La artista y escultora Hana Platzer (nacida en 1933, Moldavia) está presentando en la Galería Tova Osman, un trabajo artístico arraigado en el dolor infantil a la sombra de la Segunda Guerra Mundial, enmarcado por una digrafía no diagnosticada y un heroico viaje de vida femenino.
Ella declara “Mi vida sin arte no es vida”. Cuenta que comenzó a dedicarse al arte a una edad avanzada, hace 25 años, cuando sus hijas crecieron y formaron sus propias familias. Se puede visitar hasta el 26.6 en Ben Iehuda 100 Tel Aviv.
Platzer recurrió al arte, a partir de una combustión interna para expresar y crear. A la edad de 65 años, cuando el peligro de muerte se cernía sobre ella debido a un problema de salud de sobrepeso, comenzó a estudiar escultura, primero en el Museo de Tel Aviv y luego con el escultor Yuri Mitzkin, y en fundiciones de bronce y aluminio.
Participó de numerosas exposiciones entre ellas en la Galería Migdal, en la galería Amalia Arbel, en el Museo de Antigüedades, en la Galería “Inselgalerie” de Berlín. Fue una de las 25 artistas seleccionadas de todo el mundo para exponer en la exposición “Mujeres judías en el arte”. Y también fue elegida para aparecer en el libro de la exposición escrito por Edwina Brenner. Las esculturas de Yaakov Agam y Hana Platzer se encuentran entre las más vendidas.
La curadora Tova Osman nos informa que algunas de las esculturas parecen expresar una música interior de poder y esperanza y evocan una asociación con notas musicales. Las esculturas de bronce de Platzer evocan inmediatamente la emoción. Tienen una profundidad que indica una observación de múltiples capas y una técnica que evita la sensación inmensa. Ella simplifica las emociones profundas en movimientos redondos en piedra y graba en líneas delicadas las emociones de sus figuras de bronce, en el material.
Fotos Ran Arda