Madre chilena cuenta sobre los difíciles momentos en que corrió al refugio con sus hijos

26 marzo, 2019 , , , ,
Imágenes de la casa impactada por el cohete durante la madrugada. Foto: REUTERS / Ammar Awad

Sivan Gobrin, una madre chilena que vive en Israel y vicepresidenta de la Comunidad Chilena de Israel, escribió una conmovedora carta refiriéndose a los momentos vividos esta madrugada cuando un cohete impactó en una casa en el centro de Israel.

«Había anunciada tormenta con truenos y relámpagos para la noche. Me costó dormir con el ruido y mi bebé de 8 meses se despertó para comer.

A las 5:15 medio dormida escuché un ruido extraño «qué raro como suena el viento», pensé. En ese instante mi hijo mayor de 7 años viene a la pieza y pregunta «mami, ¿qué es ese ruido que no me deja dormir?», «el viento mi amor».

Cresta, no es el viento! Es la sirena que suena cuando se acerca un misil.

Sivan Gobrin, autora de la carta

Desperté a mi marido «la sirena!», anda a agarrar a la Deby (mi hija del medio de 4 años). Medio desorientado saltó de la cama. Yo agarré a mi hijo mayor y a la bebita, «vamos, vamos hay que salir», «¿qué pasa mami?» Me pregunta él. No le respondí, salí al pasillo del edificio y me encontré con la vecina de al lado y sus hijos adolescentes. Concordamos en que la sirena sonó muy bajo (yo la confundí con el viento).

Le grité a mi marido que salga con mi hija. Cerró la puerta del departamento y bum! Escuchamos la explosión. Fue demasiado cerca.

Nos quedamos ahí 10 minutos más. Todos en pijama, medio dormidos medios alertas. «¿Mami va a pasar de nuevo?», preguntó mi hijo mayor, «no lo sé», le dije, pero en el colegio tú ya sabes qué hacer.

Volvimos a la casa. Temblaba, pero no quería que los niños se den cuenta.

Mi hija del medio siguió durmiendo, nunca se enteró, mejor. El resto nos metimos todos a mi cama. Nos reímos de la bebita, contamos chistes. Entre medio ojeabamos el celular para ver qué había pasado. Fue muy cerca.

7 heridos entre ellos un bebé, como la mía.

Se hizo la hora de prepararse para el colegio y el trabajo. Un nuevo día empezaba, pero no de forma normal. Vivimos en una zona del país en la que no estamos acostumbrados a recibir misiles, no dormimos alertas, nos demoramos un montón en reaccionar. Pero la vida sigue. Y todo esto pasó en dos minutos. Literalmente».

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