Los países helénicos se integran en el Medio Oriente

El Mar Egeo visto desde el espacio, imagen de NASA vía National Geographic

La falta del apoyo de la Unión Europea (UE) contra Turquía, como también las constantes políticas económicas injustas generaron que Chipre y Grecia se alejen de Bruselas y se acerquen al Medio Oriente.

El primer ministro griego Kyriakos Mitsotakis es un eurófilo comprometido. Muchos griegos y griegos-chipriotas consideran a la UE esencial para el bienestar económico, el comercio y el desarrollo. Sin embargo, una serie de desilusiones respecto de la política de la UE sobre el Mediterráneo oriental dio el puntapié para que tanto Grecia como la República de Chipre – la zona del sur de la isla, reconocida internacionalmente y étnicamente griega – comiencen a hacer un cambio político notorio hacia el Medio Oriente.

Atenas y Nicosia no se irán de la UE, pero este cambio se ha dado de manera paulatina desde hace tiempo. Sin embargo, la postura sumisa de la UE ante la agresividad de Turquía en la región en su conjunto no le ha dejado mucha opción a los políticos de ambos países más que involucrarse más estrechamente con sus vecinos del sudeste.

El helenismo ha influenciado y ha adoptado aspectos de las culturas del Medio Oriente a lo largo de la historia – la judía, la árabe, la persa y la turca por igual. Esto es evidente en la música, la cocina, el idioma, la religión y el estilo de vida griegos y griego-chipriotas. Algunos dirán que el helenismo es la única forma de poder blando que sobrevive desde los tiempos de la antigüedad.

No obstante, en la era moderna, Grecia y Chipre buscaron acercarse a Europa. En el caso de los griegos, el país era dependiente económicamente de las grandes potencias europeas tras asegurar su independencia del imperio otomano, y los reyes europeos gobernaron el país reestablecido bajo una “monarquía griega” establecida en el extranjero. Mientras tanto, Gran Bretaña colonizó Chipre hasta que éste logró la independencia en 1960.

El noroeste de Europa, y más tarde la UE, fueron grandes influencias sobre la civilización helénica renovada que buscaba liberarse de las garras del imperio otomano. Hoy, sin embargo, la situación podría revertirse al viejo – y, según algunos, natural – orden de las cosas.

Tras la ruptura de los lazos entre Israel y Turquía en el año 2010 y el descubrimiento del gas natural en la cuenca levantina, Grecia, Israel y Chipre se unieron para explotar los recursos y emprender el ambicioso proyecto de enviar el gas a Europa. A partir de ese entonces, se les unieron otras naciones.

La alianza tripartita, apoyada por EE.UU, se intensificó para incluir la cooperación militar y las labores conjuntas de lobby en Washington. La normalización de las relaciones entre Israel y varios países árabes ha impulsado este proceso.

El estado judío y sus vecinos – quienes han mantenido hace mucho tiempo lazos cercanos con los países helénicos – están preocupados por la agresión turca en la región y sus ambiciones neo-otomanas. Las constantes violaciones de Ankara del espacio aéreo griego y los mares chipriotas provocaron que Nicosia y Atenas le exigieran a la UE imponer sanciones sobre Ankara. Sin embargo, Bruselas, comprometida por la alianza estrecha entre Alemania y los turcos, solo le dio seguimiento de manera simbólica. Hasta Francia, defensor reciente de los derechos de los griegos y los griegos-chipriotas, adoptó una postura relativamente blanda respecto de la cuestión de las sanciones.

Para muchas personas en ambos países – ya escépticos del bloque por su rol en la crisis de la deuda – éstas eran señales de que ya no se puede confiar en Europa. Israel y sus vecinos árabes ya han aprendido la lección, dado que Bruselas constantemente hace caso omiso de las agresiones iraníes y turcas a favor de una preocupación selectiva por los derechos humanos y la obsesión con las cuestiones palestinas.

Los lazos militares lograron ser la sustancia de la cooperación griega-israelí y griega-árabe. Grecia envió sistemas Patriot para proteger los yacimientos petrolíferos sauditas, mientras que Emiratos Árabes Unidos (EAU) envió aviones de combate a Grecia para participar en un simulacro conjunto de defensa aérea. Egipto participa casi todos los años con Grecia y Chipre en simulacros navales en conjunto, e Israel hace poco acordó inaugurar un centro de entrenamiento de aviación conjunta en Kalamata con Grecia. Jerusalén también le alquilará drones a Atenas para la defensa de las fronteras. Israel también aceptó continuar actualizando la cooperación de defensa con Nicosia y Atenas el año próximo, y presumiblemente en el extranjero.

Mientras tanto, Estados Unidos – que se acercó más a Atenas y Nicosia en los últimos tiempos – sí sancionó a Turquía por la compra de sistemas rusos S-400.

Durante años, los formuladores de políticas rusos y chinos han adoptado la idea del “regionalismo” – un concepto que según el cual los países que comparten una zona geográfica trabajan en conjunto sobre varias cuestiones, libres de la influencia de los países lejanos. Pareciera que esto está sucediendo, aunque quizá no de la forma en que Moscú y Pekín la imaginaron.

Kostas Grivas, profesor de geopolítica y sistemas de armas de la Academia del Ejército Helénico, declaró que Grecia replanteará el mapa geopolítico, que incluye a los países árabes estables, India, Israel, Chipre, Grecia y Francia en una nueva alianza entre el Mediterráneo y Medio Oriente para hacerle frente a la red de aliados que formó Turquía con Paquistán y sus hermanos en Asia Central. Seth J. Frantzman, Director Ejecutivo del Centro de Informes y Análisis del Medio Oriente, sitúa a Grecia e India en el “Gran Medio Oriente” en términos de las alianzas geopolíticas emergentes.

A medida que la UE pierde credibilidad en la región y se enfrenta a una gravísima tormenta política interna , dichas alianzas regionales – a menudo basadas en las culturas en común y en intereses geopolíticos compartidos – muy probablemente sean más comunes ante los problemas compartidos. Grecia y Chipre, con la ayuda de sus aliados regionales y de Washington, deberían continuar ejerciendo presión sobre Europa para que tome más medidas contra Turquía. Al mismo tiempo, debería continuar aceptando la realidad que se avecina, dada la probabilidad de que Bruselas se mantenga inoperante ante las políticas neo-otomanas de Ankara.

Fuente: BESA Centro Begin-Sadat de Estudios Estratégicos

Dmitri Shufutinsky se graduó del programa de maestría en Paz Internacional y Resolución de Conflictos de la Universidad de Arcadia. Actualmente vive como Soldado Solitario en el Kibbutz Erez, Israel, sirviendo en la Brigada Givati ​​bajo el programa Garin Tzabar.

Traducción de Michelle Terdjman.

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