Hombre y niño palestinos en la Franja de Gaza, Foto vía Max Pixel maxpixels.net CC0

“La lucha por Palestina” ha sido durante mucho tiempo un eslogan axiomático en la narrativa árabe-palestina y se sigue utilizando hasta el día de hoy para galvanizar a las masas, pero a medida que el Medio Oriente cambia, el poder de la frase puede estar disminuyendo.

En su libro de 1974 Palestinians and Israel, el extinto Yehoshafat Harkabi escribió que después de la Guerra de los Seis Días,

“La colisión con los palestinos se presenta como la esencia del conflicto, pues supuestamente se trata de una lucha por la liberación nacional. Los árabes explican, especialmente a los extranjeros, que el antagonismo no es el de los grandes Estados árabes contra un pequeño Estado como Israel, sino el de un pueblo oprimido contra un fuerte Estado colonialista opresivo… El foco del conflicto ha cambiado. No es entre Estados, sino entre un gobierno y un pueblo que lucha por su liberación, que por definición es una guerra justa que merece apoyo.”

Con el paso de los años, la lucha se ha vuelto no solo justa, sino incluso divina.

Una comprensión binaria del conflicto árabe-israelí ha dominado el pensamiento durante décadas. Se presume que el conflicto es irresoluble, ya que está atrapado entre las demandas de destrucción total de Israel y la inevitabilidad del exilio árabe-palestino y el olvido político.

Pero el paradigma puede haber cambiado tras los Acuerdos de Abraham y la normalización de Israel con los Emiratos Árabes Unidos, Bahréin y Sudán. Incluso los saudíes han notado el cambio, tal como lo ilustra una declaración reciente del príncipe Bandar bin Sultan bin Abdulaziz, quién criticó abiertamente a los líderes palestinos con estas palabras:

“La causa palestina es una causa justa pero sus defensores fracasan, y la causa israelí es injusta, pero sus defensores han demostrado tener éxito. Hay algo que los sucesivos líderes palestinos comparten históricamente en común: siempre apuestan por el bando perdedor, y eso tiene un precio.”

Esta condenatoria declaración de un aliado tradicional de Palestina plantea la cuestión del fin del juego palestino y, lo que es más importante, la centralidad, y la fatiga, de la lucha palestina en el mundo árabe.

Históricamente, la causa palestina fue el pegamento que mantuvo al mundo árabe unido en animus hacia la entidad sionista y su presunta amenaza. A lo largo de su carrera, el objetivo final de Yasser Arafat fue hacer de la cuestión palestina la causa principal del mundo árabe, que, argumentó, no debería descansar hasta que los palestinos recibieran la justicia que divinamente se les adeuda.

Arafat tuvo un gran éxito en este sentido, aunque no necesariamente en beneficio del pueblo palestino, que fue utilizado por muchos regímenes árabes y grupos islamistas como herramienta para impulsar el apoyo a sus propias causas. Arafat era el símbolo andante de la causa palestina, pero desde su muerte, al liderazgo palestino le ha costado trabajo mantener la causa en un lugar de importancia.

Mientras el pegamento se aplicó en todo el mundo árabe, el Plan por Fases de 1974 de la OLP permaneció intacto:

  • Mediante la «lucha armada» (es decir, el terrorismo), para establecer una «autoridad nacional combatiente independiente» sobre cualquier territorio «liberado» del dominio israelí (artículo 2)
  • Continuar la lucha contra Israel, utilizando el territorio de la autoridad nacional como base de operaciones (artículo 4)
  • Provocar una guerra total en la que los vecinos árabes de Israel lo destruyan por completo («liberar todo el territorio palestino») (artículo 8)

El plan era factible sólo mientras todos los caminos hacia la paz pasaran por Ramallah. Esto permitió que los israelíes estuvieran convencidos de que la paz estaba cerca y permitió que Arafat y luego Abbas vendieran la «lucha por la paz» al pueblo palestino sabiendo muy bien que creían que el resultado final sería una solución de un solo Estado. Como siempre, el autoengaño y el fraude van de la mano.

Pero, ¿qué sucede cuando la causa palestina pierde su control sobre la calle árabe?

El periodista israelí Ehud Yaari observó correctamente que un “concepto que fue destruido por la intifada es lo que se llama en árabe ‘Istiqlaliyat al-Qarar al-Falastini’”, que significa la total y completa independencia en la toma de decisiones palestina sobre cuestiones relacionadas con Palestina. Un eslogan palestino era «no a la wisayah árabe», que se traduce como «ningún mecenzago árabe, patrocinio, interferencia o intervención».

Cuando Arafat comenzó su carrera política en la década de 1950 se basó en estos eslóganes, denunciando al mundo árabe por traicionar a los palestinos en 1948. Esto se convirtió en el núcleo del movimiento Fatah.

La estrategia básica de la OLP estaba en consonancia con la declaración de Abu Iyad de 1971 de que «no tenía derecho» a negociar un acuerdo, pero que debía seguir luchando, «incluso si no pueden liberar ni una pulgada», para preservar la opción de recuperar toda Palestina algún día. En 1984, todavía lo pensaba: «Nuestra firmeza y nuestra adhesión a nuestra tierra es nuestra única carta … Preferiríamos estar congelados durante 10 años más, que avanzar hacia la traición».

Abu Iyad creía además que una victoria de la OLP traería una revolución y una transformación a los palestinos, y dijo: «La lucha en sí misma estaba transformando a los palestinos de ‘pobres refugiados indefensos’ en heroicos combatientes».

En resumen, la lucha es el objetivo, no los resultados de la lucha.

Carl von Clausewitz resumió la lucha armada de esta manera:

“… si un lado no puede desarmar completamente al otro, el deseo de paz de ambos lados aumentará y disminuirá con la probabilidad de más éxitos y la cantidad de esfuerzo que esto requeriría. Si tales incentivos fueran de igual fuerza en ambos lados, los dos resolverían sus disputas políticas reuniéndose a mitad de camino. Si el incentivo crece en un lado, debería disminuir en el otro. La paz resultará siempre que su suma total sea suficiente, aunque el lado que sienta menos necesidad de paz obtendrá naturalmente el mejor trato.”

El último punto de Clausewitz es la clave. Si bien cada parte debe sentirse igualmente recompensada por la paz, en el caso palestino será un juego de suma cero mientras la lucha siga siendo más atractiva que la alternativa.

Fuente: BESA Centro Begin-Sadat de Estudios Estratégicos

Asaf Romirowsky es director ejecutivo de Scholars for Peace in the Middle East (SPME), miembro senior no residente del Centro BESA y miembro del Foro de Oriente Medio.

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