¿Estallará la Autoridad Palestina por la extensión de la soberanía israelí al Valle del Jordán?

Manifestante palestino regresa un cartucho de gas lacrimógen lanzado por soldados israelíes en Cisjordania Foto archivo: REUTERS/Mohamad Torokman

Nadie sabe realmente cuándo estallará la violencia masiva. La autoinmolación de un vendedor ambulante tunecino encendió una revolución en ese país, pero al menos 40 actos similares en otros municipios árabes fracasaron. Las probabilidades están en contra de la violencia masiva si Israel extiende la soberanía sobre el Valle del Jordán, pero las Fuerzas de Seguridad de Israel deben estar preparadas.

Los que se oponen a la extensión de la soberanía israelí sobre partes del Valle del Jordán advierten que las áreas controladas por la AP [Autoridad Palestina] probablemente estallen en una violencia palestina generalizada, posiblemente incluso en la escala de una intifada hecha y derecha.

Durante más de 100 años terroristas y revolucionarios han estudiado por qué las personas se levantan en contra de los Estados y los funcionarios estatales. Los oficiales del Ejército y la Policía también quieren una respuesta a esta pregunta para poder determinar cómo sofocar tales levantamientos. Sin embargo, a pesar de todo el interés, nadie ha determinado por qué estalla la violencia masiva.

Como señaló la filósofa política, Hannah Arendt, cuando estalla una rebelión, incluso los revolucionarios profesionales que pasan sus días y noches tratando de fomentar rebeliones, casi siempre quedan tan sorprendidos como los Estados objetivo.

Este fue el caso de la intifada de 1987. El único denominador común entre Israel y la OLP en ese momento fue la sorpresa que ambas partes experimentaron ante el estallido y la propagación de la violencia masiva. La llamada «Primavera Árabe» es otro excelente ejemplo de lo sorprendentes que pueden ser estos eventos.

La «Primavera Árabe» comenzó cuando un joven vendedor ambulante en una ciudad periférica de Túnez fue multado por bloquear la vereda con su carro, una infracción que obliga a los peatones a caminar por la calle (algo peligroso en la mayoría de los países del Tercer Mundo). El joven vendedor ambulante se inmoló.

No solo se quemó él mismo (una muerte terriblemente dolorosa), sino también gran parte de Túnez. En cuatro semanas, un dictador que había gobernado Túnez con puño de hierro durante más de 30 años (aunque capaz, a juzgar por el desempeño económico de Túnez) huyó por su vida a Arabia Saudita.

Una autoinmolación condujo a la revolución tunecina, pero ninguna de las aproximadamente 40 autoinmolaciones que siguieron en Jordania, Argelia y Marruecos, con el objetivo de provocar revoluciones similares, tuvo éxito. Esas personas murieron en vano.

¿Por qué la repetición de un acto que había provocado una ola de fervor revolucionario, repetido a niveles de oleada, no provocó respuesta alguna? Aquí yace el misterio de cuándo y por qué los ciudadanos se rebelan. Nadie sabe realmente qué desencadena olas masivas de protesta.

Considere también las violentas protestas que siguieron a la reciente muerte de George Floyd y la severa golpiza de Rodney King en Los Ángeles hace casi 30 años. Otros eventos similares ocurrieron entre esos incidentes que no provocaron tal respuesta.

Aunque no sabemos por qué ciertos eventos desatan protestas masivas y violencia, mientras que otros no lo hacen, sí sabemos por qué las protestas masivas son tan difíciles de lograr y por qué la mayoría de los intentos orquestados para organizar tales protestas fracasan. Mancur Olson demostró que, en teoría, cuanto mayor sea el consenso y la importancia del tema, más improbable es que un gran número de personas se levante para hacer algo al respecto. La mayoría de las personas, ante la perspectiva de gastar su propio tiempo y dinero y posiblemente incluso arriesgar sus vidas, esperan que en su lugar otras personas tomen medidas, incluso por una causa digna.

El servicio en la reserva [militar] en Israel es un ejemplo clásico. La mayoría de los jóvenes israelíes reconocen fácilmente la necesidad de ir al servicio de reserva, pero cuando se les llama, muchos pedirán ser exentos. La convocatoria de derechos de reserva asciende a solo 50 palabras, pero las sanciones en letra pequeña en el reverso son 10 veces ese número.

La misma dinámica está en juego cuando la AP y Fatah convocan protestas masivas. Es comprensible que la mayoría de los palestinos espere que otra persona se enfrente al gas lacrimógeno, las balas de goma, el riesgo de encarcelamiento o multas, y el peligro, más raro pero presente, de ser mutilado o asesinado. Pocos realmente acuden.

Los funcionarios palestinos que amenazan con la violencia masiva por la soberanía lo saben muy bien. La mayoría de los «Días de Ira» que convocaron produjeron solo manifestaciones menores. Las olas de violencia que estallaron usualmente tomaron a esos mismos funcionarios (así como al Shabak y las FDI) por sorpresa.

Por supuesto, esto no significa que una declaración de soberanía no provocará protestas. La Autoridad Palestina tiene profesionales de Fatah a quienes se les paga para fomentar la lucha, pero no están en condiciones de asegurar números que produzcan violencia masiva y continua.

En cuanto a las fuerzas de seguridad palestinas, entrenadas por el Ejército de EE. UU. desde 2006, es poco probable que sean desplegadas para cometer violencia contra Israel. Son demasiado importantes para la AP, que los necesita para reprimir a Hamás, el grupo terrorista que desalojó a la Autoridad Palestina de Gaza en 2007.

Tampoco es probable que los soldados palestinos luchen con un celo particular. Esta idea proviene del ardiente sionista y miembro de la Corte Suprema de Justicia, Louis Brandeis. En su primera visita a Palestina conoció a unos pioneros judíos, de alrededor de 20 años, que se burlaban de cualquier cosa burguesa, y en cambio clamaban por los batallones de trabajo y las labores en la lucha contra la malaria, mientras drenaban los pantanos. En una segunda visita, 10 años después, observó que muchos pioneros judíos añoraban una oficina con ventilador.

La mayoría de los oficiales de seguridad palestinos han estado en el servicio por más de 10 años y tienen al menos 30 años. Muchos tienen familia y todos han estado acumulando pensiones. Es dudoso que muchos se entusiasmen por luchar contra las muy superiores FDI.

¿Es correcto mi pronóstico? No puedo decirlo con certeza, pero es el presentimiento educado de un estudioso de la política, protesta y violencia palestina durante casi 40 años.

Nada está garantizado de ninguna manera. No hace falta decir que el Shabak, las FDI y la Policía de Fronteras deberían estar preparados para lo peor.

Esta es una versión editada de un artículo que apareció en el Jerusalem Post el 20 de junio de 2020.

Fuente: BESA Centro Begin-Sadat para Estudios Estratégicos

El prof. Hillel Frisch es profesor de Estudios Políticos y de Medio Oriente en la Universidad de Bar-Ilan y asociado de investigación sénior en el Centro de Estudios Estratégicos Begin-Sadat.

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