Israel: Una democracia en aprietos

Joseph Hodara
Las noticias- parcialmente de conocimiento público – en torno al diálogo que Biniamín Netanyahu como Primer Ministro y Noni Mozes en cuanto propietario de un periódico de amplia circulación habrían propiciado para pactar mutuos beneficios suscitan pública inquietud. Como otros hechos vinculados con el proceder de la familia Netanyahu, deben ser evaluados en una justa perspectiva.
Es probable que los cuantiosos obsequios – desde viajes y hoteles, bebidas y cigarros – que de momento han merecido luz pública apenas suscitan interrogantes – y mucho menos censura – en países que desde hace años conocen este género de conducta en sus gobernantes. Pero el caso de Israel es singular. Se trata de un fenómeno que la sociedad israelí, por las exigencias que impone al pueblo y, en particular, a la juventud que entrega voluntariamente no pocos años a la defensa del país, no puede ni debe tolerar.
Actitud que también se justifica y se reclama cuando se trata de garantizar la libertad de prensa y el fluido juego de la opinión pública. De aquí que las intervenciones de un Noni Mozes que se orientaron presumiblemente a un conveniente acuerdo con Netanyahu, así como el apoyo financiero de un magnate que orienta porciones de sus ganancias en beneficio de un periódico que se distribuye sin costo alguno, representan actos que ponen en tela de juicio a la democracia en Israel.
Circunstancia que multiplica y ahonda los efectos de otras circunstancias que distorsionan desde hace años el equilibrio económico y regional en el país. Las distancias en materia de servicios y oportunidades laborales entre las regiones norte y sur del país respecto al centro; las conocidas brechas en el ingreso entre ciudadanos de desigual género y según origen étnico; los cambios curriculares que se verifican en la educación formal primaria y secundaria: fenómenos y tendencias que enturbian el espíritu y la praxis democráticas del país.
De aquí la impostergable necesidad de proceder a un inmediato esclarecimiento de los actores- Netanyahu en primer lugar – y de las circunstancias que hoy ponen en riesgo la libertad de prensa en Israel. No cabe olvidar que desde su origen el credo y la praxis sionistas se han alimentado de las más altas expresiones de la democracia libertaria y social. Y preservarlas es elemental requisito de su ágil vitalidad.