La historia sin fin

13 abril, 2022
Monumento en memoria a las víctimas del terror en el Monte Herzl - Foto: Wikipedia - CC BY 2.5

Elías Farache S.

Quienes perpetran estos atentados, como sus antecesores en el breve espacio de tiempo, demuestran una capacidad de innovación y crueldad que son récord.

Al momento de escribir esta nota, son catorce las víctimas de quienes han salido a las calles a realizar sus acciones de rutina, y se han topado con los disparos de fanáticos que decidieron realizar un atentado y morir matando. Las escenas de los acontecimientos, tomadas en las cámaras de seguridad de las inmediaciones, son escalofriantes.

Llama más aún la atención la reacción de quienes desde la tranquilidad de sus hogares apoyan tales acciones. Unos las justifican, otros las celebran. ¿Qué clase de seres humanos son estas personas? ¿Qué perversa lógica está detrás de su conducta?

El drama palestino es inmenso. La triste situación de un grupo humano que sobrevive preso de una concepción imperante, dominante, que actúa en base a premisas de terror, en la firme creencia que ha de doblegar a un enemigo a base de atentados, intimidación y miedo. Y aún cuando la estrategia ha fallado por más de setenta años, una dirigencia disociada insiste en el mecanismo.

Israel tiene hoy relaciones con varios países árabes. Los mismos que han apoyado a sus hermanos palestinos para mejorar su calidad de vida. En situación incomprensible. Porque nadie entiende que existan campamentos de refugiados y refugiados con más de setenta y cuatro años de antigüedad. En países y territorios de la misma fe e idiosincrasia, esperando el improbable colapso del Estado de Israel a manos de estos equivocados que pretenden regir su destino nacional, y lo han regido con fracaso estrepitoso ¿Por qué estos refugiados no son aceptados en sus lugares de refugio y permanecen en campamentos eternos? Nadie tiene esa respuesta. Quizás tampoco se pregunta con la debida seriedad e insistencia.

Israel ha demostrado que la resolución del conflicto palestino israelí no es aquello que antecede o impide la paz en la región. Los palestinos se aíslan cada vez más, bien sea en la intransigente Franja de Gaza dominada por Hamás, o en la Margen Occidental dominada por un poco convincente Al Fatah en cuanto a sus intenciones de paz con Israel. Cuando las cosas en el Medio Oriente parecen tomar un rumbo certero, los extremistas salen a la calle a tratar de provocar la reacción israelí cuya condena generalizada, injusta por demás, de al traste con lo positivo que se pueda lograr.

Esto ha sucedido en el pasado. Los atentados con hombres bomba, autobuses explotando, restaurantes por los aires y cosas por el estilo, acabaron con las iniciativas de Oslo. Los cohetes desde Gaza hicieron que la retirada unilateral de Gaza en 2005 fuera considerada un error antes que un paso firme y valiente en pro de la paz y la confianza entre las partes. Se provoca una reacción israelí, la misma es condenada y todo lo avanzado se pierde en la brevedad del momento.

Los extremistas palestinos han inventado los fedayines, pistoleros que asesinaban civiles en territorio israelí y trataban de sobrevivir. Luego, atentados terroristas de corte grandioso, como secuestros de aviones y los asesinatos de atletas israelíes en Munich en 1970. También atentados homicidas suicidas que desconcertaron a todos, pues la vida de quien perpetraba el atentado no era del interés de quien se ofrecía a la acción. Asesinatos con cuchillos y destornilladores, atropellamientos espontáneos en las calles. Ahora, en marzo y abril de 2022, pistoleros que disparan en las calles hasta ser abatidos por algún israelí cualquiera sea su condición: civil, militar, funcionario de algún cuerpo de seguridad.

Se avanza en las conversaciones de paz, se ve una luz en el horizonte. Y aparecen aquellos que desean impedir la paz, generando el caos, sembrando más odio, provocando reacciones.

En fin, es la historia sin fin.

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