Historia memorable: la patología que salvó vidas humanas en la Segunda Guerra Mundial

Vittorio-Emanuele-Sacerdoti

por Dr. Israel Jamitovsky

Como recordarán los estimados lectores y lectoras, hace escasos día desde esta misma columna, invoqué el valioso emprendimiento promovido por la B’nai Brith y el Fondo Agrario de Israel, por el cual se concede la medalla al mérito por la salvación de judíos a todos aquellos judíos que arriesgando sus vidas salvaron la de sus hermanos durante el Holocausto.  La ceremonia se celebró recientemente en el Bosque de los Mártires  en la cercanía de  Jerusalén.

Entre los premiados, se encontraba el médico judío italiano Dr. Vittorio Sacerdoti, coprotagonista de   una historia fascinante y   de un episodio no muy conocido de la Segunda Guerra Mundial.

Como es de público conocimiento, en 1943 el Rey de Italia derrocó a Benito Mussolini y negoció la rendición con los alemanes. Finalmente, la península se dividió en dos: el sur fue para los Aliados en tanto que el centro y norte estaban bajo la égida nazi. Este espacio incluía entre otros, a Roma que incluía a una antigua comunidad judía agrupada fundamentalmente en un espacio rotulado «el gueto», en la orilla del río Tíber.

A partir de ese momento, los nazis promovieron una genuina cacería contra la comunidad judía local que hasta ese momento se había salvado de la «solución final».  Por todo ello y a los efectos de evitar la deportación, numerosos judíos se refugiaron en fincas de vecinos y amigos, así como en iglesias, monasterios, conventos y hospitales administrados por la Iglesia Católica entre los que se encontraba el Hospital Fatebenefratelli, situado muy cerca del área del gueto.

Dicho nosocomio estaba dirigido por el Dr. Giovanni Borromeo al que lo acompañaban dos jóvenes profesionales: el Dr. Adriano Ossicini y el médico judío Dr. Vittorio Sacerdoti. El 16 de octubre de 1943, varios miembros de la comunidad judía cruzaron el puente y cuando el director del Hospital Dr. Borromeo los inquirió acerca de sus dolencias, uno de ellos les respondió irónicamente que padecían el «síndrome de Kesselring» en alusión al comandante alemán Albert Kesserling, el general responsable de mantener el control de la Italia ocupada.

Esta referencia motivó la imaginación y audacia del Dr. Borromeo y de sus dos colaboradores Dres. Sacerdoti y Ossicini. Como es de público conocimiento, los nazis propagaron la insidiosa mentira que los judíos propagaban enfermedades. Pues bien, este grupo de médicos cristalizó esta idea en un arma apuntándola contra el propio ocupante nazi e inventando una patología en la población judía totalmente inexistente en la realidad.

Con la   colaboración de la orden española de Los Hermanos de San Juan, dichos profesionales montaron en dicho hospital un pabellón especial para el tratamiento de enfermedades infecciosas a los efectos de ocultar el mayor número de judíos y evitar su detención por la Gestapo. En este espacio permanecieron aislados los pacientes judíos que, según dictamen de los antedichos médicos, padecían el síndrome «K», un virus contagioso y mortal que además dejaba en los pacientes gravísimas secuelas.

Cuando los nazis   accedieron   a esta área, se les informó que había decenas de infectados que podrían propagar la enfermedad. Muchos de ellos estimaron que se trataba de cáncer o tuberculosis por lo que se alejaron de inmediato y encaminaron sus pasos hacia otros espacios. 

                           El rótulo «K» y sus asociaciones

El rótulo «K» es por cierto irónico y sus promotores señalan que se le adjudicó en referencia al comandante alemán Albert Kesserling, el general nazi encargado de mantener el control de la Italia ocupada, otros estiman que la K proviene del apellido del teniente coronel de la SS Herbet Kappler, que encabezaba las redadas contra los judíos. Amén de ello,    la elección de  este rótulo no fue casual y refleja la visión  y perspicacia de los antedichos médicos. La «K» evocó recuerdos en el espacio nazi de la enfermedad de Koch, que estaba causando estragos en las tropas alemanas que operaban en Hungría y Polonia.

Los tres médicos no dejaron nada al librado al azar, habida cuenta que los nazis efectuaban frecuentemente registros de rutina en los hospitales en busca de judíos, guerrilleros y antifascistas. Conforme a la normativa del hospital, crearon documentos de admisión de los pacientes, gráficas, resultados de exámenes practicados, reseña de los fármacos administrados, así como expedientes médicos que reflejaron los síntomas y que indicaban el avance inexorable de esta patología pero que obviamente estaban lejos de reflejar el genuino estado del «enfermo».

Como señalé previamente, establecieron una sala específica del hospital, una unidad totalmente aislada en la que regían e imperaban estrictas medidas antiinfecciosas.  Nadie estaba autorizado a ingresar a esta sala salvo el Dr. Borromeo y una enfermera, todo ello bajo estrictas normas de seguridad. En ocasión de visitas e inspecciones, los presuntos enfermos estaban entrenados para toser con mucha frecuencia y de ese modo mantener alejados a los alemanes.

La treta del Síndrome «K» se mantuvo hasta el 14 de junio de 1944 en que las tropas aliadas liberaron Roma. En ese momento todos los supuestos pacientes sobrevivieron y   fueron dados de alta. Según una fuente, en ese momento, el Dr.  Vittorio Sacerdoti y sus colegas habían salvado   más de 100 vidas. En los considerandos de la medalla que le otorgó la B’nai Brith, se lo involucra directamente en la salvación de 45 judíos.

                                    Ecos  y Reconocimientos

      • El 21 de Junio de 2016, la Fundación Raoul Wallenberg reconoció al Hospital Fatebenefratelli en tanto Casa de la Vida, distinción otorgada a aquellas instituciones que sirvieron como refugio a miles de personas durante el Holocausto,   aún a riesgo de las propias vidas de sus directores y responsables.

      • El Dr. Vittorio Sacerdoti  continuó trabajando como médico tanto en el Fatebenefratelli como en otros hospitales y sirviendo a la comunidad judía del gueto de Roma. Falleció en el año 2005 a la edad de 90 años y enterrado con todos los honores por parte de la comunidad hebrea en el cementerio judío de Ancora. Como señalé al principio de estas reflexiones, hace escasos días se hizo  justicieramente  acreedor a la medalla al mérito por la salvación de judíos otorgada por la  B’nai Brit y el Fondo Agrario de Israel.

      • El Dr. Giovanni Borromeo fue consejero de salud pública en Roma,después de la guerra  recibió La Medalla  de Plata al Valor Civil de Italia y en el año 2004 el Instituto Yad Vashem de Jerusalén le otorgó el honroso título de Justo entre las Naciones por haber salvado personalmente a cinco personas del Holocausto.  Falleció a la temprana edad de 63 años de edad.

      • El Dr. Adriano Ossicini se especializó en psiquiatría y posteriormente incursionó con éxito en la vida política italiana en la década de 1990 llegando a ser Senador así como Ministro de Familia y Solidaridad Social . En el año 2005 vertió sus memorias en el volumen Una isla en el Tíber. Falleció en el  año 2019 a la edad de 99 años.

      • La memorable gesta de estos tres profesionales se    reflejó   en el documental   de 50 minutos que en el año 2021 presentara el cineasta Stephen Edwards bajo el rótulo Síndrome K, en la que afloran entrevistas con los protagonistas de esta fascinante historia, sus hijos y   los supervivientes.

    Todos los presuntos enfermos sobrevivieron el Holocausto en mérito a la escala de valores, osadía y astucia del Dr. Vittorio Sacerdoti y sus colegas quienes cristalizaron con creces su juramento Hipocrático.

    Compartir

    Deja una respuesta

    Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

    Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.