Por Sima Shine
El gobierno británico anunció un nuevo plan de seguridad, que será lanzado en el verano de 2025, destinado a fortalecer la resiliencia del sistema político británico frente a la influencia extranjera encubierta.
Aunque el plan menciona explícitamente sólo a Irán, en las discusiones también se consideró la posibilidad de incluir a Rusia y China.
El plan requiera que las entidades iraníes, incluidos los miembros o asociados del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (CGRI) y el Ministerio de Inteligencia iraní, se registren en el Ministerio del Interior.
El incumplimiento podría resultar en una pena de prisión de hasta cinco años.
El Gobierno británico afirmó que el objetivo principal del plan es garantizar la transparencia sobre las conexiones entre entidades iraníes y altos funcionarios del gobierno británico.
El anuncio proporciona los antecedentes de esta decisión:
En el contexto de seguridad, el MI5 informó que Irán ha intentado 20 asesinatos y secuestros en Gran Bretaña desde 2022.
Las actividades iraníes apuntan específicamente a judíos británicos, israelíes y medios de comunicación en lengua persa críticos con el régimen.
Un tribunal británico reveló también que un espía iraní intentó recopilar información sobre fuerzas especiales y dañar a israelíes y opositores al régimen.
Además, señala que las agencias iraníes promueven la radicalización dentro de las comunidades musulmanas británicas, particularmente entre los chiís, e incluso trabajan para generar apoyo para el régimen iraní.
En el contexto cibernético, el anuncio destaca los ciberataques de Irán contra objetivos británicos y globales.
En este marco, el Centro Nacional de Seguridad Cibernética de Gran Bretaña, en colaboración con el FBI, emitió una advertencia afirmando que piratas informáticos iraníes, que operan en nombre del CGRI, están intentando piratear las cuentas de ex funcionarios del gobierno británico, miembros de grupos de expertos, periodistas y activistas sociales.
Esta iniciativa británica representa sin duda una escalada en la restricción de las actividades de Irán en Inglaterra, particularmente porque designa directa y específicamente a Irán y sus actividades malignas.
Estos acontecimientos se ven amplificados aún más por el contundente retorno de la política de sanciones de la Administración Trump en un momento en que la economía iraní atraviesa uno de sus puntos más bajos.