Matías Litvak: «Israel está a la vanguardia de la industria cannábica»

Matías Litvak. Cortesia.

Matías Litvak nació en Argentina, y desde joven descubrió una pasión algo incomprendida: el cannabis. Según él se define, en su país de origen era un «cultivador solidario», que buscaba ayudar a otros a partir de los beneficios de esta planta.

Más adelante, buscando profundizar esta pasión y dar un paso más, Matías viajó a Israel, país pionero de la industria cannábica. Hoy, Matías trabaja en la Universidad de Bar lan en el sector de I+D. Desde allí conversó con AURORA sobre el presente y el futuro de una industria que empieza a pisar fuerte en Israel y en todo el mundo.

Aurora: ¿Cómo fueron tus comienzos en Argentina con la industria cannábica?

Matías Litvak: Ni siquiera era industria, en realidad. Al principio era solidario, algo personal y que ayudaba a la gente que lo necesitaba. Industria había en Israel y otros países pioneros. En Argentina se criminalizaba, y yo no lo pensaba en términos de industria, era más algo medicinal. Lo encaré desde lo solidario, no vendía ni tenía interés de lucrar. De a poco fui aprendiendo todos los usos del cáñamo y me fui apasionando. Ahí sí empecé a ver la industria que se venía alrededor del mundo. Pero como no quería hacer nada ilegal decidí emigrar, para poder trabajar de manera legal en lo que me apasionaba. Me fui a Israel, que además es uno de los países con más desarrollo en investigación y uso del cannabis del mundo 

A: Primero fuiste a Estados Unidos, ¿cierto?

ML: No, primero vine a Israel. Después de unos años me ofrecen ir a Estados Unidos, a California. Ahí estuve a cargo de varias plantas de cannabis yo solo. Después regresé a Israel con una oferta de trabajo en la Universidad de Bar Ilan, que es donde estoy actualmente.

A: Debe ser un cambio enorme pasar de esta idea más solidaria al ámbito académico…

ML: Sí, la verdad que al principio fue como medio loco, pero la verdad que ya con el tiempo se va naturalizando. Esto es mi pasión y me considero un artista en esto. Después me formé como investigador, y hoy lidero la investigación en la empresa CANN-IL que trabaja en la universidad. Estoy con los profesores y también como mentor a los estudiantes. Como te digo, lo fui naturalizando, es mi pasión. Es cierto que me representó algo increíble pero estoy hace muchos años y lo tengo claro: soy un profesional del cannabis y cultivador que además es investigador.

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A: Específicamente, ¿cuál es tu tarea?

ML:  Me ocupo de investigar genéticas y hacer cruzas. El objetivo es optimizar y mejorar las plantas, para que tengan más resistenciua a plagas u hongos. Justamente, encontrando diferentes genéticas con diferentes características trato de crear nuevas genéticas. Obviamente después eso busca suplir a la industria. También está el tema de la producción, la rentabilidad, y demases.

A: ¿Cómo está la situación dentro de Israel? En los últimos años se han reclutado figuras de peso para trabajar dentro del sector..

ML: Hace más o menos dos años cambió la reglamentación, habían solamente ocho empresas. Con esto ahora se le está permitiendo a muchísima gente que tiene interés entrar a la industria. Eso genera un montón de empresas nuevas, emprendimientos, que motorizan la investigación y desarrollo. Eso generó un boom en el tema, algo que pone a Israel a la vanguardia del mundo.

A: A partir de la experiencia israelí, ¿qué creés que se puede aprender de cara al desarrollo en América Latina del sector? Considerando quizás lo que ya pasó en Uruguay con la legalización del consumo o las iniciativas en Argentina de desarrollar una industria.

ML: Algo importante para responder eso es que Israel no se caracteriza por especializarse fuerte en lo que es la producción, sino más bien en investigación. Por eso cuando tuve varias ofertas en la mesa, decidí por la investigación que creo que es lo que más se destaca en Israel. Es un país que es fuerte en eso, no solamente en temática cannábica. Pero yendo más a la pregunta, mi abuelo decía que “el tonto no aprende, el inteligente aprende de sus errores y el sabio aprende de los errores de los demás”. Yo creo que el avance de esta industria en Israel nos permite desde América Latina pararnos y ver los errores que se cometieron acá. También en Uruguay, porque ya llevan varios años en el tema y también se pueden ver cosas para mejorar. Yo creo que el ministerio de Desarrollo Productivo en Argentina está haciendo un buen trabajo en ese sentido. Tuve la oportunidad de hablar con ellos varias veces para tratar de bajar un poco lo que veo acá y creo que se está tomando un camino muy prudente, viendo experiencias en Estados Unidos, Uruguay e Israel. Después, bueno, hay diferencias culturales y económicas que tendrán que adaptarse. Pero creo que la posición hoy en particular en Argentina es buena. Y además en lo que se puede colaborar yo estoy haciéndolo convencido.

A: Hace poco diste una entrevista a un medio argentino en la que dijiste que te gustaría volver a ese país para vivir “la revolución que se venía”…

ML: Si, Fero (NdeR: Fernando Soriano, el entrevistador de esa nota) es un fenómeno y le viene dando voz a esa lucha, fue un honor conocerlo y que me entreviste. Esa entrevista de alguna manera ayudó a romper un poco con prejuicios hacia el cultivador o el consumidor de cannabis. Por otro lado, me trajo también a mí la responsabilidad de representar a un montón de gente que está en esta lucha. Es una paradoja, porque yo estando acá, de alguna manera estoy ahí, colaborando e involucrado para tratar de llevar todo lo que tengo acá para allá. Al mismo tiempo, también estoy creciendo mucho acá, así que es realmente gratificante ver como también se valora una industria que tiene muchísimo desarrollo. Y no es algo que sea difícil para mí, porque me apasiona, lo hago con gusto. Es un placer para mí, me siento muy afortunado y orgulloso de todo lo que se está generando.

A: ¿Fue difícil la adaptación a otro país?

ML: La verdad que sí fue difícil. Tuve que salir de todos los grupos de WhatsApp, porque no me gustaba estar en un lugar sin estar. Yo tenía un objetivo claro, y si bien es difícil el camino y es mucho sacrificio, en estos últimos años veo que todo el esfuerzo valió la pena. Es realmente muy lindo ver que me esforcé tanto pero que estoy llegando de alguna manera a la meta. Pero sí, es difícil estar lejos de los afectos, tuve que “matar” mi sentimiento de extrañar, porque si extraño quiero volver. Entonces me enfoco en mi trabajo, en lo que hago acá, que es lo que quiero hacer. No me doy el tiempo para extrañar. Nosotros los argentinos nos relacionamos de una manera muy fuerte. Me pasa con amigos de toda la vida que conozco hace 30 años y aún no pude conocer a los hijos. Pero bueno, cuando uno tiene el objetivo bien claro y sabe para dónde caminar, hay que disfrutar el camino. No podemos estar en dos lugares al mismo tiempo, yo lo tengo bien claro y de alguna manera lo “roboticé”.

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A: ¿Por qué el cáñamo?

Para empezar, es una industria muy grande y que abarca muchas industrias satélites. Llegó a ser la segunda industria más grande del mundo en su momento. Además es verde, algo muy bueno para esta época. El cáñamo reemplaza muchas otras cosas que dañan el planeta. En lo medicinal, por ejemplo, es bastante mejor que otros tipos de fármacos. Una persona que lo necesita y consume cannabis, es un viaje de ida, le mejora la calidad de vida. Lo que me pasaba con Mamá Cultiva (NdeR: una organización argentina dedicada a la lucha por el derecho al uso medicinal de la marihuana) es que conocí muchos «evangelizadores del cannabis». Gente que tenía la necesidad de compartir y darle voz a los beneficios de esta planta, que otra gente tuviera acceso a la experiencia. Como te decía, mueve muchas otras cosas, hilado, nutrición, construcción, papel, alimento para ganado. Realmente son muchísimas las cosas relacionadas con el cáñamo.  

A: ¿Qué le decís a alguien que tiene prejuicios con respecto al cannabis?

Es una lucha que la tuve que llevar toda mi vida. Mi primera «charla solidaria», así se llamaban, se tituló «Rompiendo Mitos». Conté la historia de la producción y los grandes resultados que dio en todo el mundo. Pero me parece que eso para mí se terminó. Yo trato de aportar a este mundo y a la gente que me rodea. Si hay gente con prejuicios que vea lo que pasa en el mundo avanzado, que vea en mi Instagram todo lo que pasa en la Universidad. Una vez que trabajas con los profesores que se especializan en el tema te saca los preconceptos y te abra la cabeza. Trabajo en una universidad que es de alguna manera bastante conservadora pero que deja ese conservadurismo de lado para justamente investigar algo que le está cambiando la vida a mucha gente. Pero tampoco voy a entrar en una discusión con gente que tiene prejuicios, yo elijo educar con el ejemplo. Así por ejemplo cultivaba y regalaba el aceite de marihuana, enseñaba a cultivar. En octubre pasado, por ejemplo, en una conferencia de médicos di una charla para capacitar a los médicos para que entiendan mejor cómo utilizar y como se recomienda el uso de cannabis. Se viene también un cambio tan pero tan grande que nadie lo va a poder frenar. 

A: Vamos con un ping-pong para conocerte un poco más desde lo personal… ¿un libro?

ML: Mi libro favorito es Colmillo Blanco de Jack London, pero ya que hablábamos de romper prejuicios y estigmas, me encanta La Retórica de Aristóteles.

A: ¿Película? 

ML: No tengo una favorita, me gusta Relatos Salvajes de Damián Szifrón.

A: ¿Banda o músico?

ML: Me gusta mucho Adrián Berra.

A: ¿Un lugar para vivir?

ML: Todavía no lo tengo definido, me considero un ciudadano del mundo. Hoy en día mi lugar y mi casa es Israel. No sé que va a pasar el día de mañana, pero acá tengo una calidad de vida que nunca tuve en ningún otro lado. Estoy muy feliz, ojalá se me dé la posibilidad de ir y venir a Argentina como para colaborar lo máximo posible en esta revolución de la que hablábamos.

A: ¿Un sueño?

ML: Bueno, un poco poder ser parte de la revolución. De alguna manera se está empezando a cumplir pero siempre mi sueño fue ayudar a la gente con esto que me apasiona. 

A: Finalmente, ¿un desafío?

ML: Qué buena pregunta. La verdad que me gustaría ser reconocido en lo que hago. Mi desafío es ser el mejor, pero no en sentido de competencia con otro. Competencia conmigo mismo. Sin ir más lejos acabo de cosechar algo que no me terminó de convencer y me mueve a mejorar. Creo que va por ahí, el desafío de mejorar y superarme cada día porque nunca me conformo con nada. Hoy quiero aprender y crecer lo máximo posible en esta organización.

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