vie. Mar 21st, 2025
Monumento a los alzados del gueto de Varsovia

La relación de los polacos con el Holocausto es un asunto muy controvertido y que todavía supura las heridas de la nación polaca, aunque no cabe duda que es una relación paradójica: mientras Polonia cuenta con el mayor número de Justos entre las Naciones designados por salvar judíos por Yad Vashem (7322) tampoco se puede ocultar que miles de polacos colaboraron con los nazis en la “solución final”.

por Ricardo Angosto

Desde la ocupación nazi de Polonia, después de un ataque relámpago que provocó la Segunda Guerra Mundial el 1 de septiembre de 1939, los judíos muy pronto sufrieron en sus carnes la persecución por parte de los alemanes. Nada más ocupar Polonia, las nuevas autoridades de la Alemania de Hitler, en aquellos aciagos días, decretaron las primeras medidas contra las poblaciones hebreas en todo el país. Tres millones de judíos polacos, casi la mitad de toda la población judía que vivía en Europa del Este, quedaron atrapados en una gran cárcel sin posibilidad de escapar. La mayoría, como ocurrió en Varsovia, Cracovia, Lodz, Lublin y otras ciudades, fueron internados en guetos infernales. 

Los judíos polacos murieron, mayoritariamente, en los campos de concentración abiertos por los nazis en Treblinka, Auschwitz, Sobibor, Chelmno, Jasenovac, Belzec y muchos más, en las acciones llevadas contra las poblaciones judías a cargo de los “Einsatzgruppen” -escuadrones salvajes de nazis que llevaban a cabo grandes matanzas sin miramientos de ningún tipo- y en los guetos abiertos por los alemanes en las ciudades y pueblos de Polonia y otros países. Más de 400.000 judíos vivían en Varsovia antes de la guerra y la mayor parte de esa población fue recluida en el gueto del mismo nombre, un espacio superpoblado de apenas unos kilómetros cuadrados donde la vida no valía nada y reinaban el hambre, las enfermedades de todo tipo y la miseria más espeluznante. 

LA MASACRE DE JEDWABNE

Según cuentan en algunas fuentes bien documentadas, algunos miles de polacos participaron en esas matanzas y colaboraron con los nazis en el exterminio de los judíos. “Muchas de las masacres alentadas por los alemanes fueron llevadas a cabo con la ayuda, o incluso la participación directa, de los mismos polacos. El caso paradigmático es la Masacre de Jedwabne, en la que entre 300 y 1600 judíos fueron torturados hasta la muerte, cuando no quemados vivos, por una parte de los habitantes católicos de Jedwabne”, según señala la enciclopedia Wikipedia al referirse a este episodio. 

El mismo diario El País, al referirse a esta matanza, aseguraba tajante: “Jan T. Gross, profesor de la universidad estadounidense de Princeton de origen polaco, desveló en 2001 uno de los últimos secretos de la II Guerra Mundial, y uno de los más oscuros: la matanza el 10 de julio de 1941 de los judíos del pueblo de Jedwabne, en Polonia. Los autores no fueron los nazis, sino sus propios vecinos polacos, que tras someterlos a todo tipo de torturas y vejaciones públicas quemaron vivos a los supervivientes en un pajar”. Gross escribió hace 16 años el libro Vecinos, que causó entonces un impacto tremendo en Polonia, un país que este historiador y sociólogo abandonó en 1968. En el libro, Gross denuncia el colaboracionismo sin mácula de duda de los polacos de entonces con el Holocausto, un secreto a voces nunca negado por casi nadie, incluidos los polacos de bien. Hace unos años, el Gobierno polaco, cuyas medidas sobre este asunto están causando una honda preocupación en varios medios intelectuales, lanzó una cruzada contra este investigador. 

Al reseñar este libro el director de Gazeta Wyborcza, Adam Michnik, uno de los más importantes intelectuales polacos, escribió: “Es difícil valorar la dimensión de ese choque. El libro de Gross ha provocado reacciones que pueden ser comparadas con las que motivó el libro de Hannah Arendt Eichmann en Jerusalén”. El filósofo George Steiner aseguró entonces que “el relato de Gross de las atrocidades durante la guerra ha despertado a una nación que ha escondido sistemáticamente su pasado”.

Placa en homenaje a víctimas del Holocausto, cementerio judío de Varsovia

Aun así el tema es muy controvertido y no se conoce totalmente el grado de participación de los polacos católicos en las matanzas de judíos en parte porque los líderes judíos se niegan por razones religiosas a una hipotética exhumación de los restos de las víctimas que ayudaría a establecer las causas de su muerte e incluso podría esclarecer quiénes fueron los responsables. El Instituto Nacional Polaco por la Memoria señala 22 poblaciones más en las que sucedieron pogromos similares al de Jedwabne. “Las razones de estas masacres se siguen debatiendo hoy en día, aunque entre ellas se incluyen el antisemitismo, el resentimiento de muchos polacos debido a la cooperación judía con los soviéticos que habían invadido el este de Polonia en el año 1939, el deseo de robar las pertenencias de los judíos (aunque antes de la guerra la mayoría de los judíos polacos eran pobres) y, por supuesto, el impulso, cuando no instigación, que dieron los nazis a la participación en estas masacres”, informaba Wikipedia en su información relativa al Holocausto polaco.

EL ALZAMIENTO DEL GUETO DE VARSOVIA

Pese a todo lo que significó el Holocausto y el final de la vida judía en Polonia, hay que reseñar que hubo momentos para la gloria y la esperanza, aun en tiempos de terror, muerte, persecución y miseria, cuando miles de judíos se levantaron, en 1943, en la gran revuelta del gueto de Varsovia entre el 19 de abril y el 16 de mayo de ese año, contra sus torturadores nazis. Miles de judíos se inmolaron luchando en condiciones de absoluta inferioridad contra la maquinaría nazi y otros centenares prefirieron suicidarse antes que rendirse arrojándose desde los destruidos edificios de Varsovia, tal como nos han dejado numerosos testimonios gráficos para la historia. Más de 56.000 judíos fueron capturados en el aniquilado gueto tras la lucha, 13.000 murieron en los heroicos combates y más de 37.000 tuvieron la fatal suerte de ser enviados a los campos de la muerte. 

Sin embargo, como decíamos al principio de esta nota, la relación de los polacos con el Holocausto no está exenta de polémica, como cuando El Senado de Polonia aprobó, en el año 2018, una controvertida ley que tipifica como delito acusar a los polacos de ser cómplices en el Holocausto nazi.La ley prohíbe también describir a los campos de concentración situados en este país como “polacos” y castiga a quienes se refieran a los campos de exterminio de este modo y que podrán ser penalizados con hasta tres años de cárcel.

Una pared del antiguo gueto en homenaje a sus luchadores

Fruto de esas Leyes, que no cabe duda tienen un carácter revisionista sobre la historia de Polonia durante aquel tenebroso periodo histórico, un tribunal de Varsovia condenó a dos historiadores a disculparse por un libro que afirma que un alcalde polaco entregó judíos a los nazis, en un caso que los académicos dicen podría afectar la investigación sobre las acciones de los polacos durante la Segunda Guerra Mundial. Barbara Engelking, historiadora del Centro Polaco de Investigación del Holocausto en Varsovia, y Jan Grabowski, profesor de historia en la Universidad de Ottawa, fueron enjuiciados por un dato de su investigación histórica Noche sin fin: el destino de los judíos en condados seleccionados de la Polonia ocupada. La obra documentó casos de complicidad de polacos católicos durante el Holocausto, como el alcalde Malinowo durante esta época siniestra en que se ejecutó el Holocausto (1938-1945), y fue puesta en la diana del nuevo revisionismo polaco con respecto a esta cuestión.

Fotos del autor de la nota.

 

3 thoughts on “Los polacos y el Holocausto”
  1. El principal libro de Jan Grabowski es “Hunt for the Jews: Betrayal and Murder in German-Occupied Poland”, del 2013, que no existe traducción en español, en el que el historiador analiza el alcance general de los crímenes cometidos por los católicos polacos, cuando antes no se conocía apenas nada, aportando pruebas como los pocos testimonios y escasos juicios durante la época soviética. La investigación está basada en una pequeña muestra, en un estado como la Polonia actual que no facilita las investigaciones, ni lo hizo en el pasado comunista porque la Historia la manipularon por intereses políticos, echando todas las culpas a los nazis alemanes o dejando al margen a los criminales de la población local en los países del bloque soviético, o para no alterar a los líderes institucionales y religiosos, con los mismo culpables católicos polacos durante la invasión nazi que continuaban dirigiendo el sistema social o clientelar de la Polonia comunista. Tampoco los ciudadanos polacos dejaron testimonios fiables por ser cómplices o directamente eran los criminales, o por el miedo a las represalias que se producían contra los que hablasen, incluso iban, todos a una, contra los polacos que dijeran que habían ayudado a judíos. La principal conclusión es que el autor estima que unos 200.000 judíos fueron asesinados por los mismos católicos polacos, la mayoría cuando trataron de esconderse tras el comienzo de las deportaciones, en el plan de exterminio nazi en Polonia también participaron otros polacos afines a la ideología nazi, con la colaboración proactiva y voluntaria de una gran parte de la población polaca católica y de las varias policías polacas, con el visto bueno de políticos o administradores católicos polacos, también de religiosos de la Iglesia Católica Polaca, etc. En el sitio web del “United States Holocaust Memorial Museum” se puede leer el libro de Grabowski “THE POLISH POLICE – Collaboration in the Holocaust”, en el que se aclara que todos los cuerpos de policías polacos durante la ocupación nazi participaron en los crímenes, fueron principalmente la policía denominada los “Blues” aunque también otros compuestos por policías católicos polacos.

  2. Entre la población católica polaca común hubo un alto número de culpables, mayoritariamente de las zonas rurales, ya sea delatando a los judíos sabiendo que iban a ser asesinados de inmediato, o participando en cacerías organizadas, o asesinando con sus propias manos a sus vecinos judíos. Actuaron movidos por diferentes causas: por el arraigado antisemitismo, o por estrategias políticas como en el caso de algunos comunistas polacos que quisieron limpiar la mala imagen de los comunistas polacos por haber permitido la primera invasión soviética que acordaron con la Alemania nazi, o por codicia malsana para apoderarse de supuestas riquezas que en esa época todos creían que escondían siempre los judíos, o a cambio de alguna pequeña recompensa de los nazis, como dinero, comida o simplemente por quedarse con parte de la ropa que llevasen puesta sus víctimas judías. A Jan Grabowski le han amenazado de muerte y un numeroso grupo de personajes polacos famosos han llegado a enviar cartas para que le expulsen de la universidad de Canadá donde trabaja este prestigioso historiador. Pero aparte, otros muchos polacos comunes se dedican a manipular todo vestigio de esclarecimiento de la verdad, por ejemplo con comentarios críticos en las webs donde se vende el libro, en comentarios de diarios online extranjeros en los que aparezca alguna noticia relacionada, o en Polonia se escribieron libros con las versiones oficiales fantasiosas. En YouTube se puede encontrar un reportaje de la televisión polaca sobre el pogromo de Kielce en 1946, otro pogromo ya acabada la Segunda Guerra Mundial en Europa que montaron tras la denuncia falsa de un niño católico polaco, con el clásico de que unos judíos le habían secuestrado. Los ultranacionalistas polacos echan todas las culpas a los comunistas, o en los comentarios de YouTube también aparecen las típicas ocurrencias antisemitas y varias disparatadas conspiraciones judeomasónicas.

  3. Tanto por acción como por inacción los polacos en su mayoría fueron cómplices de la nefasta y sangrienta historia, por mucho que la quieran esconder y olvidar.

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