió antes de las protestas y campamentos pro terroristas. Los rectores de una pluralidad de universidades aceptaron con naturalidad las actividades de los Estudiantes y Profesores por la Justicia en Palestina, ramas de un mismo movimiento violentamente antisemita; así como los lineamientos de la corriente Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS). Adicionalmente está la presencia indebida de “mercenarios” ideológicos cuyas funciones es instigar alboroto y encono. Cabe señalar que esta situación forma parte de un plan estructurado y coordinado para la toma general de las instituciones universitarias de EEUU; de hecho, no es casualidad que estas universidades han ido cayendo en la involución a través de un proceso sincronizado y similar.

Tras meses de sufrir abusos, exclusiones, acosos, amenazas, violencia verbal y física, los profesores y estudiantes judíos enfrentaron un suceso prominente de esas hostilidades durante los actos de graduación, que fueron aprovechados por los interesados para efectuar una serie de demostraciones teatrales a fin de conseguir notoriedad. Por ejemplo, en las redes vimos videos de los graduandos de la maestría de Estudios Árabes de la Universidad de Georgetown que, en comparsa, con pancartas, abandonaron su ceremonia de graduación. Así mismo, en las redes circularon videos de la graduación de Artes Liberales de la Universidad de Minnesota, donde varios alumnos, la mayoría de ellos con apellidos árabes y musulmanes, desplegaron carteles alusivos a su apoyo a Hamás, tal como “del río al mar” al tiempo que los llamaban a recoger su diploma.

En la graduación de la Universidad de Columbia, entre diferentes acciones, la graduanda Tarsis Salome, cubierta con una kefya, enseñó las manos esposadas y rompió su diploma delante del público; otros graduandos llevaron pancartas en las que se leía “Palestina libre”.

Estas incidencias las viví hace unos días, en la graduación de Emerson College en Boston. Hubo unos 1.000 a 1.200 graduandos y entre ellos, un grupo de 50 a 60 alborotadores pro palestinos. Algunos llevaban kefyas sobre las togas y otros las vestían cubiertas con las mismas togas; un par enarboló grandes banderas palestinas y unos pocos tenían pegada una bandera palestina sobre el tope del birrete. Todos ellos hicieron ostentosos gestos para llamar la atención frente a las cámaras. Entre el público no se vieron banderas, pero en un momento dado, el grupo de graduandos pro palestino se amontonó, vociferó lemas y alzó el puño, hubo unos pocos asistentes que gritaron a la par. Incluso, trataron de interrumpir el discurso del presidente de la universidad, pero no lo lograron.

Resulta evidente que hemos llegado a este peligroso punto porque las autoridades de ciertas universidades han sido negligentes y desde el inicio han dejado pasar las intimidaciones como si no tuvieran importancia, esperando que finalizaran por sí solas; en algunos casos trataron de apaciguar, pero, en definitiva, no tomaron las acciones decisivas que el caso ameritaba. En el presente es imperativo que estas autoridades que hasta los momentos han resultado inútiles, dejen el miedo a un lado, comiencen por reconocer el antisemitismo en cada una de las instituciones y se atrevan a tomar medidas concretas y contundentes para establecer un sano ambiente académico.

El informe de la Alianza de Antiguos Alumnos Judíos de Harvard aconseja comenzar por aceptar la definición de antisemitismo de la Alianza Internacional para la Memoria del Holocausto (IHRA), que determina el llamado a la destrucción de Israel como antisemita y poner fin al doble rasero que considera este odio como aceptable.

Fotos de la autora de la nota: Graduación en el Emerson College en Boston

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