La transmisión generacional. Vaetjanán.

20 agosto, 2024 , ,
Foto: Pixabay

Cuando mañana tu hijo te pregunte, diciendo: “¿Qué son los testimonios, los estatutos  y  las leyes que el Eterno nuestro Dios les ha ordenado?”.

Deuteronomio capítulo 6, versículo 20

Transmisión y consuelo.

No hay mayor consuelo para un padre, el ver que sus hijos/as continúan y son parte de la cadena generacional del judaísmo.

Poder vislumbrar que se ha trabajado por un idishkait o judaísmo sustentable en el tiempo, se constituye en un bálsamo para curar muchas de nuestras heridas, y nos impulsa a seguir en la senda de ser promotores de la ley y la verdad que se entregó en el desierto del Sinaí.

El capítulo de consuelo, leído en este último Shabat apunta a que la pregunta nos muestra interés por el tópico.

Un judaísmo con judíos.

Es decir, un judaísmo vivo, donde nos podemos deleitar que nuestros pequeños se entusiasman y admiran y aman aquello que a nosotros nos conmueve en la fibra más íntima del alma.

El anciano y el niño, junto con el padre, pueden sentarse juntos en pos de un libreto común. Un libreto o argumento que destila santidad y confraternidad.

Frustación y reflexión.

En algunos casos, aunque el objetivo es bueno, equivocamos el modo o la manera de como enseñar o como responder a lo que los pequeños nos preguntan o miran o aprenden en particular de nuestra conducta.

Obvio, esto se constituye en un enorme tropiezo, y da lugar a una peligrosa posibilidad que el niño (ya convertido en joven o adulto) en cierto momento decida abandonar el camino de la Torá.

No cabe duda que en el proceso de educación no solo es válido el contenido, además debemos tener mucho cuidado en la forma de su presentación.

Es decir, lo interno y lo externo deben coincidir o encontrarse en sintonía.

¿De qué hablamos? Final.

¿De la restauración del Beit Hamikdash en formato ladrillo (el majestuoso edificio y la belleza de la creación humana), y/o también en la reconstrucción del Beit Hamikdash o el Templo interior que anida en cada alma y en cada corazón?

Para concluir, cuando nuestro hijo nos pregunte, debemos estar preparados para dar una respuesta con verdad.

Claro que los padres en ocasiones, aceptamos las medias tintas, pero nuestros hijos solo aceptan el absoluto.

Entonces, dichoso el hombre, cuando un par de ojos puros escudriñan sus actos. Y cuando interrogan y nos cuestionan y nos provocan intranquilidad.

También el padre tiene cosas que aprender de sus hijos, y trabajando en estos pequeñitos que son diamantes en bruto, estaremos allanando y asfaltando el camino de la gueulá o redención final.

Nuestro corazón saltará de alegría, ya que hemos sido parte de esta hermosa cadena generacional.

Shavua Tov!

Dr. Natalio Daitch

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