Por Chuck Freilich y Eldad Shavit
La impactante declaración del presidente Trump —de que Estados Unidos tomará posesión de la Franja de Gaza, apoyará la reubicación de 1,8 millones de habitantes de Gaza en otros países debido a la falta de una alternativa viable y reconstruirá la Franja como la “Riviera del Medio Oriente” en un plazo de 10 a 15 años— no es nada menos que un cambio histórico de décadas de convenciones diplomáticas aceptadas.
Igualmente dramática, quizás, fue su negativa a declarar si Estados Unidos reconoce la soberanía israelí en Cisjordania, junto con su anuncio de que Estados Unidos emitirá una declaración oficial sobre el asunto dentro de un mes.
Los obstáculos prácticos al plan del presidente son casi insuperables: entre los palestinos, particularmente en Gaza, dentro del mundo árabe en general, y en el ámbito internacional.
Incluso dentro de los propios Estados Unidos habrá una feroz oposición. La cuestión no es sólo una cuestión de viabilidad de un proyecto de desarrollo inmobiliario masivo, sino que afecta a las creencias fundamentales de los palestinos y del mundo árabe, así como a los principios establecidos hasta ahora para resolver el conflicto israelí-palestino.
De hecho, parece que el presidente está pensando en formas innovadoras y tratando de encontrar soluciones creativas a problemas que la sabiduría diplomática convencional no ha logrado resolver durante décadas.
Sin embargo, parece que la iniciativa, que puede no estar basada en un trabajo minucioso de su personal, refleja principalmente la creencia de Trump de que su impulso para regresar a la Casa Blanca y la contundencia que ha demostrado ayudarán a imponer su voluntad y convertirla en una política aceptada.
Mientras tanto, la iniciativa conlleva riesgos.
A corto plazo, podría obstaculizar la implementación del acuerdo sobre los rehenes y, a largo plazo, su fracaso podría contribuir aún más a la inestabilidad regional.
Por el contrario, también puede obligar a las partes a revaluar posiciones arraigadas, sacudir drásticamente el sistema y tal vez incluso abrir nuevos horizontes.
Esto que está pasando con el pueblo Palestino es una vergüenza