El fin de semana, imágenes horríficas de la ciudad ucraniana de Bucha inundaron las redes sociales. Cuerpos tirados en el piso fueron expuestos como parte de una violación del derecho internacional por parte de Rusia.
Organizaciones como Humans Rights Watch denunciaron a Moscú por crímenes de guerra, algo que varios países de occidente vienen sosteniendo en consonancia con el gobierno ucraniano.
En Israel, el primero en hablar fue el canciller Yair Lapid. «Es imposible permanecer indiferente ante las espantosas imágenes de la ciudad de Bucha, cerca de Kiev, tras la marcha del ejército ruso. Dañar intencionalmente a una población civil es un crimen de guerra y lo condeno enérgicamente», señaló en sus redes sociales.
Sin embargo, la condena no fue unánime en el seno del gobierno israelí. El ministro de Finanzas Avigdor Lieberman se rehúso a condenar a Rusia, señalando que se trataba de «acusaciones mutuas».
“Rusia está culpando a Ucrania y Ucrania está culpando a Rusia. Condenamos, pero realmente lo que debemos entender es que hay una guerra sangrienta y debemos, por un lado, mantener la posición moral de Israel y, por otro lado, preservar los intereses del Estado de Israel”, aseguró Lieberman en declaraciones radiales.
Por lo pronto, Rusia niega cualquier crimen en Bucha y llamó a una reunión de emergencia del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, según Dimitri Peskov, portavoz del Kremlin.
Michelle Bachelet, jefa de derechos humanos de la ONU, expresó que se sentía “horrorizada por las imágenes de civiles que yacen muertos en las calles y en tumbas improvisadas en la ciudad de Bucha en Ucrania”.