Facetas heroicas del Holocausto: Orar en las festividades del mes de Tishrei

30 septiembre, 2024

por Dr. Israel Jamitovsky

La oración configura una vivencia trascendente en el espacio de la relación del hombre con el Todopoderoso, tanto en épocas de bonanza como  y especialmente en tiempos difíciles y angustiosos. Durante el Holocausto, muchos judíos encontraron en la oración consuelo y esperanza ante la agobiante coyuntura presente, hubieron otros que simplemente no pudieron hacerlo.

A su vez, las condiciones infrahumanas a que el judío estaba sometido, plantearon dificultades para cumplir los preceptos judaicos en general y  en especial en lo relativo a las oraciones. En este contexto,   cabe señalar la destrucción de las sinagogas,  la prohibición de orar en conjunto en el espacio público así como la imposición de trabajos forzados, impidieron al judío practicar las oraciones cotidianas, entre los tantos dilemas que el judío observante afrontó durante el Holocausto.

Pese a ello, numerosos judíos echaron mano a su osadía e imaginación, sortearon diversos escollos y se las ingeniaron para cristalizar la práctica religiosa tanto individual como colectiva. Apelaron a los textos religiosos tradicionales propios de cada festividad y en ciertos casos incorporaron asimismo palabras, anhelos propios y específicos que reflejaron y palparon su dolor y  angustia. En todos los casos, el judío encontró en las oraciones particularmente de Rosh Hashaná(Año Nuevo Hebreo) e Yom Kipur(Día del Perdón),  consuelo, significación y esperanza.

Por todo ello, ha hecho muy bien el Instituto Yad Vashem de Jerusalén en inaugurar estos días en su sede, una exposición que refleja todo lo invocado a través de diversos y ricos testimonios, objetos, fotos y creaciones artísticas que apuntan a entender el valor y peso de la oración en coyunturas tan difíciles y desoladoras

       Las oraciones en el Gueto de Lodz, referente de fe y coraje

Los alemanes conquistaron la ciudad de Lodz en Polonia el 8 de Octubre de 1939 y en la primavera de 1940, se erige el Gueto de Lodz en un espacio de apenas 4 kilómetros y que albergó a 164.000 judíos.

Después de la conquista germana no hubo por parte de los invasores una política única en lo relativo  a orar en espacios públicos, todo dependió de las autoridades locales. Al principio se permitió a los judíos del gueto hacerlo por lo que numerosos judíos se hicieron presentes en las distintas sinagogas especialmente durante las festividades.

El sábado fue declarado día de descanso, establecimientos y oficinas estaban clausurados ese día. Se erigieron espacios para brindar alimentos Kosher y emergieron  distintos círculos para el estudio de la tradición judía. La asistencia a la sinagoga configuró para el judío del gueto, un aliciente a su  espíritu y un saludable marco social como lo ha sido siempre durante el decurso de la historia judía. La asistencia fue tan numerosa que hubo necesidad de erigir en el Gueto de Lodz, nuevos espacios para orar y  para el estudio de las fuentes religiosas.

En 1941 la situación comienza a agravarse. Se establece que el día descanso sea el domingo en lugar del sábado, de tal suerte que los judíos se vieron impedidos de asistir a las sinagogas. La coyuntura se deterioró aún más en 1942 cuando 15.000 judíos fueron deportados a campos de exterminio y a fines de 1943 se prohibió a los judíos efectuar servicios religiosos de toda índole,

Pese a ello y asumiendo enormes riesgos, hubieron judíos que continuaron rezando conjuntamente en la clandestinidad, en fincas particulares y establecimientos industriales que en principio y aparentemente desplegaban su actividad normalmente pero   la realidad  era diferente.

Los trabajadores sólo rezaban. Los espacios en que se estudiaba la Torá continuaron funcionando y numerosos judíos escogieron padecer hambre y no ingerir carne de caballo (prohibida por la religión judía) que se les proporcionaba en el gueto. Pese a todo lo que implicaba, optaron por conservar su identidad y fe religiosas y con ellas preservar enhiestos sus espíritus y abrigar  la esperanza de un futuro mejor.  Un referente de  heroísmo y fortaleza espiritual digno de invocar precisamente en coyunturas difíciles como las que actualmente vive todo el mundo judío  e Israel en particular.

Yerahmiel Birman fue uno de los trabajadores de los archivos del Gueto de Lodz.Bajo el rótulo Dónde y como oraban en el gueto y Acerca de los servicios religiosos en el Gueto, describió secretamente en sendas elaboraciones,  los distintos espacios en lo que se desplegaron los servicios religiosos pese a las limitaciones existentes. De sus reflexiones, se desprende que  muchas veces dichos servicios  afloraron en torno a un común denominador: servicios de la corriente  jasídica, servicios agrupados en derredor del lugar de trabajo de los feligreses o pertenecientes a un mismo partido político, etc.

Birman trascribió   íntegramente en sus reflexiones, un pequeño aviso colocado en la puerta del recinto del espacio en los cuales se celebraban las oraciones, solicitando a personas que padecían de distintas patologías,  de   abstenerse  y no concurrir a estos servicios,  para proteger la salud  de la feligresía.

En cierta oportunidad señaló que en algunos de dichos espacios, incluso había colgada indumentaria de seda  especial para el cantor litúrgico en ocasiones festivas, escasas sillas y mesas, pero en contraposición  existían numerosos  mantos de rezos(talitot en hebreo).Pertenecían a quienes habían fallecido o  sido exterminados, un recordatorio  más de la trágica situación que estaban viviendo.

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