Entonces el siervo corrió a su encuentro, y dijo: “Por favor, dame de beber un poco de agua de tu cántaro”.
Libro del Génesis 24:17
La media naranja.
O el opuesto complementario. Y reparamos en otro punto o arista de este parashá o capítulo semanal de Jayé Sará.
Eliézer, el fiel siervo de Abraham, debe buscar una esposa para Isaac.
El siervo busca una muchacha que exprese la midá o cualidad de bondad.
Y ahí aparece Ribká o Rebeca, que expresa aquella tendencia natural para realizar favores para con el prójimo.
La bondad, se encuentra íntimamente ligada con la empatía, o ponerse en el lugar del otro.
Y para cerrar el primer bloque, uno puede pensar en una bondad natural o espontánea, o por el otro lado algo que se puede adquirir (con el tiempo) luego de practicarlo un infinito número de veces.
Isaac y el rigor.
Isaac no es como su padre Abraham. En él se destaca la característica del rigor o de la disciplina personal.
Su energía se encuentra direccionada casi totalmente a su desarrollo personal y particular.
Como construir ese canal directo pero privado entre él y la Divinidad.
Y entonces, debe dejar de lado mirar hacia el mundo exterior y a su prójimo, a los fines de poder aislarse y poder arar y sembrar y trabajar su propio campo interior.
Es una separación necesaria (en su justa medida) para la colosal tarea de la introspección.
En síntesis, el Yo desplaza en este plano al otro.
Y empuja hacia afuera el interés por el prójimo.
Como cierre de este segundo bloque, el rigor es otro camino para poder llegar a la conexión divina.
El tornillo y la tuerca.
Hombre y mujer son opuestos complementarios.
Uno ingresa y el otro recibe, y la dupla cumple la función de unión o enganche qué tiene que ver con diferencias anatómicas y físicas y emocionales.
La midá o propiedad del rigor debe ser atemperada con el jesed o la bondad.
Reflexión para un final.
Se trata de un contrapunto, o una inflexión, que posibilita la conjunción y el armónico accionar.
Como la disposición de estas sefirót en el árbol Cabalístico ubicándose a un mismo nivel o plano en la horizontal.
Como un balancín, donde uno frena y el otro acelera. Una regulación mutua, armónica y perfecta para esta pareja.
Y concluyó con lo que dice el versículo 67 del mismo capítulo: “Isaac la llevó a la tienda (Jupá) de su madre Sará; tomo a Ribká y ella se convirtió en su esposa, y él la amó (cohabitó con ella)”.
El Shíduj funcionó.
Shavua Tov.
Dr. Natalio Daitch