Israel decidió que no permitirá más las visitas de los familiares de 1.200 presos de Hamás en un intento de presionar al grupo terrorista islámico, para que avance en las conversaciones para el regreso del ciudadano israelí Avera Mengitu y los cuerpos de dos soldados del Ejército de Defensa de Israel (Tzáhal), que cayeron durante la última conflagración, en Gaza, en 2014.
El Servicio Penitenciario se negó a comentar la medida.
El Ministerio de Asuntos de Prisioneros de Gaza se manifestó en contra de la decisión, argumentando que este “castigo” es “una declaración de guerra contra los prisioneros”, insistiendo que Hamás no permitirá que la decisión prosiga “no importa el costo”.
La familia del teniente Hadar Goldin, que cayó en la Operación Margen Protector en Gaza y cuyos restos fueron secuestrados por Hamás expresó que “Desde hace más de dos años, hemos estado exigiendo al Gobierno israelí que actúe para cancelar las visitas a las familias y las mejoras a las condiciones de los presos de Hamás en las cárceles israelíes. La familia cree que la ecuación debe cambiar sobre la cuestión de los rehenes, con presión sobre Hamás para que se dé cuenta que mantener los rehenes es una carga, no un recurso”.
En abril pasado, el cabecilla de Hamás, Khaled Mashal, aseveró que su organización no iba a negociar la libertad de Mengistu ni los cuerpos de Goldin y el sargento Oron Shaul antes que Israel libere a los presos de seguridad, que fueron excarcelados en el canje por el soldado Gilad Shalit y vueltos a encarcelar.
“Uno de los obstáculos para un nuevo acuerdo es el hecho de que Israel está ignorando sus compromisos”, arguyó Mashal.