La comunidad judía de Oporto critica al estado por negarse a reincorporar a Arthur Carlos de Barros Basto

Arthur Carlos de Barros Basto (1887-1961). Foto: dominio público, vía wikipedia

La comunidad judía de Oporto, Portugal, denunció la negativa del gobierno portugués a reincorporar póstumamente al ejército a su fundador. Fue perseguido por promover el judaísmo y él mismo no está vivo para hacer la solicitud.

La comunidad de la ciudad se refiere a Arthur Carlos de Barros Basto, quien fue un ex capitán del ejército que murió en 1961 y lo conocieron como el “Alfred Dreyfus” portugués, en relación al famoso militar francés.

“Es increíble, pero el Estado ahora está reclamando que mi abuelo necesita estar vivo, tiene 136 años y solo puede recibir la restitución póstuma si la solicita personalmente”, dijo Isabel Barros Lopes, nieta de Barros Basto y vicepresidenta de la comunidad.

En los años 30, Barros se ganó poderosos enemigos por sus esfuerzos de establecer una comunidad judía formada por descendientes de Anusim. Estos judíos renunciaron a su fe para escapar de la persecución religiosa durante la Inquisición portuguesa del siglo 16 y después.

Acusado injustamente de abusar sexualmente de hombres que circuncidaba, Barros Basto fue dado de baja con deshonra del ejército en 1937, donde sirvió con distinción. El Ministerio de Defensa portugués se negó a reincorporar a Barros Basto junto con otro personal en 1974 cuando derrocaron a la dictadura de Salazar.

Al año siguiente, el ejército declaró que podría ser coronel, cargo que podría haber tenido sino lo expulsaban en 1945. Pero el Ministerio de Defensa nunca implementó la medida.
Por su parte, la nieta aclaró: “Las palabras y las declaraciones no son suficientes. Exigimos que este capítulo termine con la reincorporación póstuma total y oficial de mi abuelo al Ejército portugués, sin más excusas”.

“Si no recibimos una respuesta dentro de las próximas semanas, presentaremos una queja ante el Tribunal Administrativo portugués. Y, si es necesario, también ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos”, dijo. “Para ayudarlos a volver al judaísmo, mi abuelo abrió una ieshivá, una escuela judía, creó un periódico y pidió a los judíos sefardíes de todo el mundo que pagaran la construcción de una gran sinagoga en Oporto, todavía considerada la sinagoga más grande de la Península Ibérica”.

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