La ley de Murphy frenará a la ortodoxia no sionista en Israel

Foto Ilustración Wikipedia

Joseph Hodara

Edward A. Murphy, especialista en aeronáutica y en la fabricación de cohetes, ganó celebridad mundial a través del enunciado de múltiples sentencias que ponen en jaque al sentido común. Entre ellas: “Todo lo que puede salir mal- sucederá”; “nada es tan bonito de cerca como de lejos”; “en ocasiones el hombre tropieza con la verdad, pero evita caerse y sigue adelante…”

Una de sus leyes es pertinente aquí: “Para lograr el más alto éxito es sabio retroceder”. Vale decir, personas y organizaciones que se obsequian con entusiasmo por sus ascendentes logros conocerán la derrota si no atinan a retroceder a tiempo. Directriz que, en mi opinión, ya gravita apreciablemente en la conducta de la ortodoxia religiosa anti- sionista en Israel a pesar de que, hasta esta fecha, no pocos de sus miembros rehúsan atenderla.

Siguen reflexiones sobre este asunto.

 

Estado y ortodoxia religiosa

 

Este tema registra amplios antecedentes. En no pocos países de Europa occidental el Vaticano fue obligado a aceptar, desde el siglo XVII si no antes, múltiples restricciones que permitieron la erección de estados nacionales y fecundos núcleos de investigación científica y creación intelectual. En la Rusia zarista y en América Latina este devenir fue algo más lento, pero al final se impuso. En el caso del sionismo y de Israel el proceso fue y es algo más complicado; las relaciones entre la ortodoxia y las entidades estatales registraron a menudo un inestable equilibrio conocido como status quo.  Con frecuencia éste parece adoptar la forma de un matrimonio desigual pero harto conveniente para ambas partes.

Se conoce con amplitud la gravitación de los grupos no seculares en Israel. Los principales tramos de la vida- nacimiento, maridaje y muerte – registran su decisiva influencia; una burocracia con algo más de 20 mil funcionarios vigila e impone las normas de la kashrut en supermercados y restaurantes, con los costos correspondientes al consumidor; ministros de alto nivel deben peregrinar- con la cabeza cubierta y sin esperar reciprocidad-  a los hogares de los altos rabinos cuando asuntos de mutuo interés se perfilan; y en el cuidado de las fronteras del país, rabinos y parlamentarios que exhiben adhesión selectiva al gobierno, no se abstienen de alentar a los hijos de los otros – como si fueran una columna mercenaria – preservando celosamente la vida y sus propios recursos .

Las agrupaciones políticas- como Habait Hayehudi – que adhieren a un afiebrado nacionalismo que combina argumentos geopolíticos con metafísicos conceden a menudo reconocimiento algo más que formal a la ortodoxia no sionista. Un ejemplo: cuando sus líderes son entrevistados hacia los fines de la semana exigen que el medio televisivo señale que el diálogo no fue enhebrado en sábado, y procuran evitar en público cualquier conducta o vestimenta que revelen un gusto excesivamente secular. Otro: la ministra de justicia se felicita cuando una mujer fue electa por vez primera en el kadi musulmán, pero se abstiene de protestar por el carácter radicalmente masculino – si no machista – de la composición del gran rabinato. Ninguno de ellos revela preocupación – o al menos nada dicen- sobre la suspensión del transporte público en sábado ni la represión social y sexual que afecta a la mujer en no pocas agrupaciones ortodoxas.

Murphy impondrá límites

 

Naturalmente, cabe observar con preocupación el crecimiento demográfico y la expansión geográfica de la ortodoxia no sionista en Israel. Conforme a cifras oficiales ésta constituye alrededor de un 15 por ciento de la población judía en Israel, y se duplica cada diez años debido a la alta natalidad. Algunos analistas sostienen que estas tendencias ponen en grave peligro el régimen democrático y secular que hoy impera en el país. La reciente condena del rabino Yigal Lewinstein a la activa participación de muchachas en ejercicios militares ejemplifican esta tendencia.

Sostengo que se equivocan. Se trata de una factible victoria que la ortodoxia no sionista en rigor no anhela. Sus miembros empiezan a comprender que si se consolida el dominio de la ortodoxia anti-sionista, las pérdidas serán más altas que los beneficios. Siguen algunos ejemplos.

Considérense primero las probabilidades de la sobrevivencia de y en el país bajo un régimen rabínico. Es obvio que si la mayoría de la juventud israelí – varones y mujeres – manifestara temprana preferencia por el estudio de textos sacralizados o por la repetición de rezos y plegarias esquivando cualquier servicio militar y/o social, la existencia estatal se tornará insostenible; múltiples factores- militares, culturales, económicos-  la disolverían.

Por añadidura: si el cultivo de las ciencias y de las altas tecnologías se posterga o se prohíbe para favorecer el estudio de venerados y antiguos textos, la comunidad de creyentes en Israel se verá privada de alta atención médica, de rápidos medios de comunicación, y de cualquier apoyo internacional.

Tercero, si las prácticas ortodoxas se difunden en el presente contexto de internacionalización tecno-económica, no pocos jóvenes israelíes resolverán vivir a media distancia entre Israel y el extranjero, y en el caso de tensiones crecientes o altos riesgos se inclinarán por otras geografías. Circunstancia que agregará volumen a una nueva diáspora que la globalización informática está alentando.

Finalmente, si la ortodoxia insiste en que los judíos que adhieren al reformismo religioso o a la mesurada secularidad no son hebreos genuinos, el apoyo económico y político que estas agrupaciones hoy conceden a Israel habrá de interrumpirse o se reducirá, con resultados negativos para la propia ortodoxia que eleva rituales oraciones en la Tierra prometida.

En suma: la victoria decisiva de la ortodoxia no sionista – por virtud del crecimiento demográfico, la abstención de su juventud en asumir riesgos inherentes al servicio militar, la multiplicación de representantes en marcos políticos y parlamentarios sin adherir en verdad a ellos –  implicará su auto-destrucción.

Sin embargo, se visualizan importantes señales que sugieren un viraje. El número de jóvenes jaredim que se alistan en el ejército tiende a aumentar: fue de 1972 en el año 2014, y llegó a 2528 el año pasado. Otro ejemplo es la reciente actuación del rabino y ministro de salud Yaakov Litzman en las jornadas que recuerdan a los soldados muertos en combate.  Por segunda vez Litzman tomó parte en un homenaje de esta índole elevando salmos al lado de muchachas debidamente uniformadas. Declaró: “las diferencias en el vestir no deben alejarnos»

Algo más: aumenta no sólo el número de jóvenes de formación ortodoxa que responden positivamente al reclutamiento militar; también los estudios universitarios empiezan a ser aceptables sin renunciar a distancias formales; la inserción en los mercados de trabajo se difunde, y las aspiraciones a un más alto progreso económico ganan terreno. Por su lado, las mujeres – más activas que los hombres en los mercados laborales – no se condenan al silencio: reclaman la participación activa del hombre en el sustento familiar e – incluso – el derecho de conocer los placeres de la intimidad.

En suma: la ley de Murphy dictamina que seres y cuerpos reculan y retroceden cuando el crecimiento indefinido los conduce a la autodestrucción. Principio que, a mi juicio, está ganando adeptos y comprensión en la ortodoxia no sionista que hoy se apoya en los recursos y en los servicios que le ofrece en Israel tanto la ciudadanía secular como la religiosa que adhiere al sionismo y a la modernidad. Escenario que multiplica la viabilidad, las perspectivas y la capacidad creativa de Israel en el mundo contemporáneo.

www.josephodara.com

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