Candidatas a Miss Universo visitan el Mar Muerto - Foto: REUTERS/Ammar Awad

Pablo Veiga* – De Compostela a Ierushalaim

Las mujeres participantes en dicho concurso arribaron a Israel previamente, visitando lugares emblemáticos del país, desde las playas de Tel-Aviv hasta la bíblica Nazaret, pasando obviamente por la capital, Jerusalén, así como otros destinos de interés turístico.

Para variar, el evento no está exento de polémica. A las típicas críticas de ciertos sectores feministas –tengo entendido que también existe similar formato para los hombres-, se une la furia de aquellos que no soportan que dicho acontecimiento se celebre en Israel. Es lo de siempre, por lo que ya no causa ni sorpresa, ni tan siquiera a uno le apetece dar la consabida y habitual respuesta a estos forofos del antisemitismo más rancio y del odio focalizado, segmentado y parcial hacia todo lo que huela a israelí y judío, que lo mismo da. Sí es necesario remarcar la decisión de la aspirante sudafricana, Lalela Mswane, quién desoyendo las recomendaciones y presiones recibidas por parte de los grupos activistas pro palestinos y hasta del propio gobierno de Pretoria, ha decidido viajar a Israel para participar en el evento. Algunas de sus compañeras, representantes de Indonesia o Laos, sí optaron por el boicot, retirando su participación.

Pero si algunas de las ochenta mujeres candidatas a la corona de Miss Universo 2021 merecen especial mención, esas son Noa Cochva, que representa a la nación anfritriona, y Michelle Marie Colón, de Puerto Rico. A ambas jóvenes les une un lazo que las ha conectado con especial fuerza, ya que la abuela de la primera y el bisabuelo de la segunda lograron sobrevivir al Holocausto. En el caso de la puertorriqueña, su historia es peculiar, ya que su ancestro, llamado  Rodolfo Cohn, abandonó la hostil Europa de aquellos tiempos para establecerse en el Caribe, donde se casaría con una mujer afroamericana, descendiente de esclavos, formando en palabras de la propia miss “una familia sólida llena de amor, construida sobre la empatía y la resiliencia”. El museo Yad Vashem fue el escenario donde las dos chicas compartieron con el resto de sus compañeras sus respectivas historias familiares, inundando de emoción a las presentes, quienes no pudieron evitar conmoverse ante dichos relatos.

Noa y Michelle son una muestra de cientos de miles de personas, habitantes de Israel y de otros muchos lugares del mundo, cuyo pasado es muy similar. Ellas están vivas porque hace ochenta años, sus antepasados tuvieron la valentía de huir de las matanzas en serie programadas contra ellos por su única condición de judíos. Aquellos hombres y mujeres soportaron lo inimaginable, viéndose en la obligación de dejar atrás su entorno conocido con el simple objetivo de seguir viviendo, meta que sí consiguieron alcanzar. De su descendencia, los ejemplos de estas dos mujeres que aspiran a ganar el susodicho concurso.

No obstante, tanto de Noa como de Michelle ya se puede afirmar con rotundidad que son las más bellas. Sin ninguna duda.

  *(Socio de AGAI-Asociación Galega de Amizade con Israel)

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