Hallazgos en el desierto de Judea

A mediados del año 2017 se publicó en estas líneas un artículo con el título “El hallazgo más importante del siglo 20” en el cual yo trataba de dar a conocer los descubrimientos arqueológicos en la zona del desierto de Judea. A continuación, describo uno de los párrafos del artículo antes mencionado: “En el desierto de Judea, hay un valle, en ese valle hay un wadi seco (una rambla o cauce seco de un río), en la actualidad ahí se encuentra el kibutz Kalia, es el lugar de las grutas de Qumran, donde en el año 1947 un beduino se encontraba deambulando por la zona y accidentalmente descubrió unas vasijas conteniendo pedazos de papiro”.

Yo creía que con mis investigaciones y lecturas conocía suficiente sobre el tema hasta que hace unos días escuche en la Universidad de Tel Aviv la plática sustentada por el Dr. Noam Mizrahi con el nombre “Secretos de las cuevas, los papiros del desierto de Judea”.

Durante el transcurso de esta plática me di cuenta de cuanto me faltaba para conocer a fondo el tema, aunque en el desarrollo se me aclararon algunos puntos por mi desconocidos.

Empezaré por la descripción de Qumran: en su apogeo, no era más que un centro social, contaba con comedor, lugares de reunión, pero en toda la zona no se encontró señas de casas ni de vida física en ese lugar, ya que en el día a la sombra hay 40 grados de calor.

Cerca de Qumran hay unos cerros, en los que hay grutas, con clima más agradable que en el valle. Se cree que allí habitaba un grupo de esenios que habían huido de Jerusalén, ya que no estaban de acuerdo de como se llevaba la religión en el Segundo Templo de Jerusalén, creyendo que los sacerdotes no eran sinceros y que desfiguraban la religión.

Este grupo, buscaba formas nuevas de decir las oraciones, querían encontrar un recogimiento, una paz interior por medio de una nueva forma de llevar la religión, con oraciones diferentes.

En 14 de estas grutas se descubrieron los rollos que se supone fueron escritos por los escribanos o poetas entre ellos.

Me refiero a la época que va del siglo IIIAC hasta el siglo I AC en tiempos de Yosef ben Matityahu que se cree fue el guía espiritual de los esenios de Qumran.

Para poder realizar su cometido empezaron pensar y a escribir en papiros oraciones diferentes a las usadas en el Templo, que los llevaran a entrar en situaciones espirituales más profundas.

En diferentes épocas, en esas grutas se encontraron 25 000 pedazos de papiros de diferentes tamaños, con escrituras heterogéneas que formaban parte de un enorme rompecabezas de los cuales ningún investigador se imaginaba cual sería el resultado final y si se podrían algún día juntar.

En el año 1951 las investigaciones estaban a cargo de la Universidad de Oxford. Después de un tiempo presentaron un trabajo con el nombre Discoveres in the Judean desert by Oxford University Press, además de ediciones académicas, traducciones y trascripciones de una parte de los papiros, faltando un gran número por descifrar.

Entre algunos de los descubrimientos se encontró que ellos formaron un calendario simétrico que cuenta con 364 días. Con los años cambian ciertos festejos, ya que es sabido que el año tiene 365 días.

Se ha continuado con el trabajo de unir el rompecabezas. El Dr. Noam Mizrahi, que se ha especializado en estudios filiogicales de la antigua literatura hebrea y en especial de los escritos del Mar Muerto, con su equipo trabajaron en un rompecabezas por varios años especializándose en los cánticos de los viernes y sábados de la época, en los cuales ellos descifraron unas oraciones. Con el cántico de esas plegarias, dice el Dr. Noam, ellos pretendían alcanzar a un Bet Amikdash imaginario que se encuentra en los cielos. El cántico está dividido en 7 fracciones, dirigido a 7 ángeles, que los llevarán al séptimo cielo. De esta forma cada uno llegaba a lo más intimo de su ser, a lo más sagrado, allí se encontraba un templo en construcción muy similar al que se encuentra en Jerusalén, con la diferencia que en este únicamente entra a la parte más sagrada el Sacerdote, (Cohen Gadol) y en el templo de su imaginación ellos con la mente podían alcanzar el punto más sagrado.

En un libro que reciente publicó Noam Mizrahi con el título “Testigo de un texto profético en preparación», el desarrollo literario textual y lingüístico de Jeremías 10’’1 explica más sobre todos sus estudios realizados.

Después de haber leído y releído lo anterior, se puede ver que la meditación ha servido a muchos pueblos y a religiones que la han usado para buscar una paz interior, como meditación judía, meditación cristiana, meditación oriental, de los tibetanos.

En el mundo hay muchos que hacemos meditaciones sin mezclarlos con ninguna religión, si no únicamente para llegar a un punto de relajación profunda. Refiriéndome a la meditación antes mencionada de las 7 fracciones, en algún tiempo practiqué una meditación en la cual la cúspide era poder alcanzar el séptimo cielo.■

Isaac Lupa

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