En la década del 80, el profesor Joseph Patrick encontró en el desierto de Judea una semilla cuya antigüedad estaba datada entre el año 993 y el 1202 d.C. La semilla hallada en Wadi el Makkuk fue luego investigada por Sarah Sallon, directora del Centro de Investigación en Medicina Natural Louis Borick del Centro Médico Hadassah en Jerusalén.
En 2010, la semilla, apodada Sheba, fue plantada y germinada bajo la supervisión de la doctora Elaine Solowey, directora del Centro de Agricultura Sostenible del Instituto Arava en el Kibutz Ketura, en el sur de Israel. Cinco semanas después, comenzó a crecer un brote, y tras el desarrollo de su corteza, y cinco meses después, el árbol produjo resina.
Esta investigación es importante porque se cree que la antigua semilla, identificada como perteneciente a una especie del género Commiphora, parte de la familia del incienso y la mirra, encontrada en la cueva en el desierto podría ser una nueva fuente del tsori bíblico, un tipo de bálsamo medicinal mencionado en las escrituras.
Si bien la planta que creció de la semilla carece de aroma, se comprobó meidantre un análisis de ADN y estudios fitoquímicos han identificado compuestos con propiedades medicinales, como efectos antiinflamatorios, antibacterianos, antivirales y anticancerígenos.
El tsori bíblico, citado en textos como el Génesis y Jeremías, y que se asocia con la región histórica de Galaad, al este del río Jordán.