Lo que no se quiere ver

Monumento a las víctimas del terrorismo en el Monte Herzl - Foto: Wikipedia - CC BY 2.5

Pablo Veiga *

Las crónicas que a diario nos llegan, además del efecto perverso en nuestras economías, tanto a nivel macro como micro, acompañadas de duras imágenes, sacuden la conciencia de la ciudadanía.

Los demás acontecimientos y litigios internacionales han sido relegados a un segundo plano, incluido todo lo concerniente a Israel y los palestinos. Así observamos que el tratamiento dado a los últimos atentados salvajes contra la población en diversas ciudades israelíes, que han acabado con la vida de unas veinte personas, ha sido de lo más escueto en los medios de comunicación españoles. Y ello aun viendo la película de terror que, todos los tele espectadores pudimos contemplar sentados cómodamente en nuestros hogares, donde un terrorista palestino, fusil en mano, ejecutaba a todo viandante que se le ponía por delante. Un modo de actuación semejante al utilizado en aquellos atentados en París contra el semanario satírico, Charlie Hebdo, en dos mil quince; el horror se narraba desde los noticieros, donde el presentador no disimulaba la angustia cuando nos mostraban aquel terrorista rematando a un policía herido en el suelo. Doce asesinados se contabilizarían en aquella “operación”, cuya reacción la pudimos observar a continuación en manifestaciones multitudinarias de repulsa. Lo mismo, o parecido, podríamos decir de la matanza en la discoteca Bataclán, también en París y también en dos mil quince. Huelga toda referencia al atropello masivo en Niza al año siguiente, con más de ochenta muertos.

Pero en esta ocasión, lo acontecido en Elad, Beer Sheva y en otras ciudades israelíes, insistimos, asesinatos de hombres y mujeres inocentes, población civil, apenas sí ha merecido comentario de pocos segundos. Por supuesto, nunca se deja de hacer mención a las bajas palestinas provocadas por la lógica y natural respuesta de Israel. Evidentemente, el discurso y la entonación cambia radicalmente en el lamentable suceso de la muerte de una periodista, Shireen Abu Akleh, corresponsal de Al Jazeera, durante una intervención de las fuerzas armadas israelíes en Jenín. La mayoría de los medios, varias organizaciones políticas de nuestro entorno y la sociedad en general ha dictado sentencia, responsabilizando a Israel de haber matado a la mencionada profesional de forma deliberada. Aquí no existe el beneficio de la duda y más en este caso, cuando las autoridades israelíes han ofrecido a las palestinas investigar conjuntamente los hechos, oferta que los gobernantes de Ramala han rechazado, por lo que la culpabilidad absoluta de las tropas judías en esta muerte, que aquí se da por cierta, parece que no lo es tanto. Y ya no hablemos de los disturbios generados en el funeral de entierro de la periodista palestina-americana, que los medios de nuestro país se han esmerado en transmitir.

Ahí está la gran diferencia entre lo que sí se quiere ver y lo que no. Es muy evidente y además, muy intencionado.         

  • Socio de AGAI-Asociación Galega de Amizade con Israel
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