Foto: REUTERS/Tom Brenner

Elías Farache S

Los tratados de Israel con Egipto y Jordania, los recientes Acuerdos de Abraham son las muestras de avances ciertos, pero que han tomado mucho tiempo.

La sociedad israelí se ha dividido en cuanto al mecanismo de cómo resolver el conflicto. Lo cierto del caso es que el debate interno no se corresponde con las posiciones de las contrapartes palestinas. Sí, porque hay dos contrapartes. La de la Margen Occidental y la de Gaza. Los israelíes se pagan y dan vuelto respecto a estrategias de negociación, las mismas que han sido desechadas por los palestinos en varias ocasiones. Los Acuerdos de Oslo fueron un intento muy atrevido, y se vinieron abajo a los pocos años de irse implementando.

Básicamente existen dos posiciones en Israel respecto a cómo resolver el conflicto. Una sostiene que la solución requiere de dos Estados para dos pueblos. Un estado judío y un estado árabe palestino. Esta es una posición muy lógica, que pareciera ser aceptable para los palestinos y requiere de la disposición israelí a aceptar la fórmula de paz por territorios. El fracaso de Oslo ha frustrado a muchos israelíes, los atentados y demás eventos sangrientos han hecho a muchos dudar de la viabilidad de esta fórmula, y aunque se ha desvirtuado bastante, sigue en el tapete.

La otra posición es la de paz por paz. No necesariamente la autonomía de los palestinos ha de materializarse por vía de un Estado, al menos en una primera etapa, dado la peligrosidad que significa la existencia de fuerzas militares. El tema demográfico no asusta en demasía a quienes apoyan esta tesis, pero es algo que sí se trata con cuidado. El status quo pareciera que favorece esta posición.

Hasta el gobierno de Bennet y Lapid, quienes apoyan a una u otra de las tesis estaban en el gobierno o en la oposición, nunca mezclados. A veces, por razones de conveniencias partidistas, algo juntos. Nunca mezclados. La derecha se diferenciaba de la izquierda mucho más por el tema territorial que por el tema económico o social.

Pero la actual coalición de gobierno alberga en su composición ambas posturas, por muy encontradas que se consideren. Aunque hay un acuerdo entre los miembros de la coalición en el sentido que ciertos temas álgidos no se han de tratar porque pondrían en peligro el frágil equilibrio de los 61 escaños que amparan al ejecutivo, ya ha habido varios incidentes que muestran que lo que eran antes posturas propias de bandos opuestos y separados, se dan en el seno del ejecutivo.

Hace unas semanas, el ministro de la defensa, Benny Gantz, se reunió con el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbás. El primer ministro de Israel, Naftalí Bennet, ha expresado su negativa a reunirse con Abbás y a tratar el tema de las negociaciones con los palestinos. En su discurso el lunes 27 de septiembre de 2021 ante la Naciones Unidas, no tocó el tema del conflicto palestino-israelí. El 3 de octubre de 2021, Nisan Horowitz, líder del partido Meretz y ministro de Salud, se reunió con Abbás y expresó su compromiso de velar por la solución de dos Estados. Ante la invitación de Abbás de reunirse con otros ministros israelíes, la ministra del interior, Ayelet Shaked, quien es la segunda de a bordo en el partido Yamina del primer ministro Bennet, expresó una cortante negativa ante la invitación de quien ha demandado en La Haya a soldados israelíes, y quien tiene una tesis que niega el Holocausto.

Vivimos tiempos complicados en todas partes del mundo. Israel no es la excepción. En el gabinete israelí hacen vida quienes detentan posiciones encontradas y, además, toman acciones también encontradas. De juntos, pero no revueltos, se ha pasado a juntos… y muy revueltos.

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