Héroes y cobardes, sus legados

Thomas Mann, al comienzo de su exilio en 1933 - Foto: Wikipedia - Dominio Público

Analizaremos los diferentes impactos que han producido en las personas acerca del nacimiento y su llevado a cabo del nazismo, especialmente sobre la población judía en Europa, viendo así diversas respuestas y acciones que han generado en los judíos de ese continente, por ejemplo la decisión de Stefan Zweig de suicidarse en Brasil huyendo del nazismo nos deja en 1942 estas palabras: “doy mi adiós afectuoso a todos mis amigos. Deseo que ellos puedan ver la Europa que surgirá tras esta larga noche. Y demasiado impaciente me voy antes de que ella nazca”. Se suicida en Petrópolis junto a su flamante esposa y ex secretaria Elizabeth Altmann, ingiriendo ambos veneno. Cuando estalla la guerra Stefan Zweig se encontraba en Inglaterra, no obstante pensó que por ser judío sería discriminado de la misma forma que los judíos de su país natal, Austria. Ya en Brasil le informan que los nazis invaden su castillo en Salzburgo y se apropian de su atesorada colección de piezas invaluables: el escritorio de Beethoven, una página musical de Mozart, galeras de Balzac, páginas originales del Fausto de Goethe. Entonces a la edad de 61 años decide quitarse la vida diciendo que a su edad ya le es imposible volver a comenzar, cansado de tanta peregrinación y entonces refiere: “por ello juzgo mejor terminar a tiempo una existencia que dediqué exclusivamente al trabajo espiritual, considerando la libertad humana y la mía propia como el mejor bien de la tierra”, palabras con las que nos identificamos plenamente pues la cultura y el trabajo espiritual lo considero el verdadero pasaje a la libertad donde ningún demagogo ni ideología totalitaria tienen cabida. Palabras éticas que denotan un amor a la verdad y sobre todo a la libertad de pensamiento, distinto del testamento de Hitler cargado de injurias y odios a los judíos hasta en su supuesta última hora, dejando un legado de venganza y donde su  palabra dilecta es “odio y matanza a los judíos”. Es así como él lo refiere: “yo ni nadie en Alemania quisiese la guerra en 1939… También dejé sentado que si las naciones europeas han de volver a ser consideradas como simples acciones que los conspiradores internacionales del dinero y de las finanzas compran y venden entonces, esa raza, la judía, que es la auténtica criminal autora de este hecho asesino habrá de cargar con la responsabilidad”.

Estas de ninguna manera son las palabras de un hombre que se está despidiendo de la vida, sino de un sujeto cruel, atormentado por su odio y que éste le hace de causa para seguir batallando y conduciendo a sus prosélitos y secuaces en su lucha asesina y desmedida contra un pueblo que siempre ha debido defenderse de los antisemitas milenarios que le han hecho de causa y de excusa en dónde encaminar su odio amen de frustraciones y fracasos personales.

Podría poner en serie debido a sus perfiles parecidos en cuanto a su ser canallas y demagogos tanto a Hitler, Franco, Mussolini y los nuevos tiranos surgidos en Latinoamérica. Vemos en todos ellos sus interminables arengas, a viva voz, cómo los discursos demagógicos y arteros semejando a ladridos desalmados en un alemán degradado en el caso de Hitler, como así mismo los discursos de Mussolini y Fidel Castro que exaltaban a las masas ávidas y embrutecidas de fervores enceguecidos de un odio pasional. Thomas Mann ha sabido interpretar este desenfreno y dirá “los estudiosos, los escritores y los pensadores, por un afán infortunadamente falso de vincularse a la nación y confundiendo al pueblo con la masa, descienden a las alturas de la plebe y se rebajan al servicio de apoyar con el intelecto los lemas del vulgo”, escrito esto en 1937, palabras que tomamos prestadas pues reflejan la más dolorosa actualidad sobre todo en países como Venezuela, Cuba y Argentina.

Lo que se quiere destacar es que todos estos caudillos, o murieron de muerte natural tal el caso de Franco y Castro, mientras que Mussolini fue ejecutado en la horca, y el suicidio de Hitler es actualmente cuestionado ya que existen teorías de historiadores como Carlos De Nápoli que conjetura que llegó con toda su cohorte de colaboradores a la Patagonia argentina de manos de otro déspota como lo ha sido Perón y todos sus seguidores, entrando al país con el dinero robado a la judería alemana ya sea expulsada del suelo alemán, o apropiado previa su masacre en las cámaras de gas.

Hasta el último día en el bunker de Berlín, los judíos le hacían de síntoma a Hitler, o sea, de causa donde dirigir su odio, responsabilizándolos de la guerra, del armamento de Alemania, del desastre económico de Europa y demás injurias, argumentos que no son pasado, sino que se los ve reproducir a boca de jarro por los nuevos antisemitas del presente.

Thomas Mann en su libro Hermano Hitler (1936) habrá de referir en defensa del pueblo judío lo siguiente “todos estamos hechos de la misma materia y también del mismo espíritu, pretender negarle el derecho a la vida a una de las manifestaciones de la humanidad, con mayor motivo tratándose de una que ha contribuido tanto a los fundamentos de nuestra moral occidental como es la judía, constituye un caso de impiedad. Además, es también ridículo, pues no se trata del derecho a la vida, sino de energía vital, y de eso a los judíos no les falta”.

Siempre es bueno y conveniente sacar a flote al eterno judío, al chivo expiatorio de todos los males, y en el presente de culparlo diciendo que se enriquece con la producción de la vacuna contra el COVID 19. A diferencia de ellos, vemos como muchas personas inocentes, sensibles y afectadas por el nuevo regimen hitleriano optaron por el suicidio, tal el caso de Walter Benjamin en 1940 por no poder pasar por la frontera franco-española rumbo a los EEUU, hecho que sí habían logrado franquear tanto Hanna Arendt, Theodor Adorno, Albert Einstein entre otros rumbo a América.

El legado de los tiranos y canallas siempre está embebido de odios y empujan a su pueblo a las peores atrocidades. Los discursos de Perón manifestaban ejecuciones sangrientas a los opositores dando migajas al pueblo como buen acto demagógico con el afán de robar un voto más, mientras que él y sus allegados llenaban sus arcas en las cuentas de Suiza y demás refugios delictivos.

En esa misma orientación vemos el legado testamentario del Ayatollá Jomeni, que en su desfile funerario una multitud hambreada se abalanzó sobre el féretro, se apoderó del cadáver, despedazó sus ropas para robarle las joyas y reliquias de este tirano embrutecido. Su legado es sanguinario, empuja al combate (muyahid) en nombre del islam pensada como la religión verdadera y única, y ese camino los conduciría al Profeta y “hará que esta muerte roja sea para ellos, los fieles, más dulce que la miel”. Y para seguir y creer en estas bendiciones hacía falta una sumisión absoluta, ninguna influencia occidental, y subsumir al pueblo en la más absoluta ignorancia dado que el saber y la cultura son el verdadero pasaje a la libertad.

No obstante, a pesar de tanta malicia, el Estado de Israel celebra su cumpleaños número 73 entonces, con orgullo y libertad alzamos la copa con júbilo y alegría. Y en mi más sentido homenaje personal tomo nuevamente prestadas las palabras de Thomas Mann en su exilio y exclama ”donde estoy yo está Alemania”, a las que comparto con mi más profundo sentir cuando afirmo que a pesar de vivir en la diáspora, en un país que me es ajeno también afirmo ”donde estoy yo, está en mí , en mi corazón y mi alma Israel”.

Y a los nazis de ayer y del presente les auguramos y deseamos: NO PASARAN, NUNCA MÁS.

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