Por Orna Mizrahi.
Menos de un día después del ataque en el suburbio del sur de Beirut, las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) confirmaron oficialmente: el secretario general de Hezbollah, Hassan Nasrallah, ha sido abatido.
Este incidente sin duda marca un punto de inflexión, señalando una fase nueva y distinta para Hezbollah, el Eje chií liderado por Irán, el Líbano y las relaciones de Israel con estos actores.
Este evento sigue a una serie de operaciones exitosas de las FDI que han perturbado significativamente el sistema de mando y control de Hezbollah, alcanzando a su liderazgo y neutralizando una parte considerable de sus capacidades estratégicas.
Aunque estas acciones han dejado a Hezbollah debilitado, confundido y avergonzado, sigue siendo una amenaza viable.
Las amenazas que enfrenta Israel no han desaparecido sino que se han transformado, y los logros sin precedentes de las FDI también presentan nuevas oportunidades tanto para Israel como para la región.
Es esencial que Israel comprenda la evolución de estas amenazas para prepararse eficazmente e identificar oportunidades que ofrezcan ventajas estratégicas.
En términos de amenazas, la guerra con Hezbollah está lejos de terminar.
La organización sigue siendo un poderoso adversario que amenaza a Israel desde el Líbano.
Incluso con la eliminación de Nasrallah, muchos de los líderes, comandantes y decenas de miles de militantes de Hezbollah siguen activos.
Hezbollah todavía posee armamento suficiente para continuar sus operaciones, y los acontecimientos recientes no han hecho más que intensificar la determinación de quienes quedaron atrás de escalar el conflicto e infligir daño a Israel, ahora sin la guía estratégica de Nasrallah.
La alteración de la estructura de mando de Hezbollah podría llevar a acciones autónomas de varias facciones, planteando nuevos desafíos para las FDI.
Además, aunque el Eje chií ha sufrido un duro golpe, ha aumentado el riesgo de acciones de represalia por parte de Irán y otros miembros del Eje.
En cuanto a las oportunidades, el Estado debilitado y maltrecho de Hezbollah proporciona a Israel una breve ventana de oportunidades para degradar aún más las capacidades estratégicas de la organización antes de que aumenten las víctimas civiles y los daños a la infraestructura, y antes de que se acreciente la presión internacional sobre Israel para que cese sus operaciones.
Al mismo tiempo, Israel debe desarrollar una estrategia de salida coordinada con Estados Unidos para poner fin al conflicto en el norte, aparte de las negociaciones en curso sobre los rehenes israelíes en Gaza.
Israel tiene ahora una mayor influencia diplomática, lo que le permite defender sus intereses en cualquier acuerdo, en lugar de aceptar el statu quo propuesto por los estadounidenses y los franceses.
Si bien la Resolución 1701 del Consejo de Seguridad de la ONU sigue siendo una base viable, es crucial implementar mecanismos de aplicación sólidos y garantizar una respuesta firme a cualquier posible violación por parte de Hezbollah.
Finalmente, el severo golpe recibido por Hezbollah también presenta una oportunidad para que el Líbano intente liberarse del control de la organización.
Sin embargo, los numerosos oponentes de Hezbollah en el Líbano necesitarán un amplio apoyo de actores regionales e internacionales que, hasta ahora, se han mostrado reacios a movilizarse por esta causa.