Día a día, cientos de visitantes recorren el Centro Cultural y Educativo de la Academia de la Lengua Hebrea, en el campus Givat Ram de la Universidad Hebrea. Ahí, una instalación única los transporta a siglos de historia judía: una voz tras otra recita los primeros versículos del Génesis, cada una con un acento diferente. Yemen, Marruecos, Polonia, Italia, Rusia… todas en hebreo, pero cada una con una música propia.
La Academia, encargada de fijar las normas del hebreo moderno, lleva décadas desarrollando un proyecto para rescatar y conservar los acentos, entonaciones y pronunciaciones tradicionales del hebreo que están desapareciendo rápidamente con la estandarización del idioma.
“Durante siglos, nadie hablaba hebreo como lengua materna. Pero sí lo conservaban como lengua de la cultura, del estudio y, sobre todo, de la oración. Esa lectura en voz alta fue clave para que pudiera renacer como lengua viva”, explica el Dr. Doron Yaakov, director de la Colección de Tradiciones Orales Judías de la Academia.
La colección incluye más de 2.500 horas de grabaciones y cientos de testimonios recopilados desde los años 50. El hebreo de los judíos yemenitas, por ejemplo, refleja la influencia del hebreo hablado en Babilonia, mientras que el de las comunidades sefardíes en Irak y el norte de África conserva rasgos del hebreo del período del Segundo Templo.
Con la creación del Estado de Israel y la llegada masiva de inmigrantes, los lingüistas previeron que las variantes orales del hebreo tradicional pronto serían “tragadas” por el hebreo moderno. Así nació el proyecto de preservación.
Según Yaakov, la pronunciación marcaba la diferencia entre comunidades en la época bíblica. Incluso dentro de Israel, se hablaba hebreo de formas distintas. En el Talmud babilónico algunos judíos de Galilea no sabían pronunciar las letras guturales jet y ayin, lo que afectaba su capacidad para liderar rezos.
El hebreo se fue adaptando a los idiomas locales. En comunidades askenazíes, por ejemplo, muchas letras hebreas se pronunciaban de acuerdo con los sonidos del yidis. En los países donde no existe el sonido “P”, los judíos conservaron sin embargo la diferencia entre pe y fe.