Ha sido el primer líder extranjero en reunirse en persona con el presidente ruso, Vladimir Putin, desde que comenzó la invasión, mientras mantiene contacto directo con Ucrania; además de con Alemania y Francia, lo que permite inscribirlo como parte de un «esfuerzo internacional», pero su papel ha resultado todavía limitado.
El mismo Bennett reconoció a su regreso de Moscú y Berlín, dos visitas relámpago que realizó el pasado sábado, que «las posibilidades (de poner fin a la guerra) no son altas», y sin embargo seguirá intentando promover el «diálogo entre las partes».
«No creo que (Bennett) sea un mediador. Es un facilitador», por sus buenas relaciones con Ucrania, Rusia y Estados Unidos, valoró en entrevista con Eytan Gilboa, profesor de relaciones internacionales de la Universidad de Bar Ilán.
Pero hay una apuesta clara por un Israel. La reunión prevista hoy en Letonia entre el titular israelí de Exteriores, Yair Lapid, y el jefe de la diplomacia estadounidense, Anthony Blinken, supone otro empujón más para esta misión.
VIAJE SORPRENSA A MOSCÚ
«Hay un intento serio por no dañar este proceso filtrando información, mantener la confianza en ambos lados», resume el director del centro de estrategia BESA, Eitan Shamir, sobre el secretismo que rodea el encuentro del sábado con Putin.
El viaje sorpresa, en pleno Shabat (día de descanso judío cuando se paraliza toda actividad política), fue desvelado por el Kremlin, tras lo que Bennett voló a Berlín para otro encuentro imprevisto con el canciller alemán, Olaf Scholz.
El domingo, continuaron las conversaciones con Putin y Sholz, esta vez telefónicas, además de con el presidente francés, Emmanuel Macron, y una tercera llamada en 24 horas con el de Ucrania, Volodymyr Zelensky. Aumentaron las expectativas de Israel como mediador.
«Normalmente un mediador introduce ideas para resolver un conflicto y no creo que este sea el caso (…). Las conversaciones, especialmente con Putin, incluyeron Ucrania pero también otros asuntos como Siria o el acuerdo nuclear de Irán», considera Gilboa.
Aún así, Bennett parece el «único líder» capaz de servir hoy como «mensajero-mediador», fiable para Putin, algo que no podría ser Alemania o Francia que se han posicionado con el apoyo a las sanciones contra Rusia.
CON TODAS LAS PARTES
En Israel viven unos 1,2 millones de judíos provenientes de la antigua URSS, la mayoría de Rusia y Ucrania. Y como destaca Shamir, algunos de los significativos representantes y asesores políticos como el actual ministro de Finanzas, Avigdor Liberman, tienen este origen con gran conocimiento de la lengua y la cultura, crucial en las conversaciones.
Con una población altamente sensibilizada con la situación bélica, el Gobierno israelí también necesita de la coordinación con Rusia para seguir bombardeando en Siria, operaciones contra fuerzas proiraníes que lleva ejecutando desde hace años, la última esta madrugada en las inmediaciones de Damasco.
Israel hace equilibrios. Condenó la invasión rusa de Ucrania y proporcionó una amplia asistencia humanitaria, mientras activó la concesión de ciudadanía, mediante la Ley del Retorno, a cientos de judíos ucranianos.
Pero no habrá asistencia militar, como ha solicitado Ucrania.
«Uno de los problemas de esta guerra es que la gente no sabe qué quiere Putin, por tanto la comunicación es muy importante, y las reuniones clarifican las líneas rojas, condiciones que tienen que darse», interpreta Gilboa.
Otra reunión que también aportará será la que mantendrá el presidente israelí, Isaac Herzog, con su homólogo turco, Recep Tayyip Erdogan, en la primera visita de este tipo que realizará mañana a Ankara en 15 años. Aunque estaba prevista antes de la guerra en Ucrania, ayudará a consensuar mensajes, consideran los analistas.
El respaldo de las partes implicadas en esta misión y la urgencia por contener la violencia han posicionado a Israel como actor clave, aunque las posibilidades sigan siendo poco prometedoras. Tiene que intentarlo, coinciden. EFE