Terminología militar.
Cuando las fuerzas oponentes se encuentran separadas por un espacio geográfico y complican al oponente que tiene que dividir sus fuerzas y le crea problemas de logística.
La pesadilla de Hitler, que lo terminó por derrumbar en la Segunda Guerra Mundial, donde se vio aprisionado por una pinza entre los aliados por el Oeste y por el Ejército Rojo por el Este.
No es este el único ejemplo, pero obvio el más conocido y puede que el más reciente.
En el campo político.
Se utiliza como metáfora, en particular cuando dentro de un país asediado y en peligro, se generan fuerzas de oposición que con una posición contraria (en general agrupaciones de izquierda), provocan manifestaciones, tumultos, enfrentamientos, y obvio desvían recursos policiales para controlar y mantener el orden.
Resulta obvio, que esto dificulta el esfuerzo bélico, y el bloque de calles y rutas también genera un caos, y puede que otro de los objetivos sea aprovechar el río revuelto para hacer caer un gobierno, o fomentar la desobediencia civil e incluso de grupos militares.
Antes y después del 7-10.
El párrafo anterior encastra a la perfección. Y es que cuando entre hermanos no se respetan, se pelean e insultan en lugar de dialogar, dan espacio a que grupos terroristas como Hamás, vean la oportunidad de atacar.
Este judío galútico, solo como un observador de la lejanía, se asombra como se generan y repiten brotes de violencia interna, mientras y como se evidenció en forma clara y pública el fatídico 7-10, el mensaje del destructor y exterminador, no diferenció entre judíos de derecha o de izquierda, y entre laicos y religiosos.
Todos al mismo horno.
Con pena hay que decirlo. Por ende, los musulmanes y árabes-palestinos siguen la senda de los nazis, de un Holocausto judío sin excepciones.
De ahí el término Islamo-nazismo.
También en las diásporas.
La lucha interna o fratricida (guerra entre hermanos), también tiene lugar en las diversas comunidades de las diásporas en todo el orbe, y esto desde hace décadas.
Donde los hebreos enfrentamos a grupos neonazis, árabes-islamitas radicales, izquierdistas pro-palestinos, y antisemitas residuales de la derecha histórica, y por otro lado grupos de judíos asimilacionistas, algunos renegados, e incluso como sucede en estas tierras criollas, cierta degeneración entre grupos o individuos de organizaciones “jasídicas”, que tienen comportamiento mafioso y cuyo motor o eje es el lucro y obtener dinero a cualquier precio.
Reflexión final.
El círculo se cierra. Israel a mayor escala, y las comunidades de la diáspora en otra dimensión comparten el problema.
Estas últimas, se tienen que enfrentar a enemigos poderosos (palestinos islamitas, y un tsunami asimilatorio y de antisemitismo crónico) en medio de la confrontación qué nos golpea por la espalda y en nuestra retaguardia dando lugar a un ovillo muy difícil de desanudar.
Este rasgo, no exclusivo del pueblo judío, pero nos ha perseguido colectivamente a lo largo de nuestra historia.
Nuestros patriarcas y profetas nos alertaron de esto y lloraron por esto. Y el mismo tópico sigue tallando profundo, sin solución hasta la llegada del esperado Mesías hijo de David en el final de los tiempos.
Que sea pronto en nuestros días.
Amén
¡Shabat Shalom!
Dr. Natalio Daitch
El autor no se equivoca, al definirse como «judio galutico»! No tiene la menor idea de lo que ocurre en Israel.