La seguridad de los trabajadores de la construcción no funciona

7 septiembre, 2016

Bernardo Ptasevich
No sé si es mas importante destacar la cantidad de muertos y heridos en el accidente reciente ocurrido en un edificio del barrio Ramat Hajayal en Tel Aviv o la cantidad alarmante de los mismos en lo que va del año y desde el 2010. En todo caso, ambas cifras nos abren los ojos ante la magnitud e importancia del problema en el que algo está fallando y nadie le pone el cascabel al gato.
Un accidente es posible en cualquier área. Se trata de casos excepcionales en los que la casualidad o un conjunto de casualidades conjuntamente con las condiciones imperantes, el error humano o la falla de maquinaria y materiales pueden desencadenar algún tipo de tragedia. Pero cuando esto se torna habitual podemos decir que hay algo más que un accidente, hay por lo menos negligencia, gente que por dinero deja de tomar las medidas de precaución obligatorias, personas que no son aptas o habilitadas para hacer los trabajos que con sus errores provocan los desastres, lo cual también es responsabilidad de los que mandan, y los de arriba que siempre disimulan y miran para otro lado. El nivel de estudio y preparación de los israelíes hace que no sea muy habitual encontrarlos trabajando de obreros. Estas tareas son realizadas  en general por extranjeros o incluso por nuevos inmigrantes sin idioma y sin otras posibilidades. Me resisto a pensar  que sea ese el motivo por el cual no hay una posición firme para erradicar este problema que se queda con la vida de seres humanos y arruina familias al igual que el terrorismo o la guerra.
Las estadísticas muestran falta de responsabilidad
En el 2016 hasta la fecha han muerto en accidentes laborales 32 personas. Es una cifra muy alta que demuestra que los controles fallan. Desde el año 2010 la cifra es aproximadamente de 200 trabajadores muertos. Lo peor de todo es que muchos ya se han acostumbrado a que esto es lo normal. En una ciudad pequeña he sido testigo de obreros trabajando en altura sin protección alguna, sin arnés, sin redes. Para completar el cuadro y con peligro de caída de bloques o materiales, el sector continuaba habilitado para el público. Corrían por allí niños, pasaban bicicletas, señoras haciendo compras y ancianos o enfermos ayudados por sus sillas de ruedas o carritos. Rato más tarde se desplomó un hierro de los andamios con la suerte de que en ese horario no había nadie trabajando arriba ni caminando abajo. Era una lotería. Pensé en dirigirme a la Municipalidad, hasta que averigüé que se trataba de un trabajo ordenado por la propia comuna que debería controlarlo.
Al rato vi al Sr. Intendente visitar la obra, hablar muy animado con su contratista, viendo lo mismo que yo vi pero supongo que con otros ojos u otros conceptos de lo que debe ser. Eso me desalentó por completo ya que es como ir a denunciar un asesinato y encontrar en la dependencia al propio asesino que te pregunte a qué viniste. Si esto sucede a niveles pequeños como el que describo, imagino lo que será en obras enormes donde los intereses económicos y la ambición borran toda posibilidad de protección a los trabajadores.
Ariel Masovetzky, director de El Faro Israel, menciona en uno de sus artículos y respecto de la seguridad laboral: “También se encontró que el 60% de los fallecidos en accidentes, murieron en una caída desde altura durante los trabajos efectuados en tejados, andamios y aberturas en edificios. Otras causas de muerte fueron el colapso parcial de la estructura, las paredes o los equipos de ingeniería, descargas eléctricas o daños a un objeto, como en muchos casos, la causa del accidente fue la falta de normas de seguridad estrictas”.  “Me pregunto dónde estaban los supervisores de este infierno y si son los responsables. La falta de responsabilidad con las familias que destrozan, es completa “. (Así como los familiares de las víctimas del terrorismo, los de las víctimas de estos accidentes tampoco tienen consuelo.) Netanyahu, tan afecto a dar discursos, podría decir alguna palabra sobre el tema. Si hay negligencia por parte de particulares y el Estado no controla, el Estado tiene responsabilidad indirecta.

El accidente en Ramat Hajaial
Está casi descartado que la caída de una grúa fue la que originó el desplome del edificio. El director de la obra dijo a la prensa que “había avisado que la estructura se iba a desplomar ante los temblores que provocaba el trabajo de los tractores”.
En todo caso había alertas que pudieron haber evitado la tragedia. Si su aviso no fue tomado en cuenta debió dirigirse a las autoridades. Claro que si lo hacía estamos seguros que perdería su trabajo. Un hombre que de alguna forma ve lo que puede suceder pero que se encuentra entre la espada y la pared. En estos momentos siguen los trabajos en la búsqueda de personas que puedan estar con vida aunque el número de desaparecidos ha descendido mucho. La policía cerró el tráfico en la zona del derrumbe para facilitar el paso de ambulancias o equipos de rescate. Estaba resultando difícil ingresar al lugar del derrumbe. Es justo decir que en contrapartida a la negligencia previa de empresarios y autoridades, una vez producido el desastre se pone en funcionamiento una de las mejores organizaciones de rescate del mundo. Miembros de la Unidad de Emergencias del Ejército israelí llegaron al lugar con medios de salvamento, perros adiestrados en la localización de personas atrapadas y maquinaria pesada. Asistieron también más de cien miembros del cuerpo de bomberos de Tel Aviv y soldados de la Unidad de Rescate y Búsqueda de Protección Civil quienes buscan sobrevivientes o cuerpos entre los escombros. Otros ciudadanos israelíes que tienen experiencia en misiones de rescate por terremotos ocurridos en todas partes del mundo también trabajan en el lugar. Los hospitales han recibido a los heridos como si se tratara de un atentado terrorista. Existe la posibilidad de nuevos desplomes de la estructura dañada por lo cual ahora sí se tomaron las precauciones debidas. La Policía abrió una investigación para determinar las causas del desplome y sus responsables. Todo está en las cámaras de seguridad. No hay demasiadas dudas de que la empresa encargada de la obra del parking de cuatro pisos tiene responsabilidad. Había sido advertida por los propios obreros sobre la falta de garantías de seguridad para su trabajo. En momentos de escribir esta nota cuatro obreros continuaban desaparecidos aunque las autoridades de la defensa civil indicaron saber aproximadamente el lugar en que estaban atrapados. Hacemos votos para que todos o por lo menos alguno de ellos pueda salir con vida de esa trampa mortal.

Hacer cumplir las leyes
La solución para que estos accidentes no se repitan con tanta frecuencia ni causen tantos muertos o heridos es compleja pero bastante sencilla. Se trata solamente de hacer cumplir las leyes, que no solo sean un enunciado para utilizar en caso de juicios. Para ello tiene que haber inspecciones periódicas y severas en los lugares de obra, con gente incorruptible que haga bien su trabajo sin importar si eso costará dinero al infractor y sobre todo escuchar a los trabajadores cuando denuncian estos hechos, sean israelíes, tailandeses, sudaneses, palestinos, etíopes, nuevos inmigrantes de cualquier país o simplemente personas. Las personas tienen derecho a trabajar sin poner en riesgo su vida. ■

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One thought on “La seguridad de los trabajadores de la construcción no funciona”
  1. La crónica y corrupta dirigencia del estamento sindical israeli, la Histadrut, para apoyar a sus sindicados lleva a esta evitable tragedia. Si en lugar de ahorrar en capacitación con la intención de acrecentar sus ingresos con el propósito de financiar a políticos y políticas anti Bibi, se dedicaran a capacitar a sus sindicados estos desgraciados accidentes, con seguridad podrian evitarse.La Histadrut exige mas y mas dinero a los desarrolladores de proyectos, de cualquier tipo, sin dar nada a cambio.Sangran a la industria, al comercio, al gobierno y a toda la sociedad israeli. La zurda israeli es la culpable de esta tragedia. No hay excusas, la Histadrut debe asumir su responsabilidad, dedicarse a mejorar las capacidades de sus sindicados en lugar de lucrar política y económicamente con la desgracia y los accidentes.

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